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Cultura

“El Yacaré”: Periodismo, arte y libertad

Ejemplares de "El Yacaré". Cortesía

Ejemplares de "El Yacaré". Cortesía

No es fácil abordar el fenómeno denominado El Yacaré sin que la emoción nos gane. Surgido con el amanecer del siglo XXI, El Yacaré representa a una generación de posdictadura que se aferró con uñas y dientes a la flamante libertad de expresión. Se trataba de decir y hacer lo que la generación anterior susurraba en las sombras, bajo el manto de la clandestinidad. Fue un espacio para alzar la voz contra las injusticias, para tocar esas cuerdas sensibles que prácticamente nadie se animaba a pulsar. Con cada número desnudaban la alineación sistemática a la que se sometía a la opinión pública, hilando un tapiz de opiniones valientes y perspectivas nuevas, el tipo de discurso que, en ese entonces, pocos se atrevían a explorar.

¿Qué fue exactamente El Yacaré?

El Yacaré, semanario cultural gratuito destinado a publicar la agenda cultural de la semana en Asunción y “pea que amoa”, circuló desde la primavera del 2001 hasta la primavera del 2006.  Aclaremos lo que terminó siendo el “pea que amoa”, una gran cantidad de artículos de opinión sobre los temas diversos en un lenguaje absolutamente original y característicos de aquellos jóvenes, chicas y muchachos periodistas/músicos/artistas plásticos/fotógrafos/ investigadores/arquitectos/pedagogos y ere eréa.

En cuanto al estilo, cada uno de los escribas aportaba sus particularidades, pero en conjunto lograban un interesante equilibrio entre el rigor del periodismo de investigación y un desenfado casi poético en la presentación de hechos y opiniones. Eran duros y certeros en su postura frente a la corrupción, las injusticias y las diversas formas de opresión que reinaban, pero nunca olvidaban salpicar sus artículos con giros lúdicos, humor y creatividad. Esa combinación hacía que la lectura resultara no solo profunda, sino también atractiva, especialmente para las nuevas generaciones que se sentían identificadas con este lenguaje.

Ejemplares de "El Yacaré". Cortesía

Ejemplares de El Yacaré. Cortesía

Entre los temas recurrentes destacaban las crónicas sobre presentaciones musicales y teatrales, poesía y danza contemporánea, las muestras de cine y las obras de jóvenes artistas plásticos, tanto nacionales como extranjeros. A lo largo de sus cinco años de vida, El Yacaré también ofreció números emblemáticos dedicados a grandes figuras de las letras paraguayas, como Augusto Roa Bastos y Josefina Plá.

Sin embargo, sus páginas también se vieron marcadas por momentos trágicos, como la catástrofe de Ycuá Bolaños o las muertes en el contexto de la aparición del EPP. Enfrentaron, además, las mentiras del gobierno de turno y las constantes manipulaciones de la información. Las subas escalonadas del pasaje y los precios de la canasta básica. En medio de esas crisis, el “Yaca” informaba, reflexionaba y brindaba un espacio para que las voces, cargadas de indignación o de esperanza, se pudieran expresar. Era un refugio para quienes soñaban con un futuro mejor, aun en medio de tanto caos.

La publicación y sus protagonistas

El proyecto de El Yacaré nació en el mítico Centro Cultural Alternativo Espacio Sajonia Siglo XXI, un lugar donde las propuestas musicales, artísticas y políticas florecían siempre bajo el sello de lo alternativo y descontracturado. Este año, el Espacio celebra 25 años de vida, y se prevé una celebración a la altura de su legado. En 2002, el Espacio Sajonia tuvo que migrar a El (otro) Espacio, ubicado sobre la avenida España, pero desde allí la labor continuó, y El Yacaré siguió navegando en esas aguas rebeldes y creativas que siempre lo caracterizaron.

Sede de El Yacaré. Cortesía

Patio del El Otro Espacio, avenida España 338, donde funcionó la redacción de El Yacaré. Cortesía

 Como semanario gratuito, El Yacaré dependía de los pocos auspiciantes que, en ese momento, apostaron por un proyecto joven y audaz. A pesar de no ser muchos, su apoyo permitió la publicación de 260 números, con tiradas de 1.000, 1.500 y hasta 2.000 ejemplares. Todos los que colaborábamos lo hacíamos a pulmón, con pasión y entrega. El diseñador Juan Heilborn Díaz, un verdadero maestro, dejó su huella en cada edición. La ilustración, sello distintivo de El Yacaré, estuvo en manos del talentoso Charles Da Ponte, quien también creó el cómic “Barrio Chernóbil”, además de contar con colaboraciones de otros artistas gráficos, como Pablo Cáceres y Nelson Marín, entre otros.

Los neófitos (así se autodenominaron) Alejandro Lamas, Nelson Viveros, Miguel Méndez, Mónica Kreibohm, Blas Brítez, Ever Román, Eulo García, Patricia Duarte, Gustavo Torres Grossling, Mirtha Bazzano, Carlos Bazzano, Robert Irrazábal, Javier Viveros y Luz Saldívar fueron los constructores de cientos de artículos que dieron forma a la esencia del semanario.

Carlos Bazzano y Ever Román

Los escritores Carlos Bazzano y Ever Román, colaboradores del semanario. Cortesía

También hubo colaboraciones valiosas de Chester Swann, Ana María Imízcoz, Mercedes Canese, Luis Ortiz, Tomás Palau, Ángel Pineda, Valentina Bonifacio, Adriana Almada, Rocío Ortega, Fides Gauto y muchos más. Cada uno dejó su sello personal y contribuyó al espíritu rebelde y contestatario que definía a El Yacaré.

Al pasar las páginas, uno se encuentra con una pléyade de seudónimos cuya verdadera identidad, hoy en día, es difícil confirmar: Natalio Ruiz, Elbo-e-mío, El Muerto, Samuel Dalton, Artemisa Cruz, Genevieve Blondeaud, MSM Variaciones, Crescencio el Pueblo, Horacio Bussardo, India Juliana, Ñakyra Fernández, El tío Gervacio, entre otros. Estos nombres enigmáticos tejían un mosaico de voces que aún resuenan en la memoria colectiva.

En un momento incluso, más exactamente en la primavera del 2004, se produjo el interesante fenómeno de que unos jóvenes de Resistencia (Chaco argentino) se animaron a replicar la experiencia de El Yacaré asunceno, y se dio entonces un significativo intercambio de experiencias y colaboración entre ambos grupos. Mario Anic, Lucas Corso y Mónica Kreibohm fueron algunos de los principales impulsores de esta alianza regional.

Han pasado más de 20 años, y los tiempos han cambiado. La comunicación ha tomado nuevos rumbos, y en plena era digital cuesta imaginar aquellos días en los que el papel periódico reinaba, y la distribución de cada número de El Yacaré implicaba recorrer kilómetros a pie, en bicicleta o en moto por toda la ciudad.

Actualmente, nuevos medios digitales alternativos han surgido, y es fantástico que así sea. Pero queda este artículo, y quedan los números del “Yaca”, que nació en el Espacio Sajonia y creció hasta convertirse en un referente de creatividad, crítica y audacia, como testimonio de una época. La fuerza del semanario se centra más que nada en el hecho de reflejar la energía de los jóvenes que, más allá de expresar su inconformidad con el sistema, sintieron la necesidad de “hacer algo” y, en ese proceso, dejaron su huella en la historia.

 

Algunos artículos

El mito del yacaré

En el principio todo era ya afín.
Augusto Roa Bastos – Universo

Cuenta la leyenda que hace muchos años, en las oscuras profundidades del barrio Sajonia, en una vieja y derruida casa, famosa por los extraños ruidos que atemorizaban a Ios vecinos, se reunía un cónclave de seres nocturnos, incansables bebedores de cerveza y café, empedernidos fumadores de cigarrillos, infatigables amantes del divague hasta el desfallecimiento. Se dice de estos seres que, por sus no muy sanos hábitos, buscaban una forma de perpetuar su salud física (la mental era irremediable), así que fueron craneando ideas con este fin. Cuentan los que cuentan, que finalmente, luego de varias noches de insomnio y desvarío, dos de estos personajes llegaron con los planos de un proyecto que lograría cumplir el anhelado sueño de la inmortalidad propia. Estos dos habían llegado a la conclusión de que, para lograr la vida eterna, primero debían conquistar el mundo.

Como todo esto no tenía ni pies ni cabeza, todos estuvieron de acuerdo. La idea era sencilla. Para lograr la inmortalidad de estos neófitos vampiros, necesitarían la ayuda de todos los científicos del mundo, y para esto necesitarían poseer el control sobre los gobiernos de cada país. De esta manera, podrían obtener todos los recursos necesarios para el noble fin. Así, estudiaron las distintas formas y técnicas de manipulación de masas y gobiernos, tomando los ejemplos del Tío Sam y otros jugadores locales, y vieron la necesidad de construir un medio de comunicación de masas para controlar las mentes de las personas y difundir sus ideas, actividades nocturnas y algún que otro divague incoherente. El plan no podía fallar, ganarían miles de seguidores, ya que el medio sería gratuito, ganarían millones de dólares en publicidad, un semanario, sí…, un semanario de culto…, no, un semanario cultural, mejor…, sí, un semanario cultural gratuito, sí, y cómo se va a llamar?… Eeehhmmm… -El vampiro- No, boludo, ni en pedo, ¿qué te pensás, que somos unos chupasangre?, ya sé que a veces no hay plata y qué sé yo… Me podés decir que soy un arrastrado y un bocón y un… -Yacaré… -¿He? -Sí, ya está, el yacaré… -Bueno.

Así se dio inicio al mencionado plan, se secuestró a un diagramador, se extorsionó a un dibujante y varios escritores y fotógrafos fueron estafados al igual que los pobres dobladores de periódicos. Todo era parte del maquiavélico plan. Para esconder el PC, (Puesto de Comando, no confundir con Partido Colorado o Comunista o Computadora Personal), se utilizó de fachada un centro cultural, lo que de paso sirvió de excusa a los estrepitosos ruidos de las juergas nocturnas y la música disco. Diez millones de ejemplares se imprimían una semana después del éxito del lanzamiento del semanario, al que asistió toda la prensa y donde actuó una muy popular pero desconocida banda de rock. Todo estaba a punto, el éxito era inminente, pero como todo esto no podía pasar desapercibido ante los ojos protectores de la moral, la ley y las buenas costumbres, un comando de las fuerzas especiales inició el sabotaje del plan y la posterior persecución de estos seres que tuvieron que convertirse en una especie de gitanos, deambulando de un lugar a otro, pero sin desistir nunca de la idea de no morir.

[ Roberto Irrazábal, El Yacaré, N.º 100, semana del 5 al 11 de abril de 2005 ].

 

Por vos, por nosotros, por la vida

Estas palabras son para vos, para nosotros: el mundo debe ser otro. Ahora, más que nunca, nuestra opción es por la vida, por la humanidad, por la gente que cree y sabe que una vida vale más que una moneda. El mundo debe ser otro y es impostergablemente necesario. Sabemos que los actos criminales no cuentan solamente con un responsable, nunca es solamente responsable el que da la orden o el que la cumple, existe una línea interminable de responsabilidades de fondo y forma que la minoría del poder no tiene ni una pizca de intención de dilucidar. Sabemos también que el mundo que imponen los asesinos anquilosados en el poder no acepta nuestras esperanzas. Pero el mundo que nos imponen los asesinos no es un mundo real. El mundo debe ser libre, responsable y humanamente defensor de su libertad. El sistema nos tiene podridos con sus discursos y políticas irresponsables, inhumanas, que ni ahí plantean acciones concretas que alienten a tener una visión crítica ante la realidad. Es la gente que nos acompaña y acompañamos la que quiere construir un mundo nuevo. Los proyectos y las acciones reales, concretas, nacen de la gente, por ejemplo, de gente como vos que está del lado de la humanidad. Gente que tiene necesidades humanas, gente que tiene que comer y dar de comer a sus hijos o a sus padres, gente que busca trabajo y trabaja en lo que sea, gente que quiere aprender y aprende lo que puede, gente que quiere amar y ama como puede y sueña como puede y salva vidas como puede.

Lo que nos ofertan los asesinos no es vida. La vida debe ser otra y debe ser otra nuestra actitud ante la vida. En este país, donde ser explotado es un lujo, ¿cuántas veces un desempleado golpea puertas pidiendo un trabajo? Y cuando lo consigue, si lo consigue, el patrón le hace firmar un papel en blanco y le hace trabajar hasta lo que no puede, y más, por un sueldo miserable, eso lo sabe cualquier familia hundida en el desempleo, eso lo sabemos todos. El mundo debe ser otro y definitivamente es posible. La solidaridad no pide nada a cambio cuando labra el cambio, eso lo vemos en tus brazos abiertos a la esperanza y a la esperanza de todos de abrazar un mundo definitivamente diferente. El amor, los sueños y la esperanza no figuran en la ideología de los asesinos. Es el momento de estar juntos y amar y soñar y sentir como soñamos. Es el momento de ya no guardar silencio, de ya no esconder nuestra esperanza. Esperanza de sentir. Esperanza de buscar. Esperanza de creer en la vida. Y contigo y gracias a vos, la esperanza de seguir, continuar.

Porque otro mundo es posible, necesario e impostergable. Ahora, más que nunca, nuestra esperanza es por la vida, por la humanidad. Ahora, más que nunca, nuestra fuerza para seguir adelante es por la gente que, como vos y gracias a vos, cree y sabe que una vida vale más que una moneda.

[El Yacaré, N.º 155, editorial, semana del 10 al 16 de agosto de 2004, tras la tragedia de Ycua Bolaños].

 

* Fides Gauto es docente universitaria e investigadora.

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