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Los colores en la naturaleza

El carpintero arcoiris, de llamativos colores, alimentándose de un fruto de color llamativo también (Foto por José Maria Paredes)

El carpintero arcoiris, de llamativos colores, alimentándose de un fruto de color llamativo también (Foto por José Maria Paredes)

POR Alberto Yanosky
Director EIISA (Estructura Interdisciplinaria de Investigación Integral Socio-Ambiental) - UNAE

Me imagino que muchos de ustedes, y espero que todos, se hayan fascinado por los colores de la naturaleza, y también se hayan preguntado sobre esos tonos y colores que abundan en el ambiente natural, como así también sobre aquellas facetas de la naturaleza que son de tonalidades grises y que carecen de colores llamativos. También seguramente muchos de ustedes habrán aprendido que ciertos colores en la naturaleza son sinónimos de peligro, en particular del rojo y el amarillo, y también les habrán comentado la imponencia de la naturaleza a hacer que la mayor parte de los machos de las aves tengan colores muy llamativos, con plumas muy vistosas y raras, y que además las lucen con sofisticadas danzas.

Soros marrones en este helecho Didymochaleana, con colores que los identifican en una fronda (Foto por Maria Vera)

Para los humanos, los colores vistosos significan alegría, diversión, felicidad, cosas buenas en general; mientras que en la naturaleza significa peligro, a excepción de las aves, para las que parece que los colores tienen otra función. También nos dicen que ciertos animales no ven los colores, o al menos, no ven los colores como los vemos los humanos. Los que estudiamos la naturaleza y en particular a los seres vivos, nos preguntamos muchas cosas y tratamos de encontrar respuestas a través del método científico para llegar a validar un conocimiento que nos valga a todos, que lo creamos todos, como he dicho ya, para que lo que vale de hecho, pueda valer “de derecho”.

El gua’a pyta es una de esas especies de guacamayos que nos fascinan con sus colores (Foto por Tatiana Galluppi)

La parte menos romántica de todo esto es que explicamos los colores por el tipo de composición química; la naturaleza tiene compuestos químicos que la van estructurando, y estas moléculas que hacen a esa composición química son carotenoides, clorofila, antocianinas, entre otros, a los que conocemos como pigmentos por su capacidad de producir color en tonos de naranja, verde y púrpura.

delicada floración de un Prosopis con diferentes colores (Foto por Lidia Pérez de Molas)

Parece que los colores en plantas y animales tienen diferentes orígenes y funciones. Creemos entender que mientras en algunos casos son señales para decir “aquí soy rica, palatable, sabrosa” en otros casos son señales para decir “no te atrevas a tocarme, estás alertado”. Colores en la naturaleza y nos imaginamos los diferentes tonos de verdes en un bosque, o los llamativos colores de peces y corales en aguas templadas y cálidas, como así también diferentes aves con tonalidades muy llamativas.

Soros amarillos en el envés de esta fronda del helecho Phlebodium, cuando mayormente son de color oscuro (Foto por Lida Pérez de Molas)

Los colores estructurales tienen que ver con la interacción lumínica sobre estructuras microscópicas en sus superficies, como lo vemos en muchas aves y escarabajos, inclusive, hasta con colores que los percibimos como metálicos. Sin embargo, los pigmentos también interactúan con la luz, absorbiendo y reflejando diferentes longitudes de onda que hacen que veamos estas tonalidades. En la naturaleza encontramos estos colores estructurales y pigmentos, y la combinación de ambos está también presente.

el famoso choguí o celestino, con su color tan característico alimentándose de un fruto amarillo, sinónimo de que ya está maduro (Foto por Rebeca Irala Melgarejo)

El famoso choguí o celestino, con su color tan característico alimentándose de un fruto amarillo, sinónimo de que ya está maduro (Foto por Rebeca Irala Melgarejo)

El azul es un pigmento raro y en la mayoría de los casos, cuando vemos azul se debe a la estructura y no a un pigmento. Y cuando una estructura azul está influenciada por un pigmento amarillo, entonces lo que vemos es verde. El ojo, la vista, es clave para ver los colores, técnicamente no existen los colores sin ojos para percibirlos, y se requiere de la vista para captar y diferenciar la luz de diferentes longitudes de onda, y un cerebro que procese esa información para poder definir la percepción del color. Sé que todo esto parece aburrido, pero los que hacemos investigación, nos preguntamos estas cosas y buscamos respuestas.

El carpintero grande con sus característicos rojo, negro y “mancha” crema en el lomo (Foto por Jose Maria Paredes)

Cuando vemos estas hermosas aves de sexo masculino haciendo imponentes despliegues y mostrando todos sus colores, es realmente el macho el que sobresale en este fantástico fenómeno de la naturaleza, o deberíamos darle más importancia a la hembra, de colores apagados, a veces silenciosa o expectante, que es finalmente la que decide quién es el más apto para ser el padre de sus pichones. Es aquí donde vemos la intrincada red de relaciones entre los individuos, ya que si la hembra no toma la decisión más acertada podría poner en juego no solo la perpetuación de “su sangre” sino también la de su especie.

Ya vimos el origen del verde y el amarillo y aquí un caso en un lorito, el chiriri, que además tiene los mismos colores que el fruto que ingiere (Foto por Rebeca Irala Melgarejo)

O cuando vemos que culebras totalmente inofensivas, no solo adoptan comportamientos de especies venenosas, sino que también adoptan sus colores, aparentemente para parecerse a esa “otra más peligrosa” y que los depredadores la tendrán en cuenta si planean comérsela. Los colores en la naturaleza son fascinantes, y los colores en las especies son más increíbles aún, tratando de explicar cuáles son las ventajas o cuál es el fin (si es que hay algún fin) de esos colores, que pueden ser aposemáticos, para llamar la atención, o totalmente crípticos, para pasar desapercibidos.

Delicada floración de un Prosopis con diferentes colores (Foto por Lidia Pérez de Molas)

Una vez más la naturaleza nos fascina y nos encanta con su diversidad, la que irresponsablemente estamos destruyendo sin necesariamente entender sus aspectos intrínsecos, ni cómo hacer para poder subsanar nuestros errores y comenzar a recomponer el daño que le estamos causando. “Los colores son las sonrisas de la naturaleza; cuando son extremadamente sonrientes, y además estallan en otra belleza, son sus risas” (Leigh Hunt).

Tonalidades de verde, amarilo y rojizo en un ave pequeña, la saíra dorada, que se alimenta de un fruto que también se distingue por su color (Foto por Carlos Ortega)

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