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Lifestyle

Estilo de vida

El ejercicio es una parte central de un estilo de vida saludable. Foto: Concepto.

El ejercicio es una parte central de un estilo de vida saludable. Foto: Concepto.

Cuando hablamos de estilo de vida o de hábitos de vida, normalmente nos referimos a una combinación de factores tangibles e intangibles, es decir, aspectos físicos y psicológicos o culturales que conforman la manera de vivir de un individuo o un conjunto de ellos.

En otras palabras, se trata de una preferencia en cuanto al tipo de alimentos consumidos, actividades desempeñadas y hábitos recurrentes, que definen el modo de vida (el way of life, en inglés) de una persona, o de una comunidad.

Es un concepto sociológico, que permite una aproximación a las ideas, valores y conductas de las comunidades humanas. El concepto surgió en la década de 1910 y es atribuido al psicólogo austrohúngaro Alfred Adler (1870-1937), quien lo definió inicialmente como “el sistema de reglas de conducta desarrollado por los individuos para lograr sus metas en la vida”. Hoy en día, se lo entiende más bien como el camino elegido para vivir.

El uso del concepto se popularizó enormemente a partir de 1928. Estaba principalmente asociado a ciertas idiosincrasias en lo gastronómico (el estilo de vida mediterráneo, el estilo de vida americano, etc.).

En consecuencia, a finales del siglo, empezó a asociarse también con los índices de longevidad y enfermedad, a punto tal que hoy en día existe mucho debate en torno a cuáles hábitos son saludables o perjudiciales para una vida sana, larga y activa, es decir, cuáles son los estilos de vida saludables y cuáles son los perjudiciales.

Estilos de vida saludables

Aunque existe cierto margen de debate respecto a qué alimentos y en qué cantidades o frecuencias resultan saludables para el cuerpo humano, los médicos suelen mostrar preferencia por ciertos estilos de alimentación y, sobre todo, por su combinación con determinados esquemas de actividad física. Así, existe más o menos consenso respecto a lo que es un estilo de vida saludable, y el mismo implica sostener:

Una dieta equilibrada, es decir, ingerir alimentos de todos los grupos de la pirámide nutricional, en proporciones adecuadas y en porciones únicamente suficientes para sustentarnos sin perder peso, pero sin tampoco ganarlo. Eso significa que debemos consumir diariamente 30-40 kilocalorías por hilo de peso, de acuerdo a la distribución siguiente: 50-55% de carbohidratos, 15-20% de grasas monoinsaturadas (y 5% de poliinsaturadas y no más de 7-8% de saturadas) y un 10% de proteínas. Esto incluye la ingesta de 20-25 gramos diarios de fibra vegetal.
Una rutina de ejercicio físico, lo cual generalmente implica 30 minutos diarios de actividad física que permita quemar los sobrantes energéticos (grasa) y fortalecer músculos y huesos.
Una buena higiene personal, en lo que se abarca el lavado del cuerpo, el lavado de manos (sobre todo antes de comer), la higiene bucal y dental, y la higiene del entorno en el que hacemos vida. Estas condiciones nos ayudarán a enfermar menos frecuentemente.

Una vida social enriquecedora, es decir, cultivar los afectos y las amistades, los amores y el compañerismo, dado que somos animales gregarios, por lo que la aceptación y la pertenencia son sentimientos muy poderosos dentro de nuestra psique. Está más que demostrada la necesidad de un mínimo de vida social para llevar una existencia sana.
Una vida emocional y psicológica estable, para lo cual es importante la comunicación, la psicoterapia en caso de necesitarla, y evitar las situaciones o las sustancias que perturben la salud mental.

Estilos de vida perjudiciales

Así como existen estilos de vida saludables, también existen estilos de vida perjudiciales, que atentan en contra de la salud, y que pueden conducirnos a una existencia más breve, más plagada de enfermedades y de dolencias. En general, los estilos de vida perjudiciales incluyen:

Dietas poco variadas, compuestas de un solo o pocos ingredientes de grupos distintos, especialmente cuando eso significa comer grandes cantidades de grasas (sobre todo poliinsaturadas o saturadas), grandes cantidades de azúcares y carbohidratos y, en general, abundantes carnes rojas. Este tipo de dieta está vinculada con la aparición temprana de obesidad, diabetes y cáncer. Sin embargo, una dieta demasiado austera también puede conducir a la anemia o la avitaminosis.

Vida sedentaria, es decir, falta total y prolongada de ejercicio, que propicia la acumulación de grasas, debilita los tejidos musculares y complica aún más las consecuencias de una dieta deficiente. La hipertensión y la obesidad están directamente vinculadas al sedentarismo.

Consumo excesivo de tabaco y alcohol, entre otras sustancias de impacto nocivo en el organismo, cuya vinculación con la enfermedad está sobradamente comprobada. El tabaquismo es no solo un factor de cáncer y enfermedades coronarias, sino también un destructor de la mucosa bucal; mientras que el alcoholismo arruina las células del hígado y contribuye con el envejecimiento. Eso por no hablar de las drogas ilegales, cuyo efecto sobre la vida es desastroso, dado su componente adictivo.

Falta de higiene, tanto en lo corporal, dental y en lo referido al entorno, ya que esto propicia la aparición de enfermedades y contribuye con el deterioro de las condiciones de vida. Este es un factor particularmente importante en países con infraestructura de servicios públicos deficiente, como ocurre a menudo en el llamado tercer mundo.
Aislamiento social, pues al ser animales gregarios, los humanos nos marchitamos en la soledad y la ausencia de contactos sociales significativos: amor, amistad, confraternidad, etc. En palabras del pensador inglés John Donne, “ningún hombre es una isla”.

Estrés crónico, a menudo referido como el “asesino silencioso”, pareciera no tener mayor incidencia sobre la calidad de vida de las personas, pero a la larga un modelo de vida con altos y sostenidos niveles de estrés inciden en la hipertensión y acarrean problemas como el insomnio, que tienen a su vez consecuencias negativas sobre la psique y sobre el metabolismo.

Fuente: Concepto.

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