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¡Feliz Navidad!…y la historia del Mesías de Haendel

Presentación de El Mesías de Haendel en la capilla de Duke. Foto: Gentileza.

Presentación de El Mesías de Haendel en la capilla de Duke. Foto: Gentileza.

Tengo que agradecer a mis lectores por acompañarme durante todo este tiempo. Hasta la fecha, ningún solo artículo ha dejado de llegar a la categoría de “los más leídos” de este diario. Pero en este artículo, la crítica y el análisis van a descansar porque es Navidad, y hasta en las guerras los enemigos hacen treguas para celebrar la natividad del Cristo.

En síntesis, el mensaje de la Navidad, tanto para creyentes como para admiradores seculares de las doctrinas cristianas, se resume en el gran mandamiento de nos amemos unos a otros como Cristo nos ha amado (Juan 13: 34). Amarse a uno mismo y amar a los demás, de eso depende la verdadera felicidad, pues la felicidad no es otra cosa que el sentirse bien con uno mismo, a pesar de las circunstancias.

Este año nos ha traído muchas sorpresas (no tan agradables), pero muy por lejos, esta no es una tragedia como la que han divido nuestros antepasados en guerras genocidas y pandemias en serio. Sin embargo, muchas de nuestras tradiciones este año se han visto frustradas por el virus que nos amenaza.

Ya para estas fechas, mi hija y yo ya habríamos ido, en años anteriores, a por lo menos una representación teatral de la obra de Charles Dickens, a otra representación del Cascanueces de Tchaikovsky, y por lo menos a dos representaciones del Mesías de Haendel. De todas estas tradiciones, la del Mesías de Haendel en la capilla de Duke es la que más siento que no hayamos podido ir.

Se dice que Haendel compuso la obra en tan solo 24 días, y la compuso para ser performada, no en Navidad, sino en Pascuas. El libreto se basa en la yuxtaposición de pasajes bíblicos ordenados por Charles Jennens, y fue Haendel quien le dio música y teatralidad vívida al que vendría a ser el Oratorio del Mesías, que no llegó a la fama sin controversias.

Haendel, un alemán que había emigrado a Inglaterra, se convirtió muy pronto en el compositor de óperas más importante de Londres y uno de los más celebrados del Barroco. Sus obras llegaron a ser las más caras y las más taquilleras. Sin embargo, con el Mesías cambia un poco las cosas. Su estreno fue en Dublín, el 13 de abril de 1742, con una audiencia récord de 700 personas. Su éxito fue indiscutible desde el primer momento, pero esta sería una obra filantrópica y evangelizadora.

Haendel había firmado esta obra, al igual que lo hacía Bach, con las siglas SDG (soli Deo gloria, sólo para Dios la gloria), y pronto esta obra se convirtió también en un himno de caridad. El 1º de mayo de 1750 se representó la obra en el London Founding Hospital, donde inició una larga tradición para recaudar fondos para los niños abandonados. Pasó a ser una obra que era performada tanto en iglesias como en teatros, e incluso en hospitales, quizás dando así inicio a los conciertos en beneficio de los más pobres. Fue una obra que salvó a las obras de caridad y salvada por las obras de caridad.

El Hospital había sido fundado por Thomas Coram, un exitoso mercader que decidió donar parte de su fortuna para amparar a los niños que era abandonados y a las madres que se veían obligadas muchas veces a abortar. Y por más noble que hoy nos puede parecer ese gesto de Coram, para aquella época no era tan así, pues hubo mucha crítica negativa, especialmente de aquellos que decían que Coram estaba facilitando la irresponsabilidad de los pecadores. Así fue como Haendel no solo ayudó a salvar al proyecto de Coram económicamente, sino que también trajo una nueva conciencia en la sociedad.

El oratorio le permitió a Haendel abandonar un poco las formas de la ópera italiana y acercarse más al coro, en un país donde cantar himnos era más que una tradición. Si bien en el oratorio, un drama coral sacro, se abandona la actuación en el escenario, Haendel pudo llevar esa teatralidad al coro, ya no en italiano, sino en inglés, lo cual creó una mayor conexión con el público, con historias bíblicas que todos conocían. Y así, Haendel consiguió llegar al tema más importante, con la obra más importante: El Mesías.

El Mesías está dividido en tres partes. En la primera parte los profetas anuncian la venida del Mesías: [Recitativo, alto] “Una virgen concebirá y dará a luz un hijo. Y llamará su nombre Emmanuel, Dios con nosotros” (Isaías 7: 14); [coro] “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz” (Isaías 9:6).

La segunda parte describe la pasión de Cristo y su resurrección. [Aria, alto] “Fue despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, experimentado en el sufrimiento.” (Isaías 53:3); [coro] “Pero fue Él quien llevó nuestros sufrimientos. Él cargó con nuestros dolores. Él fue traspasado a causa de nuestras iniquidades. Él cargó con nuestro castigo. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; más el Señor cargó en él el pecado de todos nosotros.” (Isaías 53:4 – 6).

La segunda parte finaliza con el famoso coro del Aleluya, que según cuenta la leyenda, cuando el Rey Jorge lo escuchó, se puso de pie y desde ahí viene la tradición del público de ponerse en pie con el Aleluya: “¡Aleluya! Porque el Señor Dios Omnipotente reina. ¡Aleluya! El reino de nuestro mundo se ha vuelto en el Reino de nuestro Señor y de Cristo, y Él reinará por los siglos de los siglos, ¡Aleluya! Rey de Reyes, Señor de Señores. Y Él reinará por los siglos de los siglos. ¡Aleluya!” (Apocalipsis 19:6; 11; 15; 16).

La tercera parte lleva en sí la teología del cristianismo y la visión escatológica, donde cada versículo se convierte en una meditación. Una soprano canta, “Sé que mi redentor vive…” (Job 19: 25); el recitativo del bajo nos recuerda que “no todos dormiremos, pero todos seremos transformados…” (1ª Corintios 15: 51), y “la trompeta sonará y los muertos resucitarán” (id., 52). La muerte ha quedado sorbida. “Si Dios está con nosotros, ¿quién podrá contra nosotros” (Romanos 8: 31).

La obra termina cantando el “Amén”, que es la última palabra que aparece en la Biblia cristiana.

Toda esta monumental obra, imbuida de sacros misterios, con más de dos horas y media de duración, es una exaltación al Mesías. Es una obra que inspira consolación en la tribulación y nos recuerda, con el Salmo (2: 1 – 2): “Por qué las naciones en ira se juntan y por qué la gente desea cosas vanas? Se levantarán los reyes de la tierra, y los príncipes consultarán unidos contra el Señor y contra su Ungido”.

Que en esta Navidad no olvidemos lo importante de ella, aunque los que manejan el poder en el mundo y los gobiernos quieran quebrantar nuestras tradiciones. Entre tanto alboroto con nuestros festejos, asegurémonos de que a nadie le falte el pan y tomemos un tiempo para meditar lo que la Navidad significa realmente.

¡Feliz Navidad!

2 Comments

2 Comentarios

  1. Luis María

    23 de diciembre de 2020 at 12:08

    Excelente artículo Dr Redick. Feliz Navidad y prospero 2021!

  2. Oscar Ignacio

    23 de diciembre de 2020 at 16:22

    Brillante como siempre Doctor Redick!

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