Nacionales
Los gigantes del Chaco Seco
Mborevi (Tapirus terrestris). Conocido como el "arquitecto de los bosques", porque su existencia en el nicho ecológico incluye la modificación de la vegetación ocasionada durante sus recorridos y la búsqueda de alimentos en los terrenos en los que ocurre, lo cual propicia nuevos hábitats en ecosistemas boscosos. Se encuentra Vulnerable a nivel internacional y Amenazado de Extinción a nivel nacional.. Foto: Nicolás Cantero.
El Gran Chaco es una región biogeográfica que tenemos en Paraguay y que se extiende desde el centro de Argentina hacia el norte a través del oeste del Paraguay hasta el sureste de Bolivia, y la podemos dividir en dos subregiones, el Chaco Húmedo y el Chaco Seco, ambas presentes en Paraguay.
El Chaco Seco se ha visto especialmente afectado por el cambio de la cubierta terrestre en los últimos veinte años a razón de actividades económicas como la producción de cultivos y, en Paraguay, mayormente la ganadería, y junto a estas actividades comerciales en el Chaco Seco, las comunidades tradicionales y los pueblos indígenas realizan y tratan de mejorar sus medios de vida en medio de estas amenazas y desafíos.
Las especies adaptadas al Chaco Seco están altamente amenazadas por la pérdida y fragmentación del hábitat; esto es particularmente preocupante dada la presencia de especies endémicas y casi endémicas, como el taguá o pecarí chaqueño, y esos grandes gigantes que deambulan por las áreas todavía más o menos naturales que existen en el Chaco Seco, como por ejemplo el tapir o mboreví, el yurumí u oso hormiguero grande.
Estos colosos del Gran Chaco todavía pueden verse en el Chaco Paraguayo, y varias de estas especies se han beneficiado por la “mejora” del hábitat debido a la diversificación de la estructura de la vegetación y la disponibilidad de agua durante todo el año. Las comillas aluden a una mejora que lo hace diferente a su estado original, y es un tema que debemos debatir; sin embargo, no se duda que estas intervenciones humanas modifican la riqueza y la densidad de las especies, y seguramente sus interrelaciones.
El taguá (Catagonus wagneri) es un gran chancho o pecarí, mal llamado jabalí, que es originario del Chaco Seco; se encuentra en peligro de extinción y se alimenta de tunas y es más frecuente de encontrarlo solitario o en pareja. El oso hormiguero o jurumi (Myrmecophaga tridactyla), está en menos riesgo que el taguá, pero aun así lo consideramos vulnerable.
Se lo suele ver comiendo termitas y hormigas de los takuru en campos abiertos, hoy es una de las especies que sufre atropellamientos en la TransChaco y otras rutas del occidente nacional. Mientras que el tapir, anta o mborevi (Tapirus terrestris), conocido como el “arquitecto de los bosques” ya que su comportamiento evidencia cómo interviene en el hábitat y su supervivencia. Al igual que el jurumi, se encuentra en estado vulnerable, lo que significa que, si no tomamos cartas en el asunto y aseguramos su conservación, estas especies podrían pasar a estar en peligro de extinción.
La pérdida de los bosques chaqueños y la fragmentación de estos bosques, anteriormente contiguos, hoy en remanentes aislados han comprometido la conectividad del paisaje dentro del Chaco Seco. La conectividad del paisaje se puede definir como cómo la configuración estructural de los tipos de cobertura del suelo facilita o impide el movimiento genético de los individuos o poblaciones, y cómo los organismos responden funcionalmente a esa estructura.
La conectividad del paisaje se asocia positivamente con el mantenimiento de la diversidad genética y la minimización del riesgo de extinción. La deforestación y la fragmentación del bosque seco chaqueño disminuyen el tamaño y la accesibilidad de los hábitats de las especies, como los colosos y gigantes que mencionamos. Hasta la fecha no ha habido una evaluación de estos efectos, y podemos presuponer varios efectos, pero no tenemos muchas evidencias más que la lógica.
La falta de información dificulta la conservación de los remanentes forestales, así como de la vida silvestre dependiente de los bosques en esta región. Participar en una gestión proactiva en lugar de respuestas reactivas depende de la comprensión de las formas actuales de deforestación y cómo están afectando la conectividad. Estos tres gigantes del Chaco podrían pronto dejar de verse si no accionamos y aseguramos la conservación de su hábitat.
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