Nacionales
Hay muchas “plagas”, pero hablemos sobre control biológico y mutualismo
El chimachima o kirikiri (Milvago chimachima), es un ave rapaz bastante oportunista que puede ser encontrada en diversos ambientes, tanto rurales, como urbanos,. Fotos: Rebeca Irala.
En nuestro mundo debemos convivir con enfermedades, muchas veces causadas por otros organismos, como bacterias, virus, y además otras especies nos causan problemas en muchas de nuestras actividades, o porque se consideran plagas, como muchos insectos que podrían estar afectando cultivos, y también algunas plantas que las conocemos como malezas, que no son deseadas en estos cultivos. Lo cierto es que hay organismos vivos, parte de la biodiversidad que por una cuestión natural o propiciada por ciertas circunstancias de transforman en problemas para nuestra calidad de vida. Existen varias alternativas para hacer frente a estos seres de la biodiversidad con el fin de controlarlos y hasta, a veces, de erradicarlos. Una de las vías más naturales es el control biológico, y que es definitivamente una solución que hemos encontrado, pero que no es artificial, sino que es una solución basada en condiciones naturales, o sea son soluciones basadas en la naturaleza.
El control biológico es un conjunto de acciones de control de plagas, malezas y enfermedades, que se basa en utilizar otros organismos vivos con el fin de controlar las poblaciones de otro organismo. Debemos recordar que, en la naturaleza, el concepto de plaga, maleza y hasta enfermedades, se entiende con una característica propia de las especies, con sus estrategias de supervivencia, y que tenga una connotación negativa (porque nos afecta la calidad de vida) es algo artificial y definido por el ser humano; de hecho, el concepto es una invención humana. Es por ello que el concepto de plaga hasta tiene connotaciones legales, se deben dar ciertas condiciones para caratular a una especie como plaga, y bajo este concepto las administraciones ambientales y de producción, deberían tomar medidas “sostenibles” para su combate. El concepto de plaga tiene esa fuerte connotación negativa que la hemos incorporado para identificar y caracterizar a ciertas personas con conductas no tan socialmente aceptadas, aunque muchas veces esa misma sociedad los elige para que administren nuestras vidas y sociedades. Pero ese tema no lo voy a discutir en esta columna.
Controlar biológicamente puede tener un sentido amplio, por ejemplo, como buenas prácticas para el manejo de los cultivos; sin embargo, quiero enfocarme en el concepto más aceptado que es usar otras especies naturales, como depredadores, parásitos, herbívoros u otros seres vivos para controlar a otra especie. Es por ello que estas prácticas se hacen muy evidentes en la agricultura en sentido amplio. Hay varias ventajas y desventajas del uso del control biológico, cuando el hombre interviene para facilitar este control. Quizás la mayor desventaja es que, si bien es más natural, es más lento, actúa sobre especies particulares y requiere mucho conocimiento. En cuanto a las ventajas (que superan las desventajas) se pueden citar: no hay efectos colaterales, no hay intoxicaciones, tiene largo plazo y permanente, evita plagas secundarias, es más barato y muchas otras.
Utilizar a los enemigos naturales requiere un conocimiento que muchas veces no tenemos, y su aplicación se lleva a cabo a través del manejo de las interacciones del agroecosistema para potenciar la eficacia de los enemigos naturales autóctonos y de esta forma prevenir el ataque a niveles de daño económico de los agentes perjudiciales; por ejemplo, en las plantas cultivadas. Pero pensemos en muchos de los parásitos que atacan a los animales, y en particular a los animales domésticos. Y quisiera hablar de dos ellos, que son menos conocidos, hablemos del caballerizo o guyra kavaju y del Chimachima o Kirikiri. Estas dos especies de aves son muy eficientes controladores biológicos.
El caballerizo o guyra kavaju (Machetornisrixosa), es un pariente de los pitogüés y otros tiránidos. Se alimenta de insectos mientras recorre los potreros, se posa en el lomo del ganado o sobre caballos para comer sus ectoparásitos como las garrapatas, o camina por corredores de los ranchos y casas. Mide unos 17 cm. Su pecho y vientre son de color amarillo, su cabeza cenicienta que luego pasa a un color parduzco en el lomo y alas. Sus ojos son rojos. Mientras, que el chimachima o kirikiri (Milvago chimachima), es una rapaz bastante oportunista que puede ser encontrada en diversos ambientes, tanto rurales como urbanos, que aún mantienen áreas naturales como bosques, sabanas, arboladas o pastizales. Tiene una coloración mayormente blanca y las alas negras. Presenta una notable línea negruzca detrás del ojo. Se lo suele ver posado sobre el ganado, o en otros mamíferos silvestres como carpinchos o tapires.
Estas dos especies están ahí en la naturaleza y su rol es clave cuando los asociamos a nuestras actividades, que nos evitan utilizar productos artificiales (no naturales), y esto se logra manteniendo condiciones naturales en nuestros ambientes. Y asociado a este concepto de control biológico está el mutualismo, es decir, cuando dos especies se benefician mejorando sus aptitudes, y en los dos casos presentados, ambas especies, “el controlador biológico” y el beneficiado al ser “limpiado” de sus parásitos, tienen beneficios, lo que nos demuestra la importancia del mantenimiento de estos ambientes naturales con el conjunto de especies que ayuden a mantener ese equilibrio tan necesario. Equilibrio que, muchas veces, nosotros mismos alteramos interviniendo en el ambiente.
*Se agradece el apoyo fotográfico y técnico de Rebeca Irala
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