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Cultura

Los caprichos de la madera

A propósito de “Los Portillo: Escultura guaraní contemporánea”, muestra inaugurada ayer en el Centro de Artes Visuales / Museo del Barro.

"Los Portillo". Vista de sala. Cortesía

"Los Portillo". Vista de sala. Cortesía

La escultura realizada por los guaraníes, como por los pueblos indígenas en general, aparece de modo relativamente tardío. Tradicionalmente, los avá empleaban banquetas ceremoniales y pequeñas representaciones de aves dispuestas en los altares, así como pequeñas figuras de animales empleadas en rituales de caza. Sin embargo, las piezas de mediano y gran formato, encaradas con un sentido escultórico, aparecen recién ya bien entrado el siglo XX, y lo hacen desvinculadas de las prácticas mítico-ceremoniales, aunque, sin duda, nutridas de muchas fuerzas suyas. Configuran, así, expresiones propiamente estéticas, afectadas a fines lúdicos y, en especial, al intercambio comercial. Si bien recientes, las actuales piezas esculpidas en madera y pirograbadas, básicamente zoomorfas, se conectan con la tradición figurativa guaraní, hasta ahora casi sólo expresadas en las antiguas tallas misioneras. Cuando el guaraní encara hoy una forma tridimensional sigue aplicando soluciones formales escuetas correspondientes a una remota y depurada sensibilidad, despojada de excesos ornamentales: antibarroca por vocación antigua.

"Los Portillo". Vista de sala. Cortesía

“Los Portillo”. Vista de sala. Algunas piezas. Cortesía

Aunque, siguiendo esa vocación, los paĩ tavyterã y los mbya practican la talla en madera, son los avá quienes las realizan de manera sistemática. Entre ellos, trabajada en maderas de kurupi ka’y, cedro y timbó, se destaca la obra de los primos Salustiano y Apolonio Portillo. El primero, fallecido en 2020, dejó una producción consistente, continuada por el segundo, que le proveyó de marcas propias. Esta muestra expone obras de ambos, seguidores de lo que podría ser llamado estilo escultórico guaraní. Éste se define por su carácter simplificado y seguro; supone una figuración ajena al naturalismo occidental de la representación, la proporción y el volumen y da como resultado una obra dotada de un sentido propio de la expresión a través de innumerables recursos formales.

"Los Portillo". Piezas en exhibición. Cortesía

“Los Portillo”. Piezas en exhibición. Cortesía

Sobre ese fondo común, cada una de las producciones adquiere notas singulares. La obra de Salustiano sigue las configuraciones de la madera y adopta formas rotundas y soluciones contundentes. Sus macizos morteros, sillas y banquetas, así como sus abultadas representaciones de tortugas, tapires y serpientes enroscadas, rozan una abstracción hermética y ruda, brutal por momentos. Las piezas de Apolonio, por su parte, se encuentran más atentas a los requerimientos formales de la representación que a la potente presencia de la materia. Su figuración es más estilizada que la de Salustiano; sus yacarés y peces adquieren movimiento y soltura; sus armadillos, encerrados en sí mismos, se recubren de delicadas pirografías, y sus felinos esbozan con gracia lances no exentos de humor, rasgo extraño en este tipo de manifestaciones. Desde sus posiciones distintas, ambos artistas enriquecen el repertorio del arte indígena contemporáneo.

"Los Portillo". Piezas en exhibición. Cortesía

“Los Portillo”. Piezas en exhibición. Cortesía

 

* Ticio Escobar es crítico de arte, curador, docente y gestor cultural. Fue presidente de la sección paraguaya de la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA Paraguay), director de Cultura de la Municipalidad de Asunción y ministro de la Secretaría Nacional de Cultura. Es director del Centro de Artes Visuales/Museo del Barro.

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