Nacionales
Con ganas y necesidad de aparearse
Entramos en un mes muy particular para la vida en sus diferentes formas, sean plantas, animales, o nosotros mismos. Septiembre, además de ser el mes de la juventud, es el mes del amor, como se le ha dado en llamar. Ambientalmente, se dan condiciones para que varias especies comiencen con sus preparativos internos y externos con fines de dejar descendencia, y es así que varias especies se aparean en el mes que comienza la primavera. Normalmente esto se da en consonancia con el nacimiento de las crías en épocas propicias de abundancia de alimentos, refugio y climas más apropiados. Es decir, seguramente el apareamiento y reproducción se da en esta época del año porque hay abundancia de recursos naturales para hacer frente a las exigencias que demanda la reproducción.
El mes de septiembre acarrea cambios ambientales en el clima y por ende en la vegetación y en las vidas de muchos animales, con cambios hormonales que llaman al buscar una pareja y aparearse. Tan importante es este período que varias especies han desarrollado diferentes habilidades para mostrarse, exhibirse, y llamar la atención de otros individuos. Varias aves tienen despliegues excepcionales, comportamientos que permiten que sus plumas y sus voces muestren todo su esplendor. Algunas especies de aves han evolucionado para dejar sus hábitats y migrar hacia zonas más benevolentes donde reproducirse y asegurar la perpetuidad de la especie. Los estudios más recientes aseguran que los individuos también desarrollan habilidades para hacer que sus genes se perpetúen.
Las imágenes que nos comparte Rebeca Irala son contundentes, varias de las aves ya han encontrado pareja para perpetuar su especie, para perpetuar sus genes, seguramente luego de algunos esfuerzos para conseguir dicha pareja, que han significado profundos cambios internos (como los hormonales) y que se habrán manifestado en forma externa en el plumaje, en las ganas de “vocalizar (cantar)” más y de manifestarse con bailes y demostraciones muy sugestivas. En esta etapa también hay otras cuestiones de comportamiento para ser consecuentes con estos cambios, como el revisar los sitios dóode pondrán sus huevos, donde los incubarán y criarán sus pichones, en algunos casos reciclarán algo existente, en otros se pondrán a construir nuevos nidos, estos excelentes arquitectos e ingenieros.
Si bien es cierto que hay algunas especies que pueden reproducirse todo el año, como es el caso del masakaragua’i (Troglodytes aedon), otras una vez al año, como algunos psitácidos (loros y cotorras), y otras, en cambio se toman más tiempo, como las aves rapaces y algunas aves acuáticas como las cigüeñas, debido al esfuerzo que conlleva aparearse, y luego alimentar y criar a sus pichones. Imaginen que, en esta temporada, varios machos (de aves, ¡valga la aclaración!) exhiben plumajes más coloridos y nos deleitan con melodiosos cantos, algunas de las estrategias reproductivas más comunes para atraer a las hembras, otros hacen demostraciones grupales entre machos, como los bailarines (Pipriidae), y todas estas actividades implican consumo de energía que debe ingresar como alimentos, así que la disponibilidad de alimentos en calidad y cantidad, es una de las claves para una exitosa reproducción.
Una vez que aseguran la atención y aprobación de sus pares femeninas luego de una exitosa conquista, inicia la selección del lugar de nidificación (principalmente para aves que hacen sus nidos en cavidades o huecos) y el proceso de construcción de nidos (para aquellas que construyen nidos con materiales como palitos, hojas y otros elementos vegetales como fibras, algodón y hasta barro). Por otro lado, tenemos a las aves que no se esfuerzan tanto durante este último proceso, ya que pueden nidificar sobre el suelo, como los tetéu o tero (Vanellus chilensis) o el mismo ñandú (Rhea americana), e inclusive en vigas o tirantes, como las palomas, y aquellas que no se toman el mínimo esfuerzo, dado que parasitan otros nidos existentes, como el guyräu (Molothrus bonariensis) y el chochí (Tapera naevia).
Aún las especies que usan estratégicamente otros sitios para nidificar, exhiben comportamientos muy particulares, que iremos abordando. Veremos cómo las aves nos muestran sus “criterios” para seleccionar lo que la naturaleza oferta, sin crear artificialmente elementos para su nidificación.
En los próximos números vamos a seguir comentando sobre estos excelentes arquitectos e ingenieros, porque sus hábitos y habilidades, pueden darnos muchas pautas de cómo avanzar hacia un desarrollo más amigable con la naturaleza, si nos hemos desarrollado aeronáuticamente gracias a querer volar igual que las aves, seguramente en ellas podemos encontrar muchas otras respuestas, cuando en políticas públicas hablamos de adaptarnos a los cambios globales basados en los ecosistemas o encontrar soluciones en la naturaleza para nuestros desafíos de desarrollo.
Agradezco a Rebeca Irala Melgarejo por la motivación y las ilustraciones.
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