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Un pequeño pero voraz depredador que pone huevos raros

Adulto de crisopa Chrysopidae. Foto: Bolivar Garcete.

Adulto de crisopa Chrysopidae. Foto: Bolivar Garcete.

Un tercer hallazgo de mi hija fue un conjunto de “alfileres” con cabecitas blancas sobre la puerta de uno de los dormitorios a pocos metros del arroyo Yhaguy, en Itacurubí de la Cordillera. Al mostrarme esas estructuras imaginé que serían de un algún insecto, pero sinceramente desconocía de qué podría tratarse y nunca los había visto; sin embargo, luego me vengo a enterar de que eran más comunes de lo que imaginaba. Solo que yo no los había visto. Para sacarme la duda, recorrí al colega Bolívar Garcete quien me informó que se trataban de huevos de crisópidos y además nos comparte la foto de un adulto. Y una vez más, la naturaleza siempre nos sorprende y uno no deja de aprender.

Los crisóptidos o Chrysopidae, comúnmente conocidos como crisopas verdes, son una familia de insectos del orden Neuroptera. Se encuentran en una variedad de hábitats, incluidos bosques, pastizales y campos agrícolas. Estos insectos son conocidos por su papel en el control biológico, ya que se alimentan de una amplia gama de plagas de cuerpo blando, como pulgones, ácaros y orugas. Su presencia en diversos ecosistemas ayuda a mantener el equilibrio mediante el control de las poblaciones de plagas. Estos predadores son nocturnos (a excepción de pocas especies diurnas), y acostumbran a cazar entre las últimas horas del día y las primeras de la noche. A lo largo del día se centran en descansar reposando a escondidas en la vegetación.

Cuando hablamos de su transformación, las crisopas verdes experimentan una metamorfosis completa, que incluye cuatro etapas: huevo, larva, pupa y adulto. Las larvas son depredadores particularmente voraces y a menudo se las conoce como “leones pulgones” debido a su apetito por los pulgones. Los adultos, por otro lado, se alimentan principalmente de néctar, polen y melaza, aunque algunas especies también consumen pequeños artrópodos.

Nos comenta Bolívar que lo que estamos viendo es un hilo de seda con el huevo en el extremo, y esto evita a muchos predadores, incluyendo las propias larvas que nacen primero. Las larvas comen huevos, larvas y adultos de cochinillas y pulgones; y en algunas especies la larva acostumbra a ir acumulando las pieles de sus presas encima de su cuerpo a manera de camuflaje, pareciendo un montón de basura.

La biología reproductiva de los Chrysopidae implica la puesta de huevos en la superficie de las plantas, a menudo cerca de presas potenciales. Los huevos suelen ponerse solos o en pequeños racimos y están unidos a la planta por un tallo delgado. Después de eclosionar, las larvas pasan por varios estadios antes de pupar. La etapa de pupa generalmente se completa dentro de un capullo de seda adherido a la planta. La tasa reproductiva y el éxito de las crisopas verdes pueden verse influenciados por factores ambientales como la temperatura, la humedad y la disponibilidad de presas. Antes de madurar por completo, una larva puede ingerir entre 200 y 500 áfidos. Para lograrlo, buscan presas mucho más pequeñas que ellas. Las crisopas acostumbran a cazar mayormente pulgones, cochinillas, arañas rojas, huevos de mariposas, moscas blancas, entre varios otros.

Los adultos de estos insectos tienen alas largas y membranosas, cuerpo frágil, ojos compuestos y sobre todo, son muy grandes depredadores; lo que les ha permitido sobrevivir fácilmente en su hábitat, y razón por lo cual han conseguido ganarse la aceptación del ser humano, quien los utiliza para reducir las excesivas poblaciones de otros artrópodos que causan daños en los cultivos; aunque esta cualidad para el control de plagas es realmente útil durante su etapa larval.

La conservación de los Chrysopidae implica mantener sus hábitats naturales y garantizar la disponibilidad de presas. Prácticas como la reducción del uso de pesticidas, la plantación de diversos cultivos y el suministro de plantas con flores pueden ayudar a mantener las poblaciones de crisopas. El control biológico de conservación, que implica el aumento de las poblaciones de enemigos naturales, es un enfoque rentable y respetuoso con el medio ambiente para el manejo de plagas. Al promover la presencia de crisopas verdes, los agricultores y jardineros pueden beneficiarse de sus servicios naturales de control de plagas.

Como en este caso, debemos comenzar a mirar mejor en la naturaleza, mucha vida (animales, plantas, hongos) se nos presentan muy evidentes, pero lo que no detectamos, la vida “pequeña” como estas crisopas y sus formas, está ahí y muchas veces pasan desapercibidos sin darnos cuenta del increíble rol que cumplen en la naturaleza. Seguramente, algunos crisópidos se encuentran seriamente amenazados por la pérdida del hábitat asociada a actividades antrópicas, a veces injustificadas; de forma que su presencia se encuentra confinada a un reducido nivel de los ambientes naturales o seminaturales, que han quedado relictualmente en diversos parches en los que todavía consiguen sobrevivir. Gran responsabilidad la nuestra para conservar estos seres poco evidentes. Una vez más gracias a Tamara y Bolívar.

  • Huevos Chrysopidae. Foto: Bolívar Garcete

    Huevos Chrysopidae. Foto: Bolívar Garcete

  • Huevos Chrysopidae. Foto: Bolívar Garcete

    Huevos Chrysopidae. Foto: Bolívar Garcete

  • Huevos Chrysopidae. Foto: Bolívar Garcete

    Huevos Chrysopidae. Foto: Bolívar Garcete

  • Huevos Chrysopidae. Foto: Bolívar Garcete

    Huevos Chrysopidae. Foto: Bolívar Garcete

  • Huevos Chrysopidae. Foto: Bolívar Garcete

    Huevos Chrysopidae. Foto: Bolívar Garcete

  • Huevos Chrysopidae. Foto: Bolívar Garcete

    Huevos Chrysopidae. Foto: Bolívar Garcete

  • Huevos Chrysopidae. Foto: Bolívar Garcete

    Huevos Chrysopidae. Foto: Bolívar Garcete

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