Cultura
Laura Mandelik: Vestigios del futuro
Laura Mandelik y Leila Buffa, Sin título, 2024. Cerámica cocida a fuego, bronce. Cortesía
Meses atrás, antes de que volviéramos a pintarlas de blanco, las paredes de la sala de nuestra casa funcionaban como un lienzo abierto a la escritura de todo aquel que quisiera expresar algo, lo que fuese. Entre estos, un amigo poeta, cuyo nombre guardo con celosa prudencia, anotó lo siguiente: “El poeta es un arqueólogo del futuro”. Un oxímoron maravilloso.
Traigo la frase a esta página para intentar describir la impresión que me produjo la última exposición de la artista Laura Mandelik, quien además es mi gran amiga. Al ver su trabajo –realizado en colaboración con Leila Buffa y Gabriela Mercado– reunido y expuesto en los salones de la galería Fuga, que más que una galería parece una vivienda, una fina pensión o la casa de aquella tía fumadora reincidente y de buena conversación, imaginé lo mismo que el amigo poeta: “Aquí están los vestigios del porvenir, las reliquias que una hipotética humanidad hallará bajo la arena del futuro”. Diría Cazuza: “Eu vejo un museu de velhas novidades“.
Cuando se lanzó el disco de oro de los Voyager a la inmensidad del espacio, a la infinitud del tiempo, Sagan dijo que en aquel compilado de sonidos terrestres, que contenía entre otras cosas ruidos de animales, saludos en 55 idiomas, músicas de Gould, Beethoven y Louis Armstrong, “había un mensaje esperanzador” destinado al encuentro con alguna posible comunidad de extraterrestres dotados de oído o alguna otra instancia receptiva similar.
La botella que Mandelik lanza hacia adelante tiene algo menos solemne que el disco dorado de la NASA, nada monumental, sino más bien el testimonio icónico de lo inmediato, de lo corriente, de lo que hoy parece tan obvio, pero bajo la luz del mañana serán los signos del mundo humano. ¿Qué nos hace humanos? Aventuro: la silla, la escalera, la piscina, el pote de yogur arrojado a la basura, el cuarto de baño. A la luz de esta paradoja, situados en la hora imposible del mañana, la cosa común adquiere un aspecto fascinante, demoledor, más honesto que aquello que ha sido deliberadamente pensado para la inmortalidad.
Si Ginzburg sugirió el método indicial, Mandelik podría instaurar un nuevo sistema vestigial, alentar en lo inmediato el sentido de la arqueología futura. Futurizar el presente, convertir el Voyager en una segunda barca bíblica que se conduce hacia lo posible ilimitado. Es decir, al presenciar esta cara posterior de la posteridad, ya nos hemos futurizado también nosotros. Ahora somos los extraterrestres, girando una pajita de plástico en los dedos y pensando en sus misteriosas aplicaciones.
* Christian Kent (Asunción, 1983). Cursó la carrera de Literatura y Lengua Hispánicas en la Universidad de Chile. Ha publicado numerosos poemarios y libros de cuentos. Es poeta, editor y narrador.
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