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El lechuzón orejudo en difícil situación

Lechuza. Foto: Tatiana Galluppi,

Lechuza. Foto: Tatiana Galluppi,

Hace unos días, la bióloga Gladys Valenzuela, del Parque de la Salud, me contactaba por un pichón de ave que había aparecido luego de una tormenta, y tanto a ella como a mí, y a todos los que vemos estas aves, nos enternece su aspecto, pero también nos ocupa qué hacer cuando luego de las tormentas aparecen estos pichones que se salen de sus nidos, y en muchos casos sus progenitores no están en cercanías como para rápidamente poder ir al rescate de su pichón. Y gracias a Gladys me motivé a escribir sobre esta ave rapaz, que muchas veces pasa desapercibida por sus hábitos pero que está allí. De hecho, Gladys comentaba que una pareja de lechuzón orejudo habitaba hace algún tiempo el Parque de la Salud en la ciudad de Asunción, y evidentemente siguen por allí porque han nidificado en el Parque, más evidencia no hace falta, apareció este pichón en una situación difícil. Por suerte para el pichón, fue Gladys y su gente quienes lo encontraron primero.

El pichón tenía unos rasgos muy particulares, pero siempre es mejor consultar con los expertos en el tema, así que gracias a Rob Clay, Luis Doldán y Tatiana Galluppi, quienes gentilmente nos confirmaron, sabemos que se trataba del lechuzón orejudo, conocido en guaraní como ñakurutu’i y científicamente como Asio clamator. Tiene un disco facial amarronado y blancuzco bordeado de negro y es un habitante de las áreas abiertas y zonas de árboles. Ocupa gran parte del territorio nacional y si bien lo llamamos lechuzón es un búho de tamaño mediano, de hecho “el ser un pequeño ñakurutú” ya nos dice de su parecido con un búho de mayor tamaño. Tiene unos ojos color miel o canela. También se lo conoce como el búho gritón, o búho cara blanca, y originalmente su nombre científico hacía alusión a un “falso búho”. Y la denomación de clamator deriva del latín y significa precisamente gritón.

Parece que este lechuzón nidifica en el suelo y su nido no es nada complejo, muy rudimentario, bastante oculto entre los pastos y en una depresión, así que el pichón que se encontraba en el Parque de la Salud no se ha caído de un árbol durante una tormenta. Hubiese sido un grave error quizás subirlo a un árbol, seguramente la razón de su abandono del nido fue otra. Por ello es importante conocer los hábitos de las especies para poder asistirles.

El grupo de los Strigiformes congrega a los búhos y las lechuzas, y en Paraguay tenemos unas 16 especies de este grupo de aves, cuyos sexos son similares, con pico curvo y corto y patas cortas y dedos emplumados. Son grandes cazadores, son rapaces, muy hábiles, nocturnos o crepusculares, mayormente solitarios. Se alimentan de presas vivas, principalmente pequeños mamíferos y otras aves, inclusive reptiles y aves, y como las ingieren enteras luego “vomitan” parte de lo ingerido en particular los huesos y las plumas o pelos, dependiendo de lo que hayan comido. Los que trabajamos en vida silvestre buscamos en la naturaleza las egagrópilas que son precisamente estas regurgitaciones que se presentan como bolas de pelos, plumas, huesos, materiales de sus presas que no pueden digerir. Estas egagrópilas bastante comunes donde hay lechuzas y búhos nos enseñan qué comen estos animales.

Sabemos que tienen una gran habilidad para ver de lejos, pero su visión cercana es muy mala, y pueden girar su cabeza por la flexibilidad en el cuello. Tienen 14 vértebras mientras que nosotros tenemos la mitad. Eso hace que puedan mover la cabeza casi ¾ partes de un giro completo. Sus vocalizaciones son bien características y permite identificar la presencia de la especie cuando no tenemos chances de verlas.

Por diferentes razones estas aves han sido asociadas con la mala suerte, la muerte, la oscuridad y los aspectos ocultos, pero nada de eso es probable: son aves que cumplen un rol clave en el ecosistema y, además, no pueden girar la cabeza 360 grados. Un grupo más de aves y de la biodiversidad que debemos conservar. Finalmente, Gladys nos cuenta que uno de los padres apareció y que el pichón fue devuelto al lugar donde fuera encontrado.

Se agradece a Gladys Valenzuela, del Parque de la Salud en Asunción.

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