Nacionales
Arañas comunales, ñandutí compartido
Detalle de la araña tejedora colonial. Foto: Carlos Ortega
Hace unos días, el apreciado Carlos Ortega me compartía unas fotos muy llamativas de un ave atrapada en una tela de araña, experiencia que vivió en el Parque Nacional Cerro Corá, en el extremo norte de la región Oriental del Paraguay. Son muy llamativas ya que uno pensaría que un ave no podría quedar atrapada en una tela de araña, pues Carlos nos presenta la evidencia de que sí. Sin embargo, no es cualquier ave ni es cualquier tipo de araña. El ave es una ratona grande (Campylorhynchus turdinus), su nombre indica que tiene un parecido con los zorzales, pero en realidad su comportamiento es muy diferente, y el parecido seguramente es solo por la coloración. Es un ave que se alimenta de invertebrados, particularmente insectos que deambulan de rama en rama, en pareja o pequeños grupos; y es bastante plástico en la selección de sus ambientes, que son diversos, desde bosques altos y húmedos hasta áreas abiertas de pastizales, humedales y hasta ambientes degradados.
Este ejemplar, seguramente en su deambular en búsqueda de alimentos, no se percató de la existencia de una tela de araña, pero no es una tela cualquiera y tampoco se construye en cualquier parte. La tela pertenece a la araña comunal (Parawixia bistriata) también conocida como ñandutí. Sí, como lo están leyendo, ñandutí, el nombre con el que se denomina al tejido intrincado que es elemento emblemático del Paraguay. La artesanía paraguaya por décadas ha tejido fibras naturales en ese material intrincado conocido como ñanduti, que en guaraní literalmente significa telaraña. Para ver el ñandutí, uno podría imaginarse fácilmente una colonia de arañas comunales y tejedoras (o como se les denomina en inglés, araña tejedora colonial) y, seguramente que sirvieron de modelo para inspirarse en estos famosos tejidos. A principios del siglo XIX, también se realizaron estudios sobre las posibilidades de explotar la seda hilada por estas colonias en la producción textil comercial.
Esta araña tejedora comunal fue parte de uno de mis estudios a finales de la década de los años 80, ya que me llamaba mucho la atención la construcción de sus grandes telarañas, y la ubicación casi perfecta de todas las arañas en la “tela”, en posición de cacería, la que se producía al atardecer y durante la noche. Durante el día, todas las arañas se agrupaban en un gran “bodoque” negro entre las ramas de algún árbol que daba sostén a la tela. De gran dureza y resistencia, sabía que por la ubicación de la construcción, siempre a los bordes de los bosques o isletas de bosques en zonas más o menos abiertas, estas arañas explotaban este espacio particular. Ni estaban dentro del bosque, ni estaban en los pastizales sin árboles o arbustos. Cualquier embestida de la tela debía ser por algún animal relativamente alto ya que las telas no llegaban al piso, por lo que evidentemente explotaban un espacio muy particular del ambiente.
De todas mis observaciones, he visto mborevi (tapires) y guasu (corzuelas) llevarse los ñandutíes consigo y con ellos las mismas arañas, las que seguramente usan esto como estrategia de dispersión, y he visto muchos insectos, en particular mariposas nocturnas, caer en las redes del ñanduti; pero jamás había visto un ave quedar atrapada en una tela de araña, como lo que captó Carlos, a quien le estoy inmensamente agradecido.
Estudios previos ya habían indicado que esta araña comunal tiene rasgos muy particulares, comenzando por su hábito colonial, lo que puede responder a mayor eficiencia en la cacería, reducción de la presión de depredación, eficiencia en el manejo corporal de las temperaturas, entre otros. Pero haber servido para que un ave cayera en la misma, es algo inédito para mi conocimiento.
La naturaleza no deja de sorprendernos, cada día, cada experiencia es algo nuevo, que seguramente trae una historia evolutiva que difícilmente podamos imaginar, cómo llegó una araña a hacerse colonial y cómo evolucionó para explotar un determinado ambiente, el cual de desaparecer, seguramente hará que desaparezca. No sabemos cuál fue el destino de la ratona grande, pero parece que el resistente ñandutí le jugó una mala pasada.
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