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Los bosques secos o Chaco Seco de la región occidental: nuestros cambios inducidos

Peladar: Matorral muy abierto, con árboles y arbustos dispersos, extremadamente xeromórfico. Foto: Tatiana Galluppi.

Peladar: Matorral muy abierto, con árboles y arbustos dispersos, extremadamente xeromórfico. Foto: Tatiana Galluppi.

Paraguay es un país forestal o de aptitud forestal, algunas cifras varían entre el 60 y el 80% de la superficie nacional con cubierta de bosques, o lo que alguna vez fue cobertura forestal, con más una 9 millones de hectáreas de bosques altos y húmedos en la Región Oriental, casi el 25% de este territorio, mientras que gran parte de la región occidental o Chaco, más del 50% con cobertura forestal de bosques diferentes, o bosques en isletas en zonas de pastizales y palmares, o bien el bosque seco y xerofítico del oeste y norte del Chaco.

Quisiera hoy detenerme en ese bosque seco del Chaco paraguayo. Este bosque y en general toda esa zona oeste más allá de las colonias del Chaco Central fueron por décadas zonas naturales, con escasos habitantes “externos” y sí, pueblos originarios, Tapieté, Chané, Manjui, Ayoreo, Guarayo y los Ñandéva, que han usado por mucho tiempo estos territorios, quizás los guaraníes occidentales (guarayos) se han asentado en una tierra nueva cuando acompañaban a los españoles en sus incursiones.

De hecho, estos pueblos han vivido y sobrevivido gracias a su comprensión e integración con la naturaleza; sin embargo, este bosque por mucho tiempo considerado uno de los últimos ecosistemas ecológicamente íntegros, hace tiempo que ha perdido tal característica debido a la pérdida de ese bosque único, un bosque seco, espinoso, de maderas de lento crecimiento y adaptado a extensas sequías y un clima un tanto bochornoso con altísimas temperaturas y mucha radiación.

Este bosque que se extiende hacia el oeste del Chaco Central y en el norte de la región occidental tiene esas características, cualquier cambio que se genere, es eso, un cambio, sea por que saco la masa forestal y dejo un suelo desnudo (sin vegetación), sea por que coloco pasturas o pastos sobre un suelo que tenía un bosque, o porque construya un tajamar para conservar agua para los períodos de extensas sequías, o por construir un acueducto para transportar agua. Todos estos son cambios al ambiente y todo cambio que le imponemos a la naturaleza, ella responde de las maneras, a veces, menos impredecibles. Y su respuesta siempre tiene que ver con la resiliencia y la capacidad y posibilidad de volver al estado “original”.

Los desmontes extensivos y la deforestación causan efectos directos en la insolación del suelo (y a veces su calcinación) y la consecuente pérdida de recursos, la falta de infiltración del agua de lluvia, la desaparición de la captación de humedad por el rocío, la pérdida de toda la biodiversidad asociada a esos bosques tan añejos, y los servicios y productos que esa biodiversidad extirpada ya dejan de existir; algunos son conocidos como el control del plagas, la polinización, y otros no los podemos entender concretamente como la aparición del hantavirus con una relación directa hacia la deforestación. Esta zona del país es la que sufre el mayor desmonte y Boquerón como Departamento y Mariscal Estigarribia como Distrito, llevan quizás los récords mundiales en unidades subnacionales con las tasas de desmonte y deforestación.

Algunos dirán que hacer tajamares y aguadas para el ganado ayuda a la biodiversidad, sí es cierto, el agua es una limitante de las poblaciones animales y de plantas; sin embargo, ese ambiente tal cual lo conocemos tiene esa historia de vida y esas características, modificarlo, significa modificar toda la biodiversidad funcional, la que no evolucionó allí, hasta seguramente comenzarán a aparecer nuevas especies que nunca estuvieron por los nuevos tipos de hábitats, ¿cuál es el límite entonces entre esas especies nativas (pero del Paraguay y no del lugar) y otras que son exóticas? Especies que evolucionaron para adaptarse a la escasez de agua, como por ejemplo del yvy’a(Jacaratiacorumbensis) una planta así desaparecía de un lugar donde ya el agua no es una limitante.

El guanaco, el taguá, algunos tatúes son especies que solo existen en estos ambientes y si les cambiamos las condiciones, seguramente les estaríamos imponiendo otra amenaza más a su supervivencia que tiene que con la transformación de su hábitat. Entonces es clave considerar estos aspectos, cualquier cambio en las condiciones de los hábitats puede ser un efecto de transformación, que podemos o no considerarlo como degradación, pero decididamente poner agua donde no hay agua dulce, es una transformación que seguramente la naturaleza va a tratar de “atender”.

Una vez más intervenimos el ambiente, pero debemos ser cautos y no dejarnos engañar con el concepto de incrementar la biodiversidad, ya que los cambios son precisamente eso, intervenciones profesionales para mejorar quizás nuestra calidad de vida como humanos, pero necesariamente mantener los ambientes lo más naturales posibles.

Y muchos dirán que la falta de agua hace que muchos animales mueran, bueno precisamente eso es parte de la dura realidad de los ambientes naturales, si los intervenimos los cambiamos, y quizás la naturaleza evolucionó con un sistema de control natural de ciertas poblaciones animales, sólo para pensarlo y no para autoengañarnos sobreponiendo una visión humana sobre lo que es natural.

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