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Cultura

Las primeras fotografías de una guerra sudamericana (I)

La Guerra de la Triple Alianza no solo significó una cicatriz profunda en la historia sudamericana, sino que también marcó un hito en el registro fotográfico de conflictos bélicos en la región. Gracias a las innovaciones y tecnologías de la época, pioneros como George Thomas Bate y Javier López documentaron la crudeza de la guerra y retrataron a sus protagonistas. Primera parte.

Carruaje (photographic van) utilizado por Roger Fenton y su asistente, Marcus Sparling. Fotografía de Roger Fenton, 1855. Guerra de Crimea (1853-1856). Cortesía de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. El Mangrullo [y carpa que servía de habitación y laboratorio a los fotógrafos montevideanos corresponsales gráficos de la guerra del Paraguay]. Fotógrafo Javier López, firma Bate & Cía. Tuyutí, Paraguay, 1866. Cortesía de la Biblioteca Nacional del Uruguay.

Carruaje (photographic van) utilizado por Roger Fenton y su asistente, Marcus Sparling. Fotografía de Roger Fenton, 1855. Guerra de Crimea (1853-1856). Cortesía de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. El Mangrullo [y carpa que servía de habitación y laboratorio a los fotógrafos montevideanos corresponsales gráficos de la guerra del Paraguay]. Fotógrafo Javier López, firma Bate & Cía. Tuyutí, Paraguay, 1866. Cortesía de la Biblioteca Nacional del Uruguay.

POR José Ignacio Sánchez Durán *
Desde Buenos Aires

Hacia mediados del siglo XIX, las transformaciones generadas por el colodión húmedo en Inglaterra y las cartes de visite en Francia ampliaron las posibilidades técnicas y económicas para la adquisición de registros fotográficos en distintos formatos y soportes. Paralelamente a estas innovaciones, hubo un aumento de galerías y de profesionales extranjeros que se asentaron en Sudamérica y que, en los primeros tiempos, se trasladaron entre las principales ciudades de la región en búsqueda de clientela y de rentabilidad para sus negocios. En ese contexto, el estallido de la Guerra de la Triple Alianza contra Paraguay en 1864 impulsó la demanda de fotografías, sobre todo de retratos militares y de registros de los escenarios bélicos, cuyas copias fueron ofrecidas al público de forma individual o reunidas en álbumes.

A partir de 1851, la implementación del colodión húmedo le permitió a la fotografía una mayor libertad para conquistar los escenarios exteriores e impulsó los registros documentales. A su vez, esta técnica redujo los costos del daguerrotipo y les proporcionó negativos muy nítidos a los operadores de las cámaras, de los que se podían obtener copias en papel albuminado. Así, guerras como la de Crimea (1853-1856), la segunda guerra del Opio en China (1856-1860), la de Secesión en los Estados Unidos (1861-1865) y de la Triple Alianza contra Paraguay (1864-1870) quedaron registradas con el ojo de la lente, capturando la crudeza de los conflictos. Aunque el colodión redujo considerablemente los tiempos de exposición para obtener las fotos, aquellos lapsos eran aún muy extensos para captar los movimientos o las acciones bélicas. Por ende, las vistas de la guerra eran estáticas y los retratos militares eran posados. Asimismo, el complejo proceso fotográfico estaba a cargo de verdaderos profesionales que requerían, necesariamente, la cercanía de un cuarto oscuro para la preparación de las placas y del revelado. Si el colodión se secaba antes de tiempo, la emulsión era obsoleta y no servía para registrar las imágenes. Por ello, era indispensable que los operadores trasladasen de manera conjunta los equipos, los insumos y el laboratorio, que podía ser un carruaje o una carpa. La elección entre uno u otro dependía, por general, de la logística, de las condiciones del suelo o de las características de la vegetación. Mientras que en las guerras de Crimea y de Secesión, los operadores optaron por carruajes para preparar y revelar sus fotos, en el caso sudamericano los fotógrafos de Bate optaron por las tiendas de campaña. Esto puede apreciarse en la fotografía de Javier López, quien registró la carpa de los fotógrafos junto al mangrullo del ejército aliado.

Paralelamente a las innovaciones del colodión en Inglaterra, en 1854, las tarjetas de visita (cartes de visite o CDV), creadas por el empresario André Adolphe Eugène Disdéri en Francia, bajaron aún más los costos de la fotografía e impulsaron la demanda de retratos, que era la principal actividad de los fotógrafos de la época. A ese boom comercial se lo llamó “cartomanía”, debido a que las fotos tenían un tamaño similar al de los naipes.

Durante la guerra sudamericana, hubo una enorme demanda de retratos militares en la región; sobre todo, retratos individuales de los oficiales que posaron en los estudios al momento de ser reclutados en las instancias iniciales. Intercambiar retratos fotográficos con familiares y amigos fue una práctica muy común para las clases acomodadas de la época. A su vez, en el contexto bélico, los retratos funcionaron como objetos relicarios para salvaguardar la memoria visual del ser querido que partía al frente de batalla con la posibilidad de no regresar jamás a su hogar.

Respecto a estas dos grandes categorías de la fotografía, los retratos y las vistas, es posible encontrar una mayor cantidad de los primeros, muchos de ellos en formato tarjeta de visita. Para los fotógrafos de la época, retratar a los oficiales en las galerías era una actividad más lucrativa y mucho menos riesgosa.

Retrato del Mariscal Francisco Solano López. Fotografía Francesa Inglesa, Gualeguaychú. Cortesía del Museo Julio Marc, Rosario, Santa Fe, Argentina.

Retrato del Mariscal Francisco Solano López. Fotografía Francesa Inglesa, Gualeguaychú.
Cortesía del Museo Julio Marc, Rosario, Santa Fe, Argentina.

Los fotógrafos durante la guerra

Aunque la guerra genera fuertes discusiones historiográficas e ideológicas, es posible establecer que ya en 1864 había un importante despliegue militar en la región. Los acontecimientos ocurridos entre 1864 y 1865 en Uruguay aumentaron las tensiones regionales, movilizando las alianzas políticas y económicas con fuertes intereses comerciales en las cuencas de los ríos Paraná, Uruguay y de la Plata.

El golpe de Estado contra el gobierno del presidente Prudencio Berro, perpetrado por Venancio Flores con el apoyo del emperador del Brasil, Don Pedro II, y del presidente argentino Bartolomé Mitre, generó una escalada del conflicto y la movilización de tropas en la región. En Uruguay, la alianza militar hizo su bautismo de fuego en la ciudad de Paysandú, entre diciembre de 1864 y enero de 1865. En poco tiempo, la superioridad de fuerzas coloradas y extranjeras determinó la derrota sanducera y le allanó el camino a Venancio Flores para atacar Montevideo y derrocar al gobierno blanco.

Según el historiador Miguel Ángel Cuarterolo, el primer fotógrafo en arribar al escenario posbélico de Paysandú fue el francés Emilio Lahore, quien registró los edificios destruidos por las bombas el 3 de enero de 1865. Posteriormente, el 9 de enero, los fotógrafos de la Compañía Bate lograron otra serie de fotografías de la ciudad devastada. En aquel entonces, los profesionales que llegaron a la ciudad se interesaron por registrar las edificaciones en ruinas donde se había pertrechado la resistencia, mostrando la magnitud de la destrucción en los muros y en las estructuras edilicias.

“Nuevo templo” o “Nuevo templo parroquial”, llamado posteriormente “Basílica de Nuestra Señora del Rosario y San Benito de Palermo”, vista desde el norte. Fotógrafo: Julio Victorica, 1865. Datos e imagen proporcionados por Andrés Germán Oberti Rual, del Centro de Documentación e Investigación “Daniel Vidart, Paysandú”, Uruguay.

Como respuesta al despliegue aliado en Uruguay, el mariscal Francisco Solano López definió dos frentes de batalla. Primero, avanzó con sus fuerzas hacia el norte, invadiendo el territorio de Mato Grosso en diciembre de 1864 y, posteriormente, hacia el sur a través de dos columnas, atacando la provincia argentina de Corrientes y el territorio de Río Grande del Sur en 1865.

Con el estallido de la guerra sudamericana, se exaltaron los ánimos nacionalistas. En ese momento, las máximas figuras políticas, como el presidente argentino, Bartolomé Mitre, y el emperador del Brasil, Don Pedro II, experimentaron una fugaz popularidad y los fotógrafos aprovecharon ese clima de patriotismo en las naciones aliadas para vender copias de los retratos de los líderes y de los oficiales que sirvieron para personificar el conflicto alrededor de aquellas figuras.

Bartolomé Mitre. Fotógrafo Christiano Junior, 1865, Biblioteca Nacional de Uruguay. Retrato del emperador Don Pedro II Fotógrafo Luiz Terragno, 1865. Biblioteca Nacional de Brasil.


Bartolomé Mitre. Fotógrafo Christiano Junior, 1865, Biblioteca Nacional de Uruguay. Retrato del emperador Don Pedro II
Fotógrafo Luiz Terragno, 1865. Biblioteca Nacional de Brasil.

Si bien la campaña del Mato Grosso (1864-1868) tuvo una extensa duración, es notoria la escasez de imágenes en comparación con la Campaña de Corrientes (1865-1866), que ha motivado distintas representaciones pictóricas, como las pinturas sobre la Batalla Naval de Riachuelo de Eduardo de Martino o del Almirante Trajano Augusto de Carvalho y una cantidad importante de retratos fotográficos. El 20 de abril de 1865, una galería porteña ofrecía en el periódico “La Tribuna” una docena de retratos a 50 pesos para militares que marchaban a la guerra. Además, luego de las batallas de Yatay y Uruguayana, algunos prisioneros paraguayos fueron retratados por el fotógrafo Luiz Terragno en Porto Alegre. En los cartones que sirven de soporte al papel albuminado, hay datos manuscritos que son una valiosísima fuente de información sobre la identidad y el origen de los soldados.

Soldado paraguayo Antonio Gomes, prisionero en Uruguayana. Tenía 21 años y era del pueblo de Yaguarón. Foto tomada en Porto Alegre, el 27 de abril, 1867. Biblioteca Nacional de Brasil.

Durante el primer año de guerra, gran parte de las fuerzas aliadas estaba operando en la zona del litoral y en sus cercanías. Este movimiento de soldados y de recursos incrementó la cantidad de fotógrafos que se asentaron en las ciudades santafesinas y entrerrianas en territorio argentino, en las ciudades uruguayas de Paysandú, Mercedes, Salto y Montevideo, esta última beneficiada con el paso de las tropas aliadas y los suministros para la guerra. Aunque hubo una gran producción de retratos militares en las instancias iniciales del conflicto, no hubo presencia de profesionales en los campos de batalla hasta 1866. El 20 de noviembre de 1865, el coronel uruguayo León de Palleja escribía una crónica publicada en el periódico “El Pueblo” y se preguntaba: ¿por qué habiendo tantos profesionales en Buenos Aires y en Montevideo, ninguno acompañó a los ejércitos aliados? Paradójicamente, la fotografía llamada la muerte del coronel Palleja se convertirá, un año después, en la primera imagen mortuoria con repercusión periodística en la historia rioplatense.

Muerte del coronel Palleja. Tuyutí, 18 de julio de 1866. Fotógrafo: Javier López Bate & Cía.Biblioteca Nacional Uruguay

Muerte del coronel Palleja. Tuyutí, 18 de julio de 1866. Fotógrafo: Javier López Bate & Cía. Biblioteca Nacional Uruguay

Repelido el ejército de López en Corrientes y en Río Grande del Sur, los aliados avanzaron hacia al sudeste del territorio paraguayo. Allí, durante la campaña del Cuadrilátero o Humaitá (1866-1868), se produjeron las batallas más monumentales de la guerra y los fotógrafos se hicieron presentes en el frente, acompañando a los ejércitos aliados.

 

* José Ignacio Sánchez Durán es licenciado en Ciencias de la Comunicación Social, graduado en la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires (UBA). Su tesis de grado, Fotografías de guerra, fue reconocida por la Carrera de Ciencias de la Comunicación (UBA) como Mejor Tesis de Investigación y obtuvo el premio de la Federación Argentina de Carreras de Comunicación Social (FADECCOS). En 2019, Historia, fotografía y guerra. Un estudio sobre la Guerra de la Triple Alianza contra Paraguay, escrito con María Belén Strassera, obtuvo el Premio a la Investigación Latinoamericana, otorgado por el Centro de Fotografía (CdF) de la Intendencia de Montevideo (Uruguay) y fue publicado en 2021. Su obra fue reeditada este año en Paraguay por el sello Arandurã Editorial y fue presentada en la 48ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, en abril pasado.

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