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La dispersión de las semillas, adaptación amplia para sobrevivir y expandirse

Saíra dorada (Hemithraupis guira). Esta especie de la familia Thraupidae, pariente del saihovy, mide 12 cm. Su coloración es muy llamativa. Foto: Carlos Ortega.

Saíra dorada (Hemithraupis guira). Esta especie de la familia Thraupidae, pariente del saihovy, mide 12 cm. Su coloración es muy llamativa. Foto: Carlos Ortega.

POR Alberto Yanosky
Director EIISA (Estructura Interdisciplinaria de Investigación Integral Socio-Ambiental) - UNAE

Nuestra interacción con la naturaleza nos abre la meta. Solo nos falta un poquito de curiosidad para ver, tratar de entender y encontrar alguna explicación a varias cuestiones. Esto que vemos y a lo que tratamos de darle una explicación constituye la base de la ciencia, y es lo que hacemos quienes investigamos. Siempre me llamó la atención las diferentes formas de las semillas y cuando empezamos a entender las formas, vemos que tienen adaptaciones diferentes que seguramente tienen una explicación. Y así se nos abre un mundo increíblemente diverso, cuando comenzamos a comprender acerca de la dispersión de las semillas.

¿Y qué es eso de la dispersión de las semillas? Es una característica de las plantas que tienen semillas (las espermatófitas) que tiene que ver con el movimiento, difusión o transporte de sus semillas alejándolas de las plantas madres que las produjeron, ya que las plantas no se mueven, o tienen poca movilidad, y así confían en diferentes vectores de dispersión para que sus semillas se esparzan, y estos vectores pueden ser seres vivos, como las aves, murciélagos y otros animales, como así también el viento y la lluvia.

Esta dispersión está caracterizada por el espacio y por el tiempo y puede ser individualmente o en forma colectiva, lo que caracteriza a las estrategias reproductivas de cada especie para perpetuarse. La ciencia nos dice que hay básicamente cinco modos de dispersión de semillas, por los animales es una de ellas, pero también el agua, el viento como ya fueron mencionados, además de la gravedad y la balística. Algunas especies solo dispersan sus semillas frente a estímulos ambientales.

El celestino o saihovy (Thraupis sayaca), es uno de los fruteros más conocidos y comunes de la familia frugívora por excelencia, los tráupidos. Su coloración celeste le dio el nombre en guaraní de “vestido celeste” o celestino en castellano. Foto: Rebeca Irala.

El modo de dispersión se relaciona con las formas, algunas semillas tienen alas (para volar) y otras están en frutos carnosos (para motivar a animales frugívoros a comerlas). Interrumpimos estos vectores, es decir desaparecen los animales, o removemos el viento o la lluvia, y entonces afectamos a esas semillas que ya no se dispersarán, y eso ocurre, a veces, en forma no vidente para nosotros; es decir, afectamos ciertos mecanismos sin darnos cuenta, positiva o negativamente. Ese mecanismo es un servicio ecosistémico. ¿Qué es un servicio ecosistémico? Es un mecanismo que tiene la naturaleza que nos beneficia como humanidad. Y qué ignorantes que somos como humanidad, que estamos continuamente mutilando algo que nos beneficia.

Cuando veo estas semillas con alas que vuelan, o esas semillas que se nos pegan en la ropa cuando andamos por los pastizales, o esas semillas que solo germinan cuando están mucho tiempo en agua o cuando son afectadas por el fuego, en mi cabeza se cruzan muchas respuestas a las formas que tienen las semillas, cuando las veo de diferentes texturas y de diferentes colores y tamaños.

Cuando están insertas en ovarios dentro de las frutas que nos comemos, estratégicamente ubicadas en diferentes lugares y cantidades, nunca deja de sorprenderme esta riqueza natural. Y pensar que hay muchos animales que se valen de estas formas, o viceversa, estas semillas se valen de muchos animales. Las explicaciones de la evolución, cuando vemos que muchas aves emparentadas tienen, por ejemplo, picos con formas, volúmenes y tamaños diferentes, asociados con diferentes alimentos, se debe a que muchas veces estos alimentos son semillas. Es así que muchas aves y mamíferos se alimentan y dispersan las semillas, a la vez de nutrirse proveen un servicio ecosistémico llevando las semillas a otros lugares, donde germinan y dan lugar a nueva vida. Gracias al aporte de la querida Rebeca Irala, quiero compartir con ustedes tres ejemplos muy nuestros, el celestino, chogüi o saihovy, la saíra dorada y el chiriri.

Estas tres aves de nuestro patrimonio natural, parte de nuestra biodiversidad, se alimentan de frutas y con su alimentación, ayudan a la dispersión de sus semillas. Conozcámoslas. El celestino o saihovy (Thraupis sayaca), es uno de los fruteros más conocidos y comunes de la familia frugívora por excelencia, los tráupidos. Su coloración celeste le dio el nombre en guaraní de “vestido celeste” o celestino en castellano. Se lo puede ver en bordes de bosques, sabanas y arboledas, también en las ciudades. Una amiga siempre me decía que sus frutales les proveían de ricas frutas a la familia, pero también al saihovy. Es responsable de la dispersión de numerosas especies como el amba’y (Cecropia adenopus), los cactus arborescentes (Cereus spp.), o el sapirangy (Tabernae montana catharinensis).

La catita chiriri (Brotogeris chiriri). Si bien no pertenece a la familia del celestino, este lorito de la familia Psittacidae también aporta al servicio ecosistémico ya que, mediante su intervención, algunos frutos puedan alcanzar otros territorios y germinar en terreno fértil. Foto: Rebeca Irala.

Otra ave muy característica es la saíra dorada (Hemithraupis guira). Esta especie de la familia Thraupidae, pariente del saihovy, mide 12 cm. Su coloración es muy llamativa. La cara y la garganta son de color negro, el resto del cuerpo de color amarillo en diferentes tonalidades. Se la puede encontrar en bandos mixtos con otras especies recorriendo las copas de árboles frutales, para perforar frutos carnosos con su agudo pico. Como habrán visto, esta especie lleva una connotación guaraní, su nombre científico hace referencia a “pájaro” con “guira”.

Uno podría decir que toda su área de distribución es Sudamérica, lleva el alma guaraní a todos los rincones. Y finalmente, hablemos de la catita chiriri (Brotogeri schiriri). Si bien no pertenece a la familia del celestino, este lorito de la familia Psittacidae también aporta al servicio ecosistémico ya que, mediante su intervención, algunos frutos pueden alcanzar otros territorios y germinar en terreno fértil. En la fotografía se lo ve abriendo el fruto del samu’û (Chorisiaspeciosa), ya que su pico en forma de gancho es capaz de abrir frutos encapsulados como los del palo borracho.

Con este artículo, vemos una vez más la intricada red de relaciones en la naturaleza y espero podamos ser conscientes de que nuestra intervención, por minúscula que sea, afecta dicha compleja red de relaciones. Siempre estaremos afectando a la naturaleza, ya que somos parte de ella, es nuestra responsabilidad hacerlo asegurando la sostenibilidad.

 

*Se agradece por el apoyo fotográfico y técnico de Rebeca Irala.

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