Nacionales
Perder las patas fue también una alternativa
Volar pudo haber sido una alternativa válida y parece que lo fue ya que no solo las aves se nos presentan hoy en esta gran diversidad de especies que vuelan y otras que dejaron de volar, sino que otros también lo hicieron, independientemente, como insectos y murciélagos. Sin embargo, hay otra fisonomía, otra forma que siempre me ha generado preguntas y son los animales que evolutivamente perdieron las patas, sus miembros, como las serpientes.
Y si miramos el mundo animal vemos que hay varias especies y grupos que no tienen patas, como los gusanos, como algunos moluscos, y que han desarrollado diferentes formas para poder moverse. Al analizar mejor estas especies, vemos que algunas de ellas y sus grupos emparentados tienen patas o miembros en diferente estado de desarrollo “o subdesarrollo”. Ya vimos que las aves están emparentadas con los cocodrilos (y nuestros yacarés o caimanes), y lo vemos en las estructuras de su piel (plumas y placas), pero las serpientes, esos animales que definitivamente no tienen patas (y decimos que son ápodos) están más emparentados con los lagartos y lagartijas, y hasta con las tortugas. Toda esta diversidad viene de un ancestro común, y parece ser que los reptiles evolucionaron de los anfibios, algo así como lo que conocemos hoy como un sapo (kururu), dio origen a la línea evolutiva que finalmente llevaría a los reptiles, aves y mamíferos. Me estoy yendo muy “atrás” en el tiempo evolutivo, porque ya vimos que un dinosaurio fue el origen de las aves y los cocodrilos. Ese “batracio” que fue el ancestro de lo que hoy conocemos como reptiles evidentemente tenía cuatro patas, entonces las serpientes han evolucionado de una reptil que tenía cuatro patas, y lo más interesante de la naturaleza es que cuando miramos esta diversidad, por comparación, por tener las respuestas, porque los saurios o lagartos, que asumimos que todos tienen cuatro patas, tienen una diversidad de formas que nos dan pautas de cómo podría haber ocurrido.
Tenemos lagartos o lagartijas, lo que llamamos los saurios, que se han elongado y hasta han reducido el tamaño y la existencia de sus patas. Tenemos inclusive lagartos sin patas, lagartos ápodos que nos muestran cómo un grupo similar a ellos pudo haber evolucionado. Este es el caso de dos elementos de nuestra fauna, los lagartos ápodos Ophiodes y Bachia, que son lagartos sin patas, como comúnmente se los llama, pero si analizamos bien su morfología, su anatomía, y si miramos bien, ambas especies se parecen mucho a las serpientes, hasta algunos les dicen culebras o serpientes ciegas (por lo pequeño de sus ojos), pero en realidad son saurios y tienen vestigios de sus miembros, de sus patas.
Entonces, parece que las serpientes evolucionaron de un saurio que perdió las patas, y si esto es así, alguna razón adaptativa tuvo que ocurrir algo que tardó millones de años en ocurrir y seguramente responde a animales que desarrollaron extremidades cada vez más pequeñas hasta que, finalmente, sus patas y brazos desaparecieron. Este tipo de cambios evolutivos a menudo ocurre durante largos períodos de tiempo. La evidencia dice que las serpientes tenían originalmente patas, y lo podemos ver en, por ejemplo, las boas como la mbói ro’y y las anacondas como la kuriju, si las miramos bien, podemos ver que tienen vestigios de sus patas traseras, mientras que en el resto de las serpientes ya no quedan estos vestigios.
Pero concentrémonos en los dos lagartos apódos cuyas fotos gentilmente me las cedieron Rodney Murillo Peixoto Couto y Jose Maciel, a quien les estoy muy agradecido, ya que las fotos motivan. Por un lado, el lagarto de cristal, el lagarto ápodo Ophiodes intermedius que definitivamente no tiene miembros anteriores, pero sí unos vestigios de los miembros posteriores, y tiene esa habilidad de liberar la cola cuando se siente agredida, algo que las serpientes no pueden hacer. Una característica más de que no es serpiente sino lagarto (pero sin patas). Esta viborita de cristal tiene una gran habilidad para moverse entre la vegetación normalmente pastizales. Y otra especie muy llamativa es Bachia bresslaui, también conocida como serpiente ciega en Brasil, que tiene problemas de conservación ya que sus poblaciones están vulnerables y por el contrario tiene miembros muy pequeños, tanto anteriores como posteriores, que más se parecen a un dedo que surge del cuerpo.
Ambas especies de nuestra fauna se parecerían a lo que dio origen a las serpientes, evidentemente existió un ancestro que por razones adaptativas, quizás porque les facilitaba el acceso a ciertos lugares en donde las patas podían ser una molestia, como huecos, pozos, espacios pequeños, donde podrían encontrar alimentos (conquistando así nuevos hábitats y ocupando nuevos nichos), o quizás algo relacionado con su comportamiento reproductivo, pero lo cierto es que la falta de miembros o patas ha demostrado ser una adaptación para los saurios o lagartos. Este es un buen ejemplo de evolución convergente ya que lagartos no relacionados han evolucionado independientemente en reptiles largos y delgados sin patas. Esta diversidad de la vida es clave para nuestra supervivencia, debemos conservar la riqueza por su valor mismo y también porque allí están todas las respuestas que nos hacemos. Es simplemente una cuestión de mirar y analizar.
Agradezco a Murillo Couto y a José Maciel, por el apoyo con las fotografías, fuente de inspiración para escribir sobre naturaleza.
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