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Alemania ofrece trabajo y beneficios a inmigrantes, pero pocos quieren ir: ¿por qué?

Bandera de Alemania. Foto: BBVA.

Bandera de Alemania. Foto: BBVA.

La primera potencia económica de Europa no logra atraer los extranjeros que necesita para cubrir unos 600.000 puestos.

La primera potencia económica europea, el motor industrial del continente, un país con una renta per cápita superior a los 50.000 dólares al año, sin desempleo, con un salario mínimo de casi 2.000 dólares al mes y un salario medio de casi 5.000 dólares al mes, es incapaz de atraer todos los inmigrantes que necesita para rellenar los huecos que su fuerza laboral no consigue ocupar.

Hace tiempo que Alemania dejó de mirar la inmigración como hacen otros países europeos, como un fenómeno principalmente negativo que hay que evitar porque los gobiernos creen que le hace perder apoyos electorales.

El gobierno alemán, ya desde los últimos años de mandato de la conservadora Angela Merkel y desde el año pasado con el socialdemócrata Olaf Scholz, mira a la inmigración desde un punto de vista económico, hasta el punto de reformar leyes para facilitar la llegada e integración de inmigrantes laborales.

Los datos más actualizados dicen que la economía alemana dejó en 2022 más de 600.000 puestos de trabajo vacantes porque no encontró quien los cubriera. Y estima que hasta 2030 sucederá lo mismo con una media de 500.000 puestos de trabajo al año.

Sin miedo a la deportación

Las reformas empezaron en 2021. Lo primero que se hizo fue dar a los solicitantes de asilo que veían su solicitud rechazada un documento que les permite quedarse en Alemania sin miedo a ser deportados.

Además se les promete una regularización de su estatuto de residencia y de trabajo a corto plazo. La idea es que no se sientan perseguidos y busquen empleo. A cambio sólo se les obliga a estudiar alemán (gratis).

Otras reformas fueron las de simplificar los trámites para el reconocimiento de títulos académicos y profesionales extranjeros y facilitar la nacionalización permitiendo la doble nacionalidad con más países (no sólo los europeos) y reduciendo de ocho a cinco años el período de residencia legal en Alemania necesario para empezar los trámites de nacionalización.

Alemania nacionaliza al año aproximadamente al 1% de su población extranjera, una de la tasas más bajas de Europa.

Ninguna de estas reformas y políticas parece estar funcionando como se pretendía. El ministro alemán de Trabajo, Hubertus Heil, lo reconoció este miércoles.

El ministro recordó como en los años 60 y 70 Alemania recibió oleadas migratorias que creía que volverían a sus países: “Pedimos trabajadores y obtuvimos personas”.

Esa relación pasada con la inmigración debe cambiar, cree Heil: “No tenemos que cometer el mismo error”. Por eso su gobierno quiere que quien se instale lo tenga más fácil para integrarse y para, llegado el día, si quiere, convertir en alemán.

La traba del idioma

Alemania empieza a entender, según Heil, que el idioma es “una desventaja competitiva” a la hora de atraer inmigración.

Porque aunque para muchos sectores económicos las leyes alemanas no exigen hablar alemán a la llegada, el gobierno entiende que a igualdad de condiciones los migrantes prefieran ir a países cuya lengua conozcan.

Así, la mayor parte de África tiene como primera o segunda lengua el francés o el inglés y sus migrantes buscan sobre todo llegar a Francia, Bélgica y el Reino Unido. Por eso en España hay muchos más inmigrantes de América Latina que en Alemania.

El ministro explicó como los hospitales alemanes hacen campañas de reclutamiento en países donde creen que pueden encontrar el personal que necesitan. Cómo pagan cursos de lengua alemana y cómo buscan incluso la vivienda para los empleados que consiguen atraer y les ayudan con la burocracia cuando se instalan. Pero aún así no consiguen más que un puñado del personal médico que querrían contratar en el extranjero.

Si para grandes empresas como las redes de hospitales o la gran industria es complicado, para las medianas empresas industriales, base del sistema económico alemán, es prácticamente imposible porque no tienen capacidad para ofrecer todos esos servicios que ofrecen las redes de hospitales. Alemania entiende, admite Heil, que tiene que convertirse en un destino más atractivo para trabajadores.

Fuente: Clarín.

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