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El síndrome de la dispersión, para aumentar las posibilidades de éxito

Llamativa-Sterculia-striata. Foto: Lidia Perez de Molas.

Llamativa-Sterculia-striata. Foto: Lidia Perez de Molas.

Ya hemos hablado de los frutos y las estrategias de reproducción de las plantas, y también hemos hablado de las semillas y la dispersión; sin embargo, motivado por las bellas fotos que Lidia Pérez de Molas me ha compartido, como así también algunos temas de los cuales me invita (e inspira) a explayarme. Por ello vamos nuevamente con un tema fascinante que tiene que ver con las estrategias que tienen las plantas para poder lograr su perpetuación; es decir, dejar descendencia que permita hacer que los individuos de las diferentes especies puedan transferir sus cargas genéticas, combinarlas con las de otros individuos, generar fortaleza genética a través de la heterogeneidad y así ser exitosos en la supervivencia.

Las plantas que tienen flores se las conocen como angiospermas y las que no tienen flores se llaman gimnospermas, quizás las gimnospermas más conocidas son los pinos, y seguramente el resto de las plantas que conozcan son mayormente angiospermas. Pero ambos grupos son espermatofitas, plantas que tienen semillas, y recordemos que una semilla es un óvulo (célula femenina) fecundado por una célula masculina, que está contenida en el polen. Estas semillas tienen “la enorme responsabilidad” de perpetuar la especie y por ello han ido evolucionando con la adopción o adaptación de características que le permiten consolidar su “razón de ser”. Estas características se conocen con el nombre de síndrome de dispersión, es decir, qué adaptaciones tienen para lograr dispersarse y cuando piensen en
dispersión consideren que estas semillas tienen que alejarse de las plantas madre (o padres), para que su germinación y crecimiento sea exitosa. Muchas veces vemos muchos “renovales” debajo de muchas plantas y podemos ver ninguno de ellos (o pocos) llegar a ser exitosos.

La ciencia estudia los síndromes dispersión y este conocimiento nos permite no solo entender los patrones de dispersión de las semillas y realizar comparaciones entre los ambientes y las especies, sino entender cómo ciertos agentes contribuyen a la dispersión de las semillas en los diferentes ambientes, y cómo influyen en la estructura y composición de la vegetación. Hoy sabemos que en climas más secos predominan los métodos de dispersión que se apoyan en el viento (conocido como anemocoria), mientras que, en climas más húmedos, la dispersión se apoya más en el rol que cumplen los animales (conocido como zoocoria). Como ejemplo, en los bosques húmedos hay gran cantidad de frutos y carnosos, que contienen las semillas que, al ser consumidas por los animales, asisten en la dispersión.

Entonces, parece lógico tener frutos atractivos y sabrosos para que la fauna los ingiera y que, además, el paso por el tubo digestivo no vaya en detrimento de la viabilidad de la semilla. Una adaptación que tienen algunas semillas para promover más su consumo es la presencia de un arilo, una sustancia carnosa que se deriva del ovario, que puede ocupar toda o parte de la semilla. Estos arilos se consideran como una recompensa para quienes ayudan en la dispersión. Una forma de dispersión es pegarse a la piel o cobertura (pelaje) de la fauna y ser llevada a otro sitio, y eso lo vemos muchas veces con nuestros animales domésticos, a los que se les pegan estas semillas. Es más, a nosotros mismos se nos pega el taha taha.

La ornitocoria es una forma muy particular de dispersión de las semillas llevada a cabo por las aves, que ayudan a que los propágulos (las nuevas plantitas) crezcan alejadamente de sus progenitores. Cuando la dispersión la llevan a cabo los murciélagos, se llama quiropterocoria. El rol que cumplen estos animales es clave, permitiendo la regeneración y que muchos árboles y arbustos puedan crecer y controlar la proliferación de pastos y helechos que muchas veces por su heliofilia (amor al sol) crecen y se expanden impidiendo que el bosque se regenere.

Las frutas en general tienen ya mecanismos para dispersar a sus semillas, como por ejemplo los frutos que “se abren” ayudando a dispersar sus semillas, liberarlas y dejarlas libres. Estos frutos se llaman dehiscentes en contraposición con los que no se abren y se conocen como indehiscentes. Si pueden echar un vistazo a las imágenes que tan gentilmente nos ha compartido Lidia Pérez, podrán ver estas adaptaciones, cualidades de las semillas o de los frutos que las contienen. Ahora tenemos más información para apreciar estas adaptaciones, y entender cómo lograr perpetuarse.

  • Matayba elaeagnoides, semilla con arilo. Foto: LIdia Pérez de Molas.

    Matayba elaeagnoides, semilla con arilo. Foto: LIdia Pérez de Molas.

  • Semillas de Ocotea diospyrifolia. Foto: Lidia Pérez de Molas.

    Semillas de Ocotea diospyrifolia. Foto: Lidia Pérez de Molas.

  • Bidens, ejemplo de zoocoria. Foto: Lidia Pérez de Molas.

    Bidens, ejemplo de zoocoria. Foto: Lidia Pérez de Molas.

  • Semillas del cactus Echinopsis. Foto: Lidia Pérez de Molas.

    Semillas del cactus Echinopsis. Foto: Lidia Pérez de Molas.

  • Semillas voladoras de lapacho Tabebuia roseo alba. Foto: Lidia Pérez de Molas.

    Semillas voladoras de lapacho Tabebuia roseo alba. Foto: Lidia Pérez de Molas.

  • Semillas y fruto de quebracho. Foto: Lidia Pérez de Molas.

    Semillas y fruto de quebracho. Foto: Lidia Pérez de Molas.

  • Tractiva Guibourtia Hymenaeifolia. Foto:Lidia Pérez de Molas.

    Tractiva Guibourtia Hymenaeifolia. Foto:Lidia Pérez de Molas.

  • Guarea kunthiana-semilla atractiva. Foto: Lidia-Perez-de-Molas.

    Guarea kunthiana-semilla atractiva. Foto: Lidia-Perez-de-Molas.

  • Fruto y semillas de Morisonia speciosa. Foto: Lidia Pérez de Molas.

    Fruto y semillas de Morisonia speciosa. Foto: Lidia Pérez de Molas.

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