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Régimen de Ortega secuestró a un sacerdote en el sur de Nicaragua tras oficiar una misa

El sacerdote nicaragüens, Floriano Ceferino Vargas, miembro de la diócesis de Bluefields, se encuentra desaparecido desde el pasado 1 de diciembre El sacerdote nicaragüens, Floriano Ceferino Vargas, miembro de la diócesis de Bluefields, se encuentra desaparecido desde el pasado 1 de diciembre. Foto: Infobae.

El sacerdote nicaragüens, Floriano Ceferino Vargas, miembro de la diócesis de Bluefields, se encuentra desaparecido desde el pasado 1 de diciembre El sacerdote nicaragüens, Floriano Ceferino Vargas, miembro de la diócesis de Bluefields, se encuentra desaparecido desde el pasado 1 de diciembre. Foto: Infobae.

Según denunció la ONG Monitoreo Azul y Blanco, el religioso Floriano Ceferino Vargas, miembro de la diócesis de Bluefields, se encuentra desaparecido desde el pasado 1 de diciembre.

El sacerdote nicaragüense Floriano Ceferino Vargas, quien pertenece a la diócesis de Bluefields en el Caribe Sur de Nicaragua, fue detenido este fin de semana por las fuerzas represoras de Daniel Ortega, en medio de las crecientes tensiones entre la dictadura y la Iglesia católica del país.

La detención de Vargas, quien dirige la parroquia San Martín de Porres en el municipio de Nueva Guinea, se produjo poco después de oficiar una misa el domingo. Desde entonces, se encuentra desaparecido, según denunció la organización Monitoreo Azul y Blanco, un colectivo que documenta las violaciones a derechos humanos en Nicaragua desde el inicio de la crisis política en 2018.

La detención del sacerdote ocurre en un contexto de creciente represión hacia la Iglesia católica, que ha sido objeto de ataques y persecuciones por parte del régimen sandinista.

La ONG subrayó que no se ha recibido ninguna declaración oficial por parte de la dictadura ni de la Policía Nacional, instituciones que suelen guardar silencio ante este tipo de denuncias.

Daniel Ortega. Foto: El Debate.

Daniel Ortega. Foto: El Debate.

Este arresto llega también en un momento de fuerte solidaridad internacional, en el que los obispos de Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Panamá, miembros del Secretariado Episcopal de América Central (Sedac), convocaron una jornada de oración en favor de la Iglesia de Nicaragua para el próximo 8 de diciembre, en honor a la Inmaculada Concepción de María, figura central en la devoción nicaragüense.

El papa Francisco, por su parte, expresó su cercanía a los católicos de Nicaragua ante las difíciles circunstancias que atraviesan, especialmente por los ataques y persecuciones que enfrentan.

En una carta publicada este lunes, el pontífice se mostró solidario con el pueblo nicaragüense, señalando: “Estoy con ustedes, especialmente en estos días que están realizando la Novena de la Inmaculada Concepción”.

El santo padre ha denunciado públicamente el “desequilibrio” de Daniel Ortega y ha calificado su régimen como una “dictadura grosera”, mientras que el líder nicaragüense ha respondido acusando al Vaticano de formar parte del “conglomerado del fascismo”.

Las tensiones entre la Iglesia y la dictadura sandinista no son nuevas. Desde que estalló la crisis sociopolítica en abril de 2018, el régimen de Ortega ha adoptado una postura represiva contra los miembros del clero.

El 13 de noviembre de 2023, el obispo Carlos Enrique Herrera, presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, fue expulsado del país después de criticar públicamente al alcalde sandinista de Jinotega, Leónidas Centeno, durante una misa.

La expulsión de Herrera se suma a la de otros obispos, como Rolando Álvarez y Isidoro Mora, quienes también fueron desterrados en los últimos años. Álvarez, de la diócesis de Matagalpa, fue uno de los casos más mediáticos, tras ser encarcelado y condenado a 26 años de prisión en 2022.

De acuerdo con un estudio de la investigadora exiliada Martha Patricia Molina, titulado “Nicaragua: ¿Una Iglesia perseguida?”, hasta agosto de 2023, más de 245 religiosos han sido forzados al exilio o expulsados de Nicaragua.

Entre ellos se encuentran al menos 136 sacerdotes y varios altos cargos eclesiásticos, como el nuncio apostólico Waldemar Stanislaw Sommertag y el obispo auxiliar de Managua Silvio Báez, quienes también se han visto obligados a abandonar el país. Este éxodo de líderes religiosos ha sido uno de los efectos más visibles de la represión contra la Iglesia, a la que el régimen de Ortega ha acusado de ser un actor subversivo en la crisis política.

La represión contra la Iglesia católica se ha intensificado a medida que la dictadura sandinista ha consolidado su control sobre el país, enfrentándose a las críticas internas y externas por las violaciones a los derechos humanos, la censura y el encarcelamiento de opositores.

Según la ONG Colectivo Nicaragua Nunca Más, la represión religiosa que enfrenta la Iglesia en Nicaragua es la más brutal en su historia, ya que por primera vez en décadas, el régimen ha atacado directamente a los miembros del clero y a las instituciones eclesiásticas.

Fuente: Infobae.

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