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Economía

Las cuatro claves a la hora de adquirir un seguro

Imagen de referencia

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Para que el seguro que se contrata sea el adecuado en función de las necesidades reales de protección, el consumidor debe valorar conjuntamente varios factores como son: las coberturas, la entidad aseguradora, otros servicios adicionales al seguro, y el precio.

Coberturas: Es lo más importante, ya que de la elección de las coberturas depende el nivel de protección de los bienes. En el mercado existen muchas opciones, incluso dentro de una misma aseguradora; por ello, es fundamental conocer bien su significado y alcance, y compararlas hasta encontrar aquellas que se adecuen a las necesidades de cada individuo.

Entidad aseguradora: Un requisito imprescindible es que la entidad esté legalmente autorizada para ejercer la actividad aseguradora. Es recomendable contratar con empresas sólidas y financieramente solventes para que la respuesta siempre sea la adecuada y el asegurado esté tranquilo con el producto que ha adquirido.

Otros servicios: Es interesante valorar los servicios adicionales que pone a nuestra disposición la entidad aseguradora, como, por ejemplo, los servicios profesionales de mantenimiento y reparación, los servicios médicos, etc.

Precio: El precio es un aspecto importante en la compra del seguro, pero debe evaluarse siempre en conjunto con todos los factores anteriores. Cada entidad de seguros fija sus tarifas en función de los distintos elementos que componen el seguro, de la amplitud de las coberturas ofrecidas y de la calidad de los servicios prestados.

Por todo ello, un seguro muy barato implicará posiblemente menores coberturas y prestaciones que otro de precio superior, por lo que debe comprobarse antes de contratarlo si las coberturas se adecuan a las necesidades de protección.

Marco conceptual

El Seguro constituye un medio eficaz para la protección de los individuos frente a las consecuencias de los riesgos.

Se basa en transferir los riesgos a una aseguradora que se encarga de indemnizar todo o parte del perjuicio que se produce por la ocurrencia de un evento previsto en el contrato de seguro.

Es una fórmula de cobertura muy útil y ampliamente extendida en la sociedad moderna. Implica pagar una cantidad y recibir a cambio una compensación económica o un servicio siempre que se presente una situación contemplada en la póliza.

El seguro se basa en el reparto del daño entre un número muy elevado de personas con las mismas o similares necesidades de protección.

Así, cuando ocurre un suceso que produce daños concretos a una de estas personas, todas las demás también participan en la reparación del mismo. En el mercado asegurador existen seguros muy variados en función de cuales sean las necesidades de los consumidores, sin embargo, no todos los riesgos se pueden asegurar.

Antes de contratar un seguro es necesario conocer que solo serán asegurables aquellos riesgos que no se pueda saber con certeza si ocurrirán o no, o cuándo. Sean posibles, sean concretos, es decir, que se puedan describir con exactitud; su objeto sea legal, y que no vayan en perjuicio de terceros y sean fortuitos, es decir, ajenos a la voluntad humana de producirlo.

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