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1647, el año en el que el Parlamento británico canceló la Navidad y desató una revuelta popular
En 1647, el Parlamento británico prohibió la Navidad, desencadenando revueltas y resistencias por todo el país. Foto ilustrativa Infobae.
En un clima de tensiones políticas y religiosas, se anunció la prohibición de todo festejo navideño. De inmediato estallaron disturbios y otros actos de resistencia a la medida
En 1647, en el corazón de Inglaterra, se desató una crisis que no solo cambió la historia política, sino que alteró profundamente una de las festividades más queridas de la cultura occidental: la Navidad. En un contexto de tensiones políticas y religiosas, el Parlamento británico decidió prohibir la celebración de estas fiestas. Lejos de ser una medida acotada, la prohibición se extendió a escenas festivas, decoraciones, comidas familiares y todo lo relacionado con la festividad.
Esta decisión no solo causó indignación popular, sino que desencadenó una serie de revueltas que reflejaron la enorme resistencia social contra la imposición de un “nuevo orden” en las costumbres inglesas.
La Navidad, en aquella época, no solo era un momento de celebración religiosa, sino también una ocasión para manifestar el espíritu festivo en las calles, con juegos, bailes y banquetes. A lo largo de los 12 días de Navidad, desde el 25 de diciembre hasta la víspera de la Epifanía (Reyes), las ciudades británicas se llenaban de actividades que desbordaban la seriedad de los servicios religiosos. La prohibición de estas tradiciones, reflejo de las luchas de poder entre el rey y el Parlamento, fue vista como un ataque a las costumbres populares.
La prohibición de la Navidad formaba parte de un cambio radical en la estructura política y religiosa de Inglaterra. En 1642, el país vivió el estallido de la Guerra Civil Inglesa, que enfrentó a los partidarios del rey Carlos I con los del Parlamento. Al final, los parlamentarios, liderados por las fuerzas puritanas, salieron victoriosos. En este contexto, Carlos I fue encarcelado y, en 1649, ejecutado. En lugar de la tradicional Iglesia de Inglaterra, se instauró una Iglesia presbiteriana que buscaba purificar las prácticas religiosas.
Los puritanos, un grupo protestante radical que formaba parte de los parlamentarios, veían las festividades de Navidad como una mezcla de paganismo y prácticas católicas. Según su perspectiva, el 25 de diciembre no tenía justificación bíblica, y las celebraciones eran un desborde de excesos mundanos como el alcohol, el juego y los bailes.
Este pensamiento condujo al Parlamento a tomar medidas severas, como la promulgación de la “Directory of Public Worship”, que prohibió las celebraciones religiosas del Día de Navidad y declaró que el 25 de diciembre sería un día laborable como cualquier otro.
Un año de protestas y revuelta
La medida fue recibida con una feroz oposición por parte de la población. El 25 de diciembre de 1647, las calles de Inglaterra, Escocia e Irlanda se vieron envueltas en disturbios y protestas por parte de ciudadanos, que no estaban dispuestos a renunciar a sus celebraciones. Desde Canterbury hasta Norwich, los manifestantes tomaron las calles en actos de desobediencia civil y, muchas veces, en enfrentamientos violentos con las fuerzas de la ley.
La revuelta de Canterbury es uno de los episodios más conocidos, donde un grupo de ciudadanos se levantó contra el alcalde William Bridge, quien intentó arrestar al propietario de una tienda de Navidad. El altercado derivó en saqueos, ataques a negocios y la toma del arsenal de la ciudad.
Este tipo de enfrentamientos no se limitó a Canterbury. En Norwich, un grupo de jóvenes patrulló las calles con palos puntiagudos, obligando a los comerciantes a cerrar sus tiendas, mientras las decoraciones de acebo se mantenían firmemente en sus lugares, como símbolo de la resistencia. En Westminster, incluso los guardianes de la iglesia de St Margaret fueron arrestados por permitir una misa navideña, desafiando la prohibición del gobierno. Estos actos de resistencia fueron una clara manifestación de que la prohibición no solo tocaba lo religioso, sino que representaba una afrenta a la identidad cultural del pueblo.
La resistencia de los realistas
El conflicto no solo fue un enfrentamiento entre los partidarios del Parlamento y la ciudadanía, sino también una guerra cultural que atrajo a los realistas. Aquellos que aún apoyaban al depuesto rey Carlos I vieron en la prohibición de la Navidad una oportunidad para movilizar a la población contra el nuevo régimen. Para ellos, el regreso de las festividades representaba la restauración de la “vieja Inglaterra”, una Inglaterra de hospitalidad y alegría sin restricciones.
A pesar de la fuerza del Parlamento y la autoridad de Oliver Cromwell, quien se convirtió en Lord Protector en 1653, la prohibición nunca fue completamente efectiva. Cromwell fue percibido como el principal responsable de la persecución de la Navidad, pero, en realidad, fue el Parlamento quien instauró la medida. Cromwell simplemente eligió no revertir las leyes que ya estaban en vigor. Sin embargo, a medida que avanzaba su mandato, la prohibición de la Navidad fue cada vez más difícil de implementar, con festividades clandestinas que se realizaban en casas particulares.
El regreso de la Navidad
La restauración de la monarquía en 1660 bajo el rey Carlos II supuso la caída de las restricciones impuestas por el Parlamento puritano. El nuevo monarca restauró las tradiciones reales y devolvió la Navidad a las calles. La Iglesia de Inglaterra fue restaurada, y las celebraciones volvieron a ser parte esencial del calendario social. Los banquetes, las decoraciones de acebo y las fiestas regresaron, consolidando de nuevo a la Navidad como una de las festividades más importantes del país.
A lo largo de los siglos, la Navidad ha sido un reflejo de las luchas políticas, sociales y religiosas. Las restricciones impuestas en 1647 demostraron cómo una festividad puede convertirse en un campo de batalla simbólico en tiempos de crisis. Las revueltas y protestas de esa Navidad no solo fueron un acto de resistencia contra la prohibición de un día festivo, sino una expresión de descontento contra el nuevo régimen y su control sobre la vida cotidiana.
Fuente: Infobae.
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