Nacionales
Tierra de volcanes, naturaleza y tradiciones
Picaflor. Foto: Manuel Silveira.
En el marco de la reunión de coordinación de redes del Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo, nos encontramos quienes hacemos la gestión del Programa y todos los coordinadores en la ciudad La Antigua, en Guatemala. Y algunos de nosotros aprovechamos un fin de semana para conocer un lugar muy destacado, el Lago Atitlán ubicado a poco más de 80 km de dicha ciudad, buscando al famoso quetzal, entre otros objetivos naturales. El lago de Atitlán, ubicado en las tierras altas occidentales de Guatemala, es famoso por su belleza natural, riqueza cultural e importancia histórica. Se comenta que es uno de los lagos más bellos del mundo. El lago de Atitlán está rodeado de pintorescos volcanes y se caracteriza por su rica biodiversidad y ecosistemas únicos. Sin embargo, los desafíos ambientales como la deforestación, la degradación del suelo y la contaminación del agua han sido problemas importantes, particularmente debido al aumento de la producción de café y el uso de agroquímicos desde la década de 1980.
La región alrededor del lago de Atitlán es el hogar de comunidades indígenas, principalmente los grupos étnicos Caqchikel y K’iché. Estas comunidades tienen una profunda conexión cultural con la tierra y tradicionalmente han dependido de la agricultura para su sustento. Se han realizado esfuerzos para promover prácticas sostenibles, como el cultivo de café orgánico y el ecoturismo, para mejorar las condiciones económicas y preservar el medio ambiente. Tuvimos oportunidad de ver cómo producen no solo café, sino también cacao y chocolate, como también bellos y coloridos tejidos de lana. Aprendimos cómo obtienen esos colores de productos naturales. Algunos de estos productos naturales son nativos y poco conocidos para nosotros, pero otros como la ruda, la manzanilla, la rosa china, son elementos de los que obtienen extractos, los fijan y así mantienen los colores en sus prendas. También pudimos ver cómo tejen artesanalmente.
La historia del Lago de Atitlán está entrelazada con el patrimonio cultural de los pueblos indígenas que han vivido allí durante siglos. La zona también ha sido un punto focal para varios proyectos de desarrollo destinados a mejorar la gestión de los recursos naturales y promover el desarrollo sostenible, en particular desarrollas sistemas de producción que implementen prácticas más sostenibles. Lo cierto es que la gente está muy bien preparada para hacer frente al turismo y todo lo que se muestra parece ser muy genuino, hasta los ritos a los que hemos tenido posibilidades de asistir.
Además de la riqueza de las aves en diferentes tipos de ambientes, y de las mujeres utilizando cotidianamente trajes típicos y muy coloridos, la historia geológica es muy particular. El Lago es el cráter de un gran volcán, tiene más de 84.000 años de existencia y una profundidad máxima de unos 340 metros. Todo este complejo de vida está unos 1.500 metros sobre el nivel del mar y a orillas del lago se erigen tres grandes volcanes, conocidos como “Los tres Gigantes” (Atitlán, Tolimán y San Pedro La Laguna) formando así un paisaje impresionante y con una localidad en el medio de los tres, Santiago. Sí, ellos tienen también Tres Gigantes, aunque los nuestros están en el Pantanal y son rotundamente diferentes.
Las sorpresas de los guacamayos, las urracas, el picaflor de pecho rosa, el tucán esmeralda, la lechuza y muchas otras aves, entre otras varias especies que son inseparables partes de esos bellos paisajes. Este artículo está ilustrado por increíbles fotos tomadas por Manuel Silveira quien ha sabido captar momentos para perpetuar esa impronta en nuestra vista. Muy agradecido a Manuel por compartir desinteresadamente sus fotos. Y no dejo de pensar en cómo se combina cultura, historia, naturaleza y no solo la biodiversidad, sino también la geología, explicando cómo esos paisajes evolucionaron y se nos presentan. Pensar en cuánto de esto tenemos en Paraguay y no hemos encontrado la forma de convencernos de nuestros fuertes lazos con la naturaleza que nos rodea y cómo hacer para que otros puedan disfrutarla. Y volcanes no tenemos, pero actualmente, pero sí muchos “volcan kue” que en el pasado modelaron el paisaje tal cual lo tenemos hoy. Más conozco, más valoro nuestra tierra.
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Elisabeth
13 de octubre de 2024 at 11:17
Me gusto mucho el artículo y como Alberto describe tan vividamente lo que vio. Sobre todo el comentario al final debiera ser considerado por todas y todos: mientras más conocemos del mundo, más apreciamos lo nuestro que muchas veces pasa desapercibido.