Nacionales
Los cactus: inmortalidad provisoria, pero suficiente
Gymnocalycium cactus globoso. Foto: Lidia Perez de Molas
Inmortalidad provisoria, pero suficiente fue la referencia de Ives Bonnefoy con referencia a los cactus. Héctor Freire les dedicó un poema en 1953, que vale la pena conocer, refiriéndose habilidosamente a los cactus que “reanima su botánica minimalista / su economía vegetal no parece exaltar los beneficios de la lluvia / la resistencia de la materia a pesar de sus raíces poco profundas pero suficientes / hueso abandonado dos veces al olvido de evidencia que lo hace parecer muerto / cancelado entre las piedras, es un sol tranquilo que sueña con un mundo que no le pertenece.”
Uno piensa en los cactus y nos imaginamos espinas, aridez, pero rara vez en la gran diversidad de formas y colores. Los cactus o cactos pertenecen a una familia botánica que se conoce como cactáceas, netamente de nuestro continente, el continente americano, desde el sur del continente en Patagonia hasta Canadá, con una excepción. Existen unas plantas parecidas a los cactus que son las suculentas, pero no están emparentadas, se trata de una evolución paralela que han convergido en formas. Muchas de las especies de cactus por sus atractivas formas y colores están presionadas por el comercio, y también por sus especializaciones a los diferentes tipos de hábitats hacen que varias especies estén en peligro de extinción o con serios problemas de conservación. Su existencia en zonas con climas calurosos hace que los cactus realicen un intercambio diferente de gases al resto de las plantas, consumen dióxido de carbono durante las noches, en lugar de emitirlo.
Básicamente, los cactus se nos presentan en tres formas diferentes, aplanados, columnares y globosos. Y en nuestros ambientes tenemos las tres clases, como es el caso de algunas opuntias de las cuales se preparan sabrosos jugosos muy coloridos, y recordemos el caso del nopal en México. O el caso del Cereus que se nos presenta en forma columnar, y su nombre proviene de “cirio o vela” por la forma recta que tienen estos cactus. Para la tercera forma, de cactus globosos, podemos mencionar al Gymnocalycium, que se presentan en diversos tamaños y son muy apreciadas como ornamentales.
Los cactus se nos presentan aislados en el ambiente, al sol, con diversas formas y hasta con una mayor biomasa en la región Occidental o Chaco, mientras que su presencia en la región Oriental está más asociada a ambientes boscosos, en su mayor parte epífitos. Los cactus epífitos como los Rhipsalis no requieren de tanto sol ya que están acostumbrados a estar dentro del bosque, colgando de ramas. Sin embargo, en general los cactus están adaptados a poca agua y no soportan el encharcamiento. Son muy heliofílicos, es decir aman el sol, y hasta muchas veces se deforman en busca del sol. Estas plantas tienen muchas adaptaciones y muchas de ellas viven soportando un sol abrasivo y altas temperaturas, pero durante las noches soportan muy bajas temperaturas.
Las espinas quizás son los elementos más llamativos de los cactus, son esas estructuras agudas, puntiagudas que, en el caso de las cactáceas, son hojas modificadas. Esta transformación de las hojas en espinas es una vez más una adaptación para reducir la pérdida de agua de la planta (por transpiración) y así contribuir a la economía del agua, ya que viven en condiciones de escasez de este líquido elemento.
Tanto flores como frutos de los diversos cactus cumplen su función de perpetuar a las especies, pero también brindan alimentos para la fauna. Muchos cactus tienen rastros de haber sido consumidos por guanacos y taguaes en el Chaco, muchas de las frutas de los cactus epífitos brindan alimentos para las aves. Varias de las bellas flores que vemos en los cactus sirven de alimentación para aves y murciélagos, que a la vez cumplen un destacado rol en la polinización.
Se conocen casi 60 especies de cactus en Paraguay, varias de ellas con problemas de conservación por el comercio y la extracción ilegal, como así también por la transformación de su hábitat. Es importante que aprendamos a conocer a estas especies nativas del Paraguay y si bien nos merecemos poder disfrutar de sus bellezas, debemos asegurar que provienen de sistemas productivos que no afectan las poblaciones silvestres.
Se agradecen las imágenes muy ilustrativas de Lidia Pérez de Molas.
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