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Derechos LGBT: 5 formas de vivir el Orgullo alrededor del mundo

Una multitud en una de las celebraciones pasadas del Orgullo en Montevideo, Uruguay.Foto: BBC.

Una multitud en una de las celebraciones pasadas del Orgullo en Montevideo, Uruguay.Foto: BBC.

En muchas de las principales ciudades del mundo, el Orgullo LGBTIQ+ se ha convertido en algo normal. Los alcaldes municipales desfilan junto a drag queens, y las marcas internacionales, desde Nike hasta Coca Cola, ondean la bandera del arcoíris para exhibir su apoyo.

Pero en otros lugares, el Orgullo todavía se celebra en secreto, mientras las personas LGBTIQ+ luchan por que se reconozcan sus derechos y se enfrentan a amenazas de violencia.

La BBC habló con cinco miembros de la comunidad LGBTIQ+ de diferentes países sobre lo que significa el Orgullo para ellos en su lugar de origen.

Ziva Gorani, Canadá

El Orgullo es una lucha que no puede detenerse. Es solidaridad. Desde la perspectiva de una recién llegada, que se trasladó a Canadá desde Siria en 2016, tiene un significado más elevado.

Mi amigo y yo queríamos iniciar un Orgullo digital en Siria, pero era demasiado peligroso.

Estuve en Turquía como trabajadora humanitaria durante dos años antes de venir a Canadá. Estaba comenzando mi transición, y estaba claro que iba a estar en una situación muy peligrosa, así que busqué refugio aquí.

En Canadá, con el capitalismo, el Orgullo ha sido atrapado por las empresas. El Orgullo de Toronto es uno de los mayores del mundo, y recibe muchos fondos de empresas patrocinadoras y de la ciudad.

Muchas de las generaciones más jóvenes de personas queer han nacido con el Orgullo como algo habitual. Pero personas de la misma edad que vienen de otros lugares saben que el derecho a pasear por la calle con colores y arcoíris es algo que se han ganado, algo por lo que han luchado mucho. No hay que darlo por sentado.

El Orgullo aquí funciona como en un núcleo de derechos queer que no siempre incluye los derechos trans y no incluye los derechos interseccionales. En 2016, el movimiento Black Lives Matter interrumpió el desfile del Orgullo de Toronto para protestar porque la policía marchaba en él.

Fue un gran problema: gran parte de la comunidad blanca gay cuestionó al movimiento por los derechos de la comunidad negra.

Está establecida la idea de que un derecho puede existir separado de otro y no es así. No se puede defender un derecho y no solidarizarse con otros.

Piotr Jankowski, Polonia

El año pasado no tuvimos Orgullo. Por eso toda nuestra comunidad tenía hambre de Orgullo. Hubo algunos incidentes homófobos; sé que quizá suene extraño, pero estamos acostumbrados. Es nuestro día a día y nuestra realidad y por eso no le prestamos demasiada atención y nos centramos en el Orgullo como una celebración.

En 2019, hubo ataques violentos contra el Orgullo en Bialystok. Tenía amigos que estaban allí, algunos resultaron heridos, a algunos incluso les rompieron los brazos.

Después de Bialystok, fue cuando decidí comprometerme plenamente con el activismo. Cuando el partido de derechas comenzó una campaña de odio contra nosotros, la gente de nuestra comunidad decidió organizar más y más Orgullos. No podemos esperar a nuestro país, a nuestro gobierno.

Orgullo Gay en Polonia. Foto: BBC.

Dicen que las personas LGBTIQ+ solo somos una ideología. Al vivir en un país donde se nos deshumaniza, tenemos que encontrar formas de ayudarnos y apoyarnos y luchar por nuestros derechos.

Salir del armario a los 27 años fue probablemente la decisión más dramática de toda mi vida. No solo porque tuve que salir del armario ante mi familia o mis amigos, sino por mí mismo.

Pero podía hacer esto, o suicidarme. Los pensamientos suicidas son comunes en Polonia: alrededor del 70% de los adolescentes LGBTIQ+ tienen pensamientos suicidas.

Mirando atrás, fue la mejor decisión de toda mi vida. Y la segunda mejor decisión fue acudir a Tolerado, una organización de defensa del colectivo LGBTIQ+, y empezar a trabajar allí. Me encanta el hecho de poder ayudar a la gente. Contesto llamadas telefónicas de madres de adolescentes transgénero que acaban de revelar su condición y, como no hay educación oficial al respecto, no saben qué hacer.

Vienen a Tolerado diciendo “por favor, ayúdenos, mi hijo es transgénero, ¿qué debo hacer? ¿Cómo puedo darle apoyo?”. Al final, cuando se dirigen a nosotros y tienen la información de contacto de un especialista, lo agradecen.

Soy creyente. Tengo fe, no es una realidad, en que mejorará. Pasos de bebé, en verdad. Pero tenemos que tener en cuenta que son sobre un hielo muy fino.

Atilio Deana, Uruguay

En Uruguay, lo que llamamos Orgullo de la Diversidad suele tener lugar en septiembre, porque es nuestra estación de primavera en el hemisferio sur.

El mes de junio (en el que se celebran muchos desfiles del Orgullo en el mundo) es nuestro invierno. A principios de los años 90, cuando Uruguay empezó a celebrar el Orgullo, yo vivía en Francia, pero cuando volví de Francia en 1993 empecé a participar.

El desfile de París era como un festival, como en Nueva York. Mucha gente en la calle, muy abierta, mucha visibilidad de la comunidad LGBTIQ+.

Cuando llegué a Uruguay era muy raro, mucha gente usaba máscaras para ocultar sus rostros. Muy poca gente, menos de 100 personas, desfilaban. Ahora es completamente diferente. Los jóvenes se apoderaron de los festejos. Es un motivo para salir a bailar y divertirse.

Para un país pequeño como el nuestro, con 3,5 millones de habitantes, reúne a unas 150.000 personas. Es un gran desfile, todo el mundo marcha de verdad, no es que te quedes en los laterales de la calle mirando. Todo el mundo participa.

Viví en Nueva York durante ocho años y allí también vi muchos desfiles. En Uruguay es más político todavía. Cada año los temas cambian un poco.

El año pasado estábamos en plena pandemia de covid-19, pero en Uruguay no vimos la primera subida de contagios hasta después de diciembre. La verdad es que estaba bastante lleno. Me preocupaba un poco, porque muchos jóvenes no usaban máscaras y bailaban muy cerca unos de otros. Pero después no hubo un aumento de casos.

Tenemos mucha suerte de estar en una sociedad mayoritariamente laica. La homosexualidad era legal en 1934. En otros países sigue siendo ilegal. Esto lo tenemos que ver como algo muy bueno que ocurre en Uruguay.

Nuestro Orgullo es estar plenamente integrados en la sociedad, una sociedad que no necesita tener lugares especiales donde las personas LGBTIQ+ tengan que ir para sentirse cómodas.

Amy Gall, Estados Unidos

En Nueva York hay muchas maneras de vivir el Orgullo. Hace mucho tiempo que no voy al desfile oficial del Orgullo, porque ahora es muy corporativo. En este momento es básicamente un grupo de heterosexuales en una carroza del Citi Bank.

Pero lo bueno del Orgullo aquí es que todo el mundo está alrededor, y puedo estar rodeada de gente queer en masa de una forma que no suele ocurrir y que no había ocurrido en absoluto en año y medio por culpa de la Covid-19.

En el Orgullo de Brooklyn había una cuadra entera de personas queer y trans que bailaban al ritmo de la estrella del pop Robyn y era maravilloso. Había olvidado lo mucho que necesitaba eso.

Vivo en la ciudad de Nueva York, que la mayoría de la gente considera una ciudad muy progresista y amistosa con el colectivo LGBTIQ+.

Como alguien que solía trabajar con jóvenes LGBTIQ+ en situación de riesgo -que se encuentran en la indigencia, incluso en esta ciudad, en un ratio que triplica el de los chicos heterosexuales-, puedo decir que esa lucha nunca va a terminar y siempre va a tener lugar en las ciudades “liberales”.

En otros lugares de Estados Unidos, las personas trans tienen que luchar por su derecho a practicar deportes, y los jóvenes trans tienen que luchar por su derecho a tener acceso a la sanidad.

Pienso en el Orgullo como un espacio para celebrar dos cosas: una, que soy feliz y experimento alegría y agradecimiento por las personas que tengo en mi vida. Pero, dos, que hay muchos cambios por hacer. Es agridulce, pero creo que es muy importante experimentar la alegría y divertirse.

Michael Kajubi, Uganda

Perdí mi trabajo mientras estaba en Uganda por las sospechas de que formaba parte de la comunidad LGBTIQ+. En ese momento, supe que el camino había llegado a su fin: me sería muy difícil encontrar un empleador.

Por eso creé una empresa de viajes, McBern Tours, en 2013.

Me empleaba a mí mismo y también a otras personas como yo que se enfrentaban a la discriminación. Con los ingresos de la empresa de viajes se crearía más tarde la Fundación McBern, que apoya a los ancianos y a los jóvenes LGBTIQ+ en situación de riesgo en Uganda.

Aunque atendía a todos los clientes, el negocio era conocido por ser de propiedad gay y por ser acogedor para la comunidad LGBTIQ+.

Un año después, Uganda promulgó una ley contra los gais. Cuando eso se hizo oficial, tenía una empresa con la que me había asociado que iba a enviarme 60 clientes cada año para que recorrieran Uganda.

Pero cuando se aprobó la ley, cancelaron el acuerdo. Consideraron que como algunos de los clientes eran homosexuales, no se sentían seguros en Uganda, eso es lo primero. Y en segundo lugar, no querían gastar su dinero en un país que criminaliza a la comunidad LGBTIQ+.

Tuve que volver a la casilla de salida. En ese momento teníamos que tener mucho cuidado: si usaba un auto para salir, no usaba el mismo vehículo para volver a casa porque podía ser un objetivo.

Gracias al trabajo de los activistas y las campañas, la ley fue derogada, pero ahora están intentando introducir el proyecto de ley de “delitos sexuales” que criminalizaría la homosexualidad.

La comunidad LGBTIQ+ de Uganda se conecta sobre todo a través de las redes sociales y también de las aplicaciones de citas. Lo ideal es que quien esté en esos sitios de citas sea uno de nosotros o forme parte de la comunidad; por desgracia, a veces las personas que están allí no lo son, así que hay que tener mucho, mucho cuidado.

Mi primer festival del Orgullo fue en 2015. Todavía estaba un poco asustado, pero me sentí muy bien. Tuve una sensación de pertenencia, como si dijese “sí, esta es mi gente”.

Me sentí muy feliz. Fue una gran sensación la de formar parte de mi comunidad, levantar la bandera sin miedo a ser juzgado o discriminado por el sentimiento que me rodeaba.

No quiero ver el Orgullo como una celebración. Veo el Orgullo como un momento de reflexión. Gratitud por lo que ha pasado, pero además, algo que nos recuerda que la pelea aún no ha terminado. Hay tantos países que todavía nos discriminan.

En 2020, me mudé a Canadá debido a las amenazas de muerte que sufría en mi país. Aunque ahora estoy en un lugar más seguro, sigo teniendo ganas de luchar por los que están en mi país y en otras partes del mundo que todavía sufren persecución.

Mi sueño es que los jóvenes LGBTIQ+ de estos lugares adquieran las habilidades necesarias para alcanzar un nivel de independencia financiera que les permita contribuir a sus economías locales y tener un mayor poder de negociación política.

Fuente: Entrevistas de la BBC.

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