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Nacionales

Paraguay, el gran humedal, y sus cursos de agua

Arroyo Aguaray Guasu. Foto: Lidia Pérez de Molas.

Arroyo Aguaray Guasu. Foto: Lidia Pérez de Molas.

Cuando observamos el mapa hidrográfico del Paraguay, el país es un gran humedal a escala del paisaje, solo con una pequeña porción en el noroeste del país, sin cuerpos de agua, en la zona de los médanos en el límite con Bolivia. Sin embargo, el resto del país es una compleja e intricada red de cursos y cuerpos de agua, mayormente naturales, y otros creados por el ser humano con diferentes fines. Algunos cuerpos de agua generados para la producción de energía eléctrica (hidroeléctrica) como son los “embalses” o mal llamados lagos de las represas Itaipú y Yacyretá, o la innumerable presencia de tajamares (reservorios) que se han generado para acumular agua y disponerla en tiempos de sequías (para el ganado por ejemplo), o tajamares que quedan de la construcción (elevación y compactación de rutas) o sencillamente canales que sirven para desaguar o irrigar. Si bien esos cuerpos de agua también son claves para la biodiversidad y si bien la han alterado, han permitido un incremento de biodiversidad local que antes no ocurría o limitaba la presencia; no es sobre esos cuerpos artificialmente creados lo que me motivó a escribir hoy. Gracias al empuje constante de la profesora Lidia Pérez de Molas. Las fotos de Lidia son sobre los innumerables cursos de agua (ambientes conocidos como lóticos, en contraposición a los lénticos que son los que tienen aguas quietas, como lagos, aguadas, esteros, bañados y lagunas).

Si pudiésemos ver desde el aire nuestro querido Paraguay, veríamos un sistema similar a lo que es sistema circulatorio con venas y arterias que se interconectan, se dividen, e irrigan diferentes partes del país (del cuerpo), algunos nacen y desaparecen sin una conexión aparente (los llamamos endorreicos, en contraposición a los exorreicos que son los que llevan sus agua a algún otro sistema hídrico), otros alguna vez seguramente fueron cursos de agua importantes pero no tienen agua que fluya en su cauce (los conocemos como paleocauces, paleo viene de “antiguo”), y el concepto asociado de “delta” para imaginar cómo un sistema de cursos de agua convergen en un lugar formando islas, isletas para juntar sus agua en otro cauce mayor. Paraguay tiene una gran diversidad de cursos de agua que mueven aguas de un lado (zona de captación) hacia otro (zona desagüe) y en su paso irrigando diferentes ambientes. Al igual que en nuestro sistema circulatorio, usar, interrumpir o desaviar el flujo sanguíneo tiene implicancias para el cuerpo, lo mismo ocurre en los sistemas naturales. Y tener en cuenta que estoy hablando del agua que vemos en superficie y no el agua subterránea o los acuíferos, otro tema para abordar en el futuro.

A veces esta interrupción en el flujo puede ser recomendable para poder hacer que haya irrigación, a veces puede ser nefasto al cortar la irrigación y dejar sin vida una porción del sistema (o del cuerpo). Y vean que no me refiero ni a la red de vasos sanguíneos ni de cursos de agua. Y como hemos denominado al sistema sanguíneo para poder entenderlo mejor (arterias, venas, vasos, capilares, y otros), también lo hemos hecho con los cursos de agua y podemos oír o leer sobre ríos, riachos, arroyos; todos ellos parte de un “sistema circulatorio” que evolucionó y se comporta respondiendo a variables climáticas como la lluvia y las variables geológicas como la forma del terreno. La evolución de estos cursos, es decir cómo explicamos que lleguen esos paisajes a nuestros días, lo hace la geomorfología ambiental. Quienes viven y conocen los cursos de agua saben que sus formas cambian, y lo hacen mayormente debido al volumen de agua que tienen (el caudal).

Todos sabemos qué es un río, pero entramos en dudas cuando hablamos de arroyos y riachos, y hasta riachuelos, todas palabras asociadas a los ambientes lóticos. Un arroyo tiene un caudal corto de agua pero casi continuo, y se diferencia de riachos y riachuelo por el tamaño y el caudal que tienen en la cuenca hidrográfica. La cuenca es esa parte del paisaje que capta el agua, por ejemplo de lluvia. Los riachuelos son los más pequeños, los arroyos medianos y obviamente los ríos los más grandes. En muchos casos, un arroyo se transforma en rio a medida que se ensancha y lleva más caudal (como el caso del Yhaguy). Estos cuerpos de agua son importantes y a veces no somos conscientes de ellos, con beneficios económicos ya que soportan actividades como la agricultura, la industria y el uso doméstico, la pesca y la acuacultura, sin olvidar el transporte que permite mover productos y personas.

Y quisiera detenerme un poco más de la relación entre los cursos de agua y la biodiversidad. Ellos proveen de hábitat para una gran cantidad de especies de peces, anfibios, insectos, aves y mamíferos, que son claves para mantener un ambiente saludable y funcional. En términos de hábitat, les provee a las especies de lugares de protección, de reproducción, de alimentación con diversidad de microambientes; también proveen conectividad ya que son corredores naturales que permiten que las especies se muevan entre diferentes ambientes y hábitats, facilitando el intercambio genético. Muchas especies requieren de estos corredores para su dispersión y migración. El transporte de los nutrientes es crucial para mantener la productividad de los ecosistemas y las diferentes redes alimentarias. Imaginen que los cursos de agua son filtros naturales que retienen y remueven tanto contaminantes como sedimentos del agua, en asociación con la vegetación particulares de los bancos que además ayudan a estabilizar el suelo, prevenir la erosión y también evitar que ingresen sedimentos y contaminantes al agua. Y finalmente como hablamos ya, muchas plantas hidrófilas, otras higrófilas, dependen de estos cursos de agua y de sus pulsaciones.

Los ríos, arroyos y riachos están sufriendo numerosos riesgos y en muchos casos ya vemos los impactos, tanto de la contaminación, como la degradación, la extracción y en muchos casos no perceptibles pero de los cambios climáticos. Parece que no entendemos todavía y necesitamos más lecciones de la naturaleza que debemos ser conscientes de las interrupciones y disrupciones que causamos a los sistemas, que afectan el delicado balance y que además impactan sobre la biodiversidad. Al igual que en nuestras vidas, intervenir el sistema sanguíneo puede llevarnos a mejorar la vida , interrumpirla o desviar, y no podemos darnos el lujo de creernos superior a las leyes de naturaleza.

Todo Paraguay está influenciado por sus ríos, en particular los ríos Paraguay y Paraná y todos sus tributarios, sin olvidarnos de las fronteras políticas que son naturales como los ríos Negro, Apa y Pilcomayo. Todo nuestro sistema hídrico funciona con la captación de agua en la temporada de lluvia (de octubre a marzo) y la vida inclusive nosotros y nuestros sistemas evolucionaron y se adaptaron a estas condiciones. Solo a nosotros se ocurren invadir zonas ribereñas en las que nunca habitaron personas, y luego tenemos las consecuencias de las inundaciones. Nuestras intervenciones, si bien puntuales afectan a un rio (un gran sistema) que tiene una gran longitud, imaginen que el río Paraguay tiene 2.600 km mientras que el Paraná tiene 4.500 km, y esto implica una responsabilidad compartida ya que ambos vienen de otro país, pasan por Paraguay y continúan a un país diferente.

Cuando observes un curso de agua piensa en cuál es la cantidad de agua que se necesita para que ese curso mantenga la vida que normalmente brinda, es decir cuál es la cantidad, calidad y régimen del agua que circula que se necesita para que los ecosistemas asociados, ecosistemas acuáticos puedan mantener sus funciones, procesos y ser resilientes para continuar brindando bienes y servicios a la sociedad. Ese caudal se lo conoce como caudal ecológico y deberíamos exigir, al menos, que el caudal ecológico se mantenga para todos y cada uno de los cursos de agua que intervenimos. Por otro lado, beneficios ecosistémicos ya que permiten la biodiversidad y muchos animales y plantas dependen del agua, y brindan no solo agua sino que aportan por transporte (sabemos qué pasa cuando se afecta el transporte por el río Paraguay) y deposición los nutrientes (los humedales asociados al río Paraguay). También son una fuente de agua que permite mantener el ciclo del agua y recargar los acuíferos, además de brindar agua para la ingesta, para la irrigación y los procesos industriales (todo lo que el Tebicuary nos permite). Un beneficio a veces poco perceptible es el control de las inundaciones ya que son sistemas naturales de drenaje que sacan el exceso de agua de zonas alagadas. Y finalmente permiten el turismo y la recreación y hasta hacemos “costaneras” y “ramblas” para poder disfrutar mejor de ese atractivo, que además nos hace muy bien a la salud.

 

  • Arroyo Tobatiry. Foto: Lidia Pérez de Molas.

    Arroyo Tobatiry. Foto: Lidia Pérez de Molas.

  • Arroyo Tobatiry. Foto: Lidia Pérez de Molas.

    Arroyo Tobatiry. Foto: Lidia Pérez de Molas.

  • Canoero en el Río Tebicuary. Foto: Lidia Pérez de Molas.

    Canoero en el Río Tebicuary. Foto: Lidia Pérez de Molas.

  • Arroyo Santa Isabel en Garaycue. Foto: Lidia Pérez de Molas.

    Arroyo Santa Isabel en Garaycue. Foto: Lidia Pérez de Molas.

  • Riacho San Francisco. Foto: Lidia Pérez de Molas.

    Riacho San Francisco. Foto: Lidia Pérez de Molas.

  • Río Aquidaban. Foto: Lidia Pérez de Molas.

    Río Aquidaban. Foto: Lidia Pérez de Molas.

  • Rio Tebicuary (foto Lidia Pérez de Molas)

    Rio Tebicuary. Foto: Lidia Pérez de Molas.

  • Arroyo Aguaray Guasu. Foto: Lidia Pérez de Molas.

    Arroyo Aguaray Guasu. Foto: Lidia Pérez de Molas.

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