Nacionales
Con la cola dominando el aire
Alectrurus risora.. Foto: Rebeca Irala.
Otra de las características de las aves que se nos hace difícil “homologar” con nuestros cuerpos de mamíferos y además sin cola, es el rol de esta. Primero que no tenemos cola como tal, podemos tener nalgas o trasero, pero cola como muchos animales mamíferos no tenemos, así que es difícil imaginarnos cómo podríamos mover algo que no tenemos, sea porque estamos contentos como hacen los perros (o los cánidos en general) o cuando estamos enojados o molestos como hacen los gatos (y los felinos en general). Y sin ser gracioso, algunos podrían decir que no podemos mover la cola, pero ha servido y sirve a ciertos fines, y ahí me quedo para no parecer (ni ser) biológica y etológicamente inapropiado.
Quiero enfocarme en la cola de las aves, esas fascinantes colas de las que ya hemos hablado como en la calandria, o como en el pavo real. Quisiera poder extenderme en el rol de esa parte del cuerpo en las fantásticas aves. Las colas en las aves tienen diferentes e importantes funciones, y una de ellas es ayudar a una característica propia de las aves, aunque no exhaustiva ni exclusiva, que es el control del vuelo. No es exhaustiva porque no todas las aves vuelan (los ñandúes) ni es exclusiva, ya que hay otros animales que no son aves que también vuelan (los murciélagos, los insectos). Las colas tienen un papel fundamental para poder volar, ya que ayudan al ave a darle estabilidad y dirección mientras están en el aire y obviamente todo en forma voluntaria. Las aves deciden cuándo y cómo mover las colas para ciertos objetivos. La cola está formada por varias plumas y en algunos casos por plumas diferentes. Estas ajustan el ángulo y la amplitud de las plumas de la cola (plumas caudales) y así hacen delicados ajustes a su línea de vuelo. Estas plumas caudales son conocidas como timoneras o rectrices, y ahora entendemos por qué se llaman así, son el timón del ave. No me gusta utilizar “rectrices”, ya que es una palabra que no existe en nuestro idioma. Es un barbarismo (anglicismo) de “rectrix” que tiene que ver con gobernar, dirigir e inclusive el nombre la pluma principal de la cola de las aves para controlar la dirección. También la cola tiene una función de balance, les ayuda al equilibrio. Y además les posibilita el aterrizar a modo de un freno, ya que les ayuda a reducir la velocidad y controlar el descenso hacia el piso u otro elemento donde posarse, por ejemplo una rama.
El rol de la cola de las aves para comunicar ya lo hemos visto, para atraer a la pareja, para dar señales de presencia a otros, para mostrarse, para defender territorios, para alertar a otros de peligro, en fin, con diferentes roles. Esta forma de comunicación que tiene funciones de despliegue es muy particular en los machos que necesitan mostrarse durante los rituales de cortejo para así poder convencer a una hembra de ser elegido (evidencias de los esfuerzos de los machos para que las hembras decidan, cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia, entiéndase evolución y convergencia adaptativa). Ahora como vimos las plumas son extensiones de la piel que además tienen terminaciones nerviosas y estas envejecen y se cambian, en un proceso que se llama muda (“mudan de ropa”) y esto que tiene que ocurrir biológicamente, fisiológicamente implica la desaparición de un instrumento de extrema importancia para las aves, por ello, en el caso de las aves que vuelan, la muda es uno de los períodos de mayor vulnerabilidad, ya que en muchos casos no pueden volar.
Lo cierto es que la cola es muy característica del tipo de ave y ha evolucionado con fines muy particulares, por alguna razón los ñandúes y otras aves emparentadas no tienen cola (o non tienen una cola evidente), observen que cuanto menos vuelan, o directamente no vuelan, las aves tienen colas menos desarrolladas. Observemos un inambu o perdiz, el mismo ganso o pato, pero miremos la cola que tienen aves que tienen que hacer muchas acrobacias por ejemplo las que viven en el bosque tupido en estratos medios y altos, como el tingasu o la charata. La forma, el tamaño, el número y los diseños y los colores de las plumas debería llamarnos la atención y preguntarnos sobre la estrategia adaptativa de tal característica. La diversidad de formas de la vida, la biodiversidad, no solo está en las especies sino también en la forma en que las especies se nos presentan, si no miremos solo la diversidad de colas y de plumas en la cola que tienen las aves.
Un agradecimiento especial a Rebeca Irala y Carlos Ortega por sus contribuciones con las fotos.
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