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Editorial

Hemos sacado a Dios de las escuelas

La salud mental es el estado de equilibrio que debe existir entre las personas y el entorno sociocultural que los rodea, incluye el bienestar emocional, psíquico y social e influye en cómo piensa, siente, actúa y reacciona una persona ante momentos de estrés, ira, enojo o bajo presión prolongada.

Un papel importante y fundamental para poder acompañar un buen estado de salud es la presencia de valores y la formación religiosa misma; que son recibidos en la primera escuela de la vida, que es la familia. El punto de partida debería ser el análisis profundo de cómo se encuentra la salud del hogar y de las familias, lógicamente.

Un hecho sin precedentes en nuestro país, que conmocionó y alarmó a todos, se registró esta semana en un colegio de Colonia Independencia, cuando un joven estudiante de 16 años agrede con un puñal en mano -sin causa aparente- a la directora del centro de estudios. La decisión, planificación e intensidad criminal del acto son inexplicables, sorprendiendo a sus conocidos, sobre todo por tratarse de una persona tranquila y respetuosa, según las referencias manifestadas por los compañeros posteriormente al lamentable suceso.

Estos comportamientos violentos y criminales desnudan, una situación que se arrastra por muchos años en el Paraguay, siendo la falta de atención a la salud mental una deuda más en políticas públicas para con la sociedad. En relación a lo ocurrido con el estudiante que asesinó a la docente, desde el MEC anunciaron algunas medidas, como la implementación de mochilas transparentes para mayor control y visualizar si los alumnos llevan algún tipo de arma, así como la utilización de detector de metales en las entradas de los centros educativos. Sin embargo, psicólogos y psiquiatras afirmaron que de nada servirán estas medidas si se trata de personas que padecen problemas de salud mental.

¿Serán suficientes estas medidas cuando la sociedad actual está llena de imágenes y noticias de violencia; juegos y videojuegos -igual de violentos- y cuando está aceptada en el rango de valores -errados- que los violentos son los que pueden y hacen lo que quieren con total impunidad?

Estamos ante una crisis de valores, una epidemia de violencia, una de salud mental, acompañada de una corriente que orienta a la apatía a la fe religiosa, y esto no se resuelve revisando mochilas. Desde la cartera educativa informaron que no cuentan con psicólogos suficientes a raíz de la falta de presupuesto, por lo que no se puede brindar asistencia y contención suficiente a alumnos que se encuentren afectados por cuadro de estrés, adicciones a sustancias o situaciones que afecten la conducta social de los jóvenes.

Y basando en la precariedad del sistema de salud del país, que en los hospitales públicos no se cuenta con profesionales suficientes que puedan brindar atención, ni siquiera a los mismos funcionarios del sistema, enfermeros y médicos que estén con estos cuadros, la realidad es que la política se ha olvidado o escondido la suciedad bajo la alfombra por muchos años, emergiendo hoy una realidad que ya no se puede esconder y mucho menos postergar la búsqueda de soluciones,que debe ser abordado de forma inmediata, antes que esto siga y tengamos más hechos que lamentar, como los de Colonia Independencia .

Y como dijo recientemente Franklin Graham en los EE. UU.: “Hemos sacado a Dios de las escuelas y de la mayoría de los hogares, ¿qué nos queda?”.

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