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Armando Barreto: “El MAG ofrece palas, carretillas y pollitos en época de crisis”

Armando Barreto. Foto: Gentileza

Armando Barreto. Foto: Gentileza

POR Martín Ramírez Machuca
Dr. en Linguística, Lenguas, Filosofía, Educación y Didáctica. Universidad de Kiel. Alemania.

Paraguay: el granero del mundo, se suele leer en los medios y escuchar en mítines políticos. Tan errada esta frase no estaría si no fuera porque la situación actual de la agricultura paraguaya está con diversos problemas. Una lucha entre grupos que defienden el cultivo de la soja, y otros que están en contra, otros que están a favor de la deforestación para ampliar campos y así criar más ganado.

Los pequeños productores y agricultores están presionados por los grandes agropoductores y la mecanización del cultivo, en fin, entrar en detalles en esta problemática nos ocuparía mucho tiempo.

Con el fin de entender algo básico de cómo funciona la agricultura en menor escala en nuestro país, El Nacional conversó con el Sr. Armando Barreto, un querido horticultor que se dedica a la producción de diversos productos agrícolas, nos cuenta su realidad desde su huerta, nervio motor de su propia existencia.

Desde que leí un posteo tuyo sobre alguna estrategia para aprovechar la cáscara de huevo, empecé a conocerte más en el ámbito de la agricultura, ¿qué te mueve para ayudar a los internautas que aman la agricultura?

Todo comienza por el gran respeto que le tengo a la Pachamama, naturaleza madre de todos. Haciendo un pequeño esfuerzo podremos avanzar y sobre todo mejorar nuestra calidad de vida, lo cual va a determinar nuestra permanencia en el planeta Tierra. En realidad es eso, si queremos que futuras generaciones puedan seguir disfrutando de sus bondades debemos cuidarla, nadie queda absuelto. Mientras pueda, quiero portar la bandera por un planeta más sano, si lo hiciéramos entre todos sería maravilloso. Hacer tu huerta en casa ya es un gran paso. Sé muy bien que mi dedicación y lo que hago es un grano de arena en el desierto pero un grano al fin.

Siempre se ha dicho que el suelo paraguayo es muy rico y en él puede crecer cualquier planta, ¿sigue siendo así, o ya las condiciones han cambiado?

Es un tema complejo, responder con franqueza hará que gente muy poderosa me declare la guerra. En fin, la verdad ante todo, muchos dirán que es mi verdad, pero seguiré sosteniendo que estoy en lo cierto. Hemos tenido una de las tierras, fauna y flora más ricas de este bendito planeta, no por nada el sabio Moisés Bertoni se instaló en 1886 al borde del Paraná donde fundó una Colonia que hoy lleva su nombre. (Les recomiendo vayan a ver e imaginen lo que representó venir de Suiza en ese periodo). Volviendo a lo nuestro, sí, hemos tenido las mejores tierras y el mejor algodón del mundo, lamentablemente hoy día de esas tierras quedan cada vez menos que no hayan sido invadidas por los transgénicos.

¿En que zona del país el suelo es más propicio para la creación de huertas familiares?

A partir del momento en que los israelíes lograron en pleno desierto crear paraísos donde sembraron frutales, hortalizas y hasta cannabis, nada es imposible, todo es cuestión de voluntad política y social, de lo cual estamos a años luz, lamentablemente. Aparte del Chaco, donde se haría más difícil, el resto del país está en condiciones de hacerlo, salvo en esos lugares donde lo transgénico dejó su marca y sabemos que llevará años regenerar el suelo.

¿Cuáles son los inconvenientes y retos actuales que los productores de hortalizas tienen que enfrentar?

Los de siempre, tanto antes como después de la dictadura, donde hay corrupción, los olvidados son la educación, la salud, los ancianos y campesinos. Producimos con medios arcaicos, nos encontramos solos frente a las enfermedades de plantas, usamos técnicas que poco o nada conocemos, trabajamos ni más ni menos como nos enseñaron nuestros progenitores, métodos del siglo pasado.

En los años ‘90 me encontraba en Francia. Esto es verídico y con toque de distinción suizo, una de las las grandes experiencias de cultivo orgánico en invernaderos. Producíamos lechugas, pepinos, tomates y diferentes hortalizas, se vendían exclusivamente en supermercados suizos, de allí salían pesados y etiquetados con precio final. Cada miércoles venía un ingeniero agronómo suizo, enviado por su gobierno bastante serio y poco accesible, medio argel.

Con el tiempo nos fuimos conociendo, le comenté que me estaba preparando para volver a Paraguay, quería producir esa calidad, pero por sobre todo estar con mi padre, compartir con él sus últimos años de su vida, creo fue el detonante, nos hicimos muy amigos. Le pregunté por su presencia cada miércoles, me contó que su función era controlar las plagas in situ, luego de saber qué insecto afectaba el cultivo, con otro combatía esa plaga, para eso abría un tubo del cual salían otros insectos “buenos” que se ponían a trabajar, eliminando la plaga en cuestión.

Mi paraguayito que llevo adentro le preguntó por qué el gobierno suizo estaría interesado en un productor francés. Su respuesta cambió no solo mi visión, sino que cambió el rumbo de mi vida. Respuesta: antes que nada certificaban la calidad de producción, al ser vendidos en un supermercado suizo tenían la garantía de que se alimentaban sanamente. Un cuerpo sano trabaja bien, no gasta en medicina, no falta a su trabajo y produce más. Rentable para todos. Me quedé boquiabierto.

Hasta la llegada de la pandemia nos frecuentamos, fui invitado en varias ocasiones a dar charlas a estudiantes en la escuela de Agronomía, les contaba cómo  logramos producir hortalizas con más de 40° sin refrigeración, y sin ninguna tecnología.

Se suele ver en los supermercados ferias de  comercialización de productos de la granja, ¿existe alguna organización que los aglutina?,  ¿cómo funcionan estos grupos?

Las hay, y muchas. Los pequeños productores se unen para un fin en común, cuando los privados fueron abandonando estas prácticas, ya que comercialmente no era lo esperado, el Ministerio tomó su lugar, lo que yo llamaría parches, son ferias donde el productor con su familia venden de manera directa lo que producen, lo cual no creo es la solución, ellos deben dejar de trabajar en el campo para ir a vender sus productos, y en ese tiempo, si hace calor, ¿ cómo lo compensan?, ¿quién riega su cultivo? La planta no perdona, ella no conoce de sábados, domingos o feriados. Lo importante y, bueno, por no decir la solución (no soy dueño de la verdad) sería tener diferentes focos de venta donde nos cobren una comisión justa, así el productor gana correctamente por su producto.

El agricultor depende del clima, ante desastres naturales, ¿qué acciones articula el Ministerio de Agricultura y Ganadería en estos casos?

Imaginate que no existen seguros en caso de desastres, como granizada, helada, sequía o inundaciones, lo puedo decir con propiedad, he pasado por eso varias veces y jamás he visto a nadie del Ministerio acercarse a dar una mano o consejo. El pequeño productor se encuentra solo, con las deudas ocasionadas por intemperies se vuelve a comenzar de cero, pero con el peso de las deudas ocasionadas. Esporádicamente, para paliar, el Ministerio suele regalar palas, carretillas, semillas y algunos pollitos. Jamás acepté nada. Lo lamentable en todo esto: un 20 % abandona cada año la profesión, mi pregunta es, a este ritmo, ¿qué van a comer en algunos años?

En décadas pasadas, el algodón era considerado como el oro blanco, ¿podría volver esa época “dorada-blanca” de la agricultura paraguaya?

La semilla ya no existe, se perdió, lo transgénico, con su capacidad de producción, acaparó nuestras tierras y sobre todo a nuestra gente, triste en realidad, porque en Europa, el algodón de buena calidad y orgánico tiene muy buen precio. Hoy día está a 1.50 dólares por libra (454 gramos), supera de lejos a otros productos, lo que haría sonreír a cualquier campesino. Se instaló la época “dorada” de la soja transgénica, es difícil cambiar esto.

Recuerdo que durante mi formación primaria cada grado tenía su huerta, ¿cómo se podría revitalizar esa muy loable, didáctica y fructífera actividad en nuestras escuelas?

Volviendo de la vieja Europa a fines de los ‘90 formamos comisiones, enseñamos a los alumnos del departamento Central cómo hacer huertas en sus escuelas y trasladar esas experiencias en casa. No solo fue maravilloso, lo más importante a rescatar de todo esto fue la pasión que pusieron todos: maestros, alumnos y padres, a tal punto que recibimos un reconocimiento de la Gobernación por ese trabajo, pero todo terminó en reconocimiento, al año siguiente ya no había rubros, en realidad, el combustible era todo lo que pedíamos, nuestro tiempo era benévolo. Sin voluntad política los esfuerzos se adormentan.

En este periodo de crisis, siempre  estás aconsejando a la gente a que se anime a tener una huerta, ¿cuáles serían las indicaciones básicas para crear una huerta familiar?

En realidad, siempre he creído que es parte de la solución; la huerta en casa, por diferentes razones: es un antiestrés, más barato que un psicólogo. Producimos nuestros propios alimentos, y al mismo tiempo, colaboramos con la naturaleza creando menos contaminación ambiental, economizamos dinero y en épocas como esta, no es para desechar. Se puede producir en macetas, en envases de plástico e incluso en botellas colgantes, solo es cuestión de voluntad e ingenio. Cómo hacerlo llevaría mucho tiempo y espacio explicarlo ahora, pero pueden consultar conmigo de manera gratuita, en Twitter les puedo guiar para lograr ese objetivo. Mi cuenta es @Armanbarret.

Desde la óptica tuya, un trabajador honesto, ¿cómo ves la coyuntura política actual del país?

Aclaremos primero que la política, desde mi óptica, no es trabajo, partiendo de la base que todo aquel que trabaja es honesto, vamos a recordar algunos detalles fundamentales: con el golpe de Estado del Gral. Rodríguez y la esperanza de salir de la dictadura, muchos creímos que la democracia llegaría lentamente, pero a paso seguro. Como prueba, la reforma de la Constitución en el ‘92, en ese tiempo, jamás imaginamos que la corrupción y la mafia podrían hacernos tanto daño, a tal punto que la democracia nos va quedando cada día más lejos.

Así está nuestra política hoy día, dividida y sin rumbo. Los honestos queremos cambios radicales,ver el fruto de nuestro trabajo, estamos cansados de pagar impuestos para gastos rígidos, sin ver resultados en nuestro día a día. La deuda externa debemos pagarla, estos dos últimos gobiernos supieron cómo llevarnos al fondo del pozo, lo que nos dejaron en infraestructuras no justifican los gastos, los robos al Fisco nunca fueron resueltos y se apañan entre ellos; eso sí, nuestros nietos seguirán pagándola. Un cambio es la mejor solución, la democracia lo pide a gritos, la alternancia buscará soluciones, se van a equivocar y mucho, es tarea difícil, pero hace falta, no olvidemos que el poder de Don Dinero todo lo puede y el cambio en el 2023 depende solo de cada uno de nosotros.

 

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