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La garza mora: un carnívoro alado en los humedales

Garza mora o Hoko guasu. Foto: Carlos Ortega.

Garza mora o Hoko guasu. Foto: Carlos Ortega.

POR Alberto Yanosky
Biólogo y conservacionista.

Como ya es costumbre, el apreciado Carlos Ortega me compartió unas maravillosas tomas de la garza mora en el Lago de la República, en Ciudad del Este, del cual ya escribimos, un humedal artificial en una zona totalmente urbanizada de una gran ciudad. Carlos con sus fotos me trajo gratos recuerdos de cuando tomaba los datos para mi tesis doctoral, con esta especie, una de las 19 aves acuáticas para las cuales trataba de entender cómo hacía para no competir por los espacios, los alimentos, y siendo mi hija mayor un bebé (y de esto hace más de 30 años), y escuchando mis grabaciones, su primera palabra no fue mamá ni papá, fue “agamama” que era el nombre que le salía para señalar y repetir a la garza mora. Así que gracias, Carlos, por motivarme una vez más a hablar de una especie tan importante en los humedales, y traerme tan gratos recuerdos de tres años juntando datos de campo para la investigación que luego me permitiera acceder al título de Doctor en Ciencias.

La garza mora también conocida como garza cocoi por su nombre científico y en guaraní como hoko guasu señalando que la emparenta más con las otras garzas, llamada hocó o jokó tiene una amplia distribución desde Panamá hasta Argentina, siendo relativamente común, pero no tan abundante como otras garzas, siempre que haya agua, ya que allí está su alimento, principalmente peces aunque su dieta carnívora suele aceptar otras presas. Esta garza es un ave grande y difícilmente se la confunda con otra garza u ave. A menudo se la ve cazando casi siempre con sus largas patas en el agua o mirando el agua desde alguna rama o tronco. El ave fue nombrada científicamente como Ardea cocoi por un naturalista sueco, Sonnerat, en 1776.

Garza mora o Hoko guasu. Foto: Carlos Ortega.

Garza mora o hoko guasu. Foto: Carlos Ortega.

La preferencia de la garza mora por el entorno natural se demuestra por el hecho de que una gran proporción de los individuos registrados a primera vista no están asociados con infraestructura hecha por el hombre, a excepción de tajamares o préstamos que se han ido naturalizando. La especie vive en una amplia variedad de hábitats de agua dulce o humedales en ecosistemas tropicales y subtropicales de tierras bajas y húmedas.

La garza mora caza peces en aguas lénticas con buena vegetación o aguas con orillas irregulares. Aunque básicamente es un cazador solitario, las garzas moras se pueden observar en grupos en momentos en que hay muchos peces concentrados en poca agua, normalmente en períodos de sequías. Esta garza es un acechador silencioso, que avanza lentamente en profundidades de agua de hasta unos 40 cm de profundidad, hasta que se encuentra al alcance de su presa. La técnica de caza en sí es la captura por agarre y son muy habilidosas para la captura, que básicamente es sobre peces capturándolas con la boca o arponeándolas, y el conocimiento actual nos marca una cierta preferencia por un tipo de pez que ronda entre los 35-50 gramos de peso, y estos implican hasta un poco más del 90 % del volumen que ingieren; pueden también consumir moluscos (caracoles) o invertebrados como libélulas. Para no competir con otras aves acuáticas que utilizarían el mismo hábitat y podrían estar consumiendo el mismo tipo de alimentos, estas tienen sus horarios de actividad, principalmente desde el amanecer hasta las 9 h aproximadamente y a partir de las 15 h, aunque el período es más extenso en invierno que en verano.

Garza mora o Hoko guasu. Foto: Carlos Ortega.

Garza mora o hoko guasu. Foto: Carlos Ortega.

No es una especie que tenga problemas de conservación y en algunos lugares sus poblaciones están aumentando. Obviamente, la desaparición de humedales o la pérdida de calidad de estos afectaría a esta especie, como el avance de la agricultura, el uso de agroquímicos, la desecación de humedales, el avance de las urbanizaciones; sin embargo, parece que no tiene presión de cacería, aunque he visto que ha sido presa de algunos cazadores para incorporar proteína animal a sus dietas. Lo cierto es que esta hermosa garza es majestuosa y se deja apreciar a quienes les gusta observarlas en la naturaleza. Su estado inmóvil, su mirada fija a algo que está en el agua, y su rara vez fallido intento de caza, la hacen un ave extraordinariamente importante en los ecosistemas acuáticos que deberíamos poder conservar.

Gracias una vez más a Carlos Ortega por las fotos y por compartir y ayudarnos a compartir la bella natural de las aves y su entorno natural.

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