Nacionales
Al pan, pan y al vino, vino: al bosque, bosque y a los pastizales, pastizales
WWF-Paraguay
Siempre decimos que la naturaleza es sabia y lo que ha evolucionado en un ambiente es lo que debería estar. Cuando vemos un ambiente natural o seminatural, esperamos ver ciertas plantas y animales, asociados a un suelo y un clima y otras condiciones como por ejemplo la cantidad y calidad del agua disponible. Miramos un bosque y si falta algún elemento es como que uno ve un vacío, lo mismo en los pastizales. Muchas áreas sin vida (sin plantas y sin animales) están asociados a procesos erosivos, como lo son las cárcavas que vemos en diferentes partes del territorio nacional.
Si un ambiente evolucionó sin la intervención del hombre sin árboles o elementos arbustivos, entonces es una indicación que ese suelo y esas condiciones son propicias para un ambiente sin árboles, normalmente dominado por pastos y herbáceas. Es así como hay extensivos campos en Misiones, Paraguarí, oeste de Itapúa y este de Ñeembucú como otras áreas que son áreas sin árboles, nunca hubo árboles allí, solo pastos. Es allí donde se dan los mayores patrones de herbívora, es decir de animales que son herbívoros, comen hierbas.
Sin embargo, otras regiones del Paraguay como Caaguazú, Canindeyú, Alto Paraná como tantos otros han sido dominados por bosques, conjuntos de árboles formando asociaciones vegetales arbóreas y arbustivas.
Estos bosques han sido históricamente utilizados para el desarrollo del país. Otros bosques como los de la región occidental o Chaco, también han sido utilizados y siguen siendo utilizados en forma intensiva.
El bosque del Chaco es bien diferente al bosque de la región oriental, mientras uno es más seco y achaparrados, el otro es más alto y húmedo. Sin dejar de considerar que hay algunos “manchones o intromisiones” de ambos tipos de bosques en las diferentes regiones. Sin embargo, lo cierto es que allí ha evolucionado el bosque, es decir el conjunto de árboles.
Entonces, desde el punto de vista ecológico y funcional, uno esperaría una economía basada en los recursos forestales donde hay bosques, y una economía maximizando sustentablemente los pastizales con sistemas de herbivoría. Sin embargo, esto no es así, hemos deforestado (o desmontado ya que deforestar en Paraguay tiene connotación de ilegalidad) suelos netamente forestales para luego de extirpar el conjunto de árboles, hemos comenzado a plantar pasturas, es decir pastizales mejorados a nuestro clima, suelo y disponibilidad de agua.
Estas pasturas sirven para brindar forrajes para el ganado, principalmente vacuno. O hemos deforestado para dar lugar a una leguminosa como lo es la soja, combinada con otros cultivos.
¿Cuál es la razón que nos lleva a “contradecir” a la naturaleza poniendo árboles donde nunca los hubo, o poniendo pastos donde había árboles? ¿Tendremos el conocimiento necesario, sustentable y de largo plazo para desafiar a la naturaleza que insumió de años para que un paisaje determinado (sea boscoso o de pastizal) evolucione? Hoy en día tenemos extensivos pastizales que están siendo sometidos a reforestación (poner árboles dónde los hubo) o a aforestación (poner árboles donde nunca hubo árboles). Ecológicamente, uno se imaginaría que las raíces juegan un rol muy importante en la consecución del agua por ejemplo, o en el mantenimiento de los nutrientes del suelo, y ni que hablar de la biodiversidad asociada, si bien algunas especies de plantas y animales son cosmopolitas (viven en diferentes lugares), oportunistas (se aprovechan de las condiciones que aparecen) y muy plásticas (pueden soportar diferentes condiciones ambientales), la gran mayoría también evolucionó asociada al ambienta natural, sea bosque o pastizal, y con su desaparición, también desaparece la vida asociada (sean plantas o animales).
No son lo mismo las raíces de un pasto que las raíces de un árbol, y sólo pensemos en las napas freáticas.
¿No hubiese sido mejor basar una economía de campo basado en las aptitudes del suelo para saber qué mejor produciría ese ambiente? Evidentemente este análisis nos lleva a considerar el tipo de producción y los ambientes en los que intervenimos.
Los estándares y salvaguardas ambientales deben primar en esos sistemas productivos para asegurar que no estamos maximizando el uso del recurso suelo en beneficio de nosotros hoy, en detrimento de las futuras generaciones.
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