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Agenda Cultural

Roberto Galeano Monti: Cuando la gestión cultural crea puentes y transforma realidades

El último día del año es siempre un momento de balance y reflexión. En el ámbito de la cultura, mapear las personalidades que se destacaron durante el año es tarea obligada. Por la gestión cumplida a lo largo de este periodo, por el alcance de las acciones desarrolladas y por el horizonte amplio en el cual sitúa los proyectos que examina e impulsa la institución a su cargo, consideramos que la personalidad destacada en la escena cultural durante 2025 es Roberto Galeano Monti, director ejecutivo de Fundación Itaú.

Roberto Galeano Monti, director ejecutivo de Fundación Itaú. Cortesía

Roberto Galeano Monti, director ejecutivo de Fundación Itaú. Cortesía

Roberto Galeano Monti (1980), psicólogo con maestría en Administración de Empresas, cuenta con más de una década de experiencia en la gestión de proyectos de impacto social en organizaciones de la sociedad civil y empresas. Se desempeña, desde hace un año, como director ejecutivo de Fundación Itaú, donde lidera iniciativas clave para fortalecer la cultura y la educación en Paraguay, con un especial interés en la creación de puentes entre aliados, proyectos y comunidades, enfocándose en la colaboración para generar un impacto positivo y sostenible en la sociedad.

—¿Cómo se mide el impacto cuantitativo y cualitativo de los programas de Fundación Itaú en la escena cultural en Paraguay?

—Como Fundación Itaú, nos interesa pensar, medir y evaluar el impacto de lo que vamos generando cada año en nuestros dos ejes: cultura y educación. En lo cuantitativo, el impacto a lo largo de estos 10 años nos arroja las siguientes cifras: más de 1.300.000 personas alcanzadas, más de 300 proyectos ejecutados y 100 aliados distintos en 17 departamentos del país. Solo en 2024 hemos ejecutado 50 proyectos con nuestros aliados.

Y luego tenemos el impacto cualitativo, que es el que personalmente me gusta más y que complementa siempre a los números, que son importantes pero no logran transmitir toda la transformación que vamos construyendo. Digo esto porque es muy difícil medir la emoción que vamos generando en las distintas actividades de nuestros proyectos con aliados: es decir, ¿cómo medir la manera en que entra una persona a un concierto gratuito de la OSCA, en el Teatro Municipal, y evaluar cómo sale luego de la obra? ¿O lo que ocurre, desde el plano de la emoción y el pensamiento, con alguien luego de recorrer el Museo del Barro o el Centro Cultural del Lago o la Feria de Arte Oxígeno? ¿O con alguien que en tercer grado finalmente aprende a leer gracias a organizaciones como Alda, Dequení o Enseña por Paraguay? ¿O con miles de niños que semana a semana están en escuelas de música de Sonidos de la Tierra, o en El Cántaro de Areguá, o en Mapa? Puedo seguir con muchos ejemplos más; no tengo dudas de que salimos siendo mejores personas luego de experiencias y vivencias como estas, y ahí radica la fuerza de lo que vamos generando.

Conjunto escultórico y pintura, propuesta de Christian Ceuppens. Cortesía

Conjunto escultórico y pintura, propuesta de Christian Ceuppens en Feria de Arte Oxígeno 2024. Cortesía

—¿Cuáles considera los proyectos más innovadores o transformadores que ha llevado adelante la fundación?

Esta, quizás, es la pregunta más difícil que me vienen haciendo, ya que cada uno de los 50 proyectos actuales necesariamente tiene el eje de “transformar realidades”, comprendiendo que esta es la columna vertebral de todo lo que hacemos como Fundación. Ahora bien, y a riesgo de ser injusto con los otros, voy a citar dos de ellos en la búsqueda de mostrar la amplitud del impacto que generamos.

Emergentes, proyecto propio de Fundación Itaú, realizado en conjunto con la Fundación Carlos Pusineri, es nuestra plataforma de despegue para el arte en Paraguay. Su propósito principal es dar visibilidad a la diversidad del talento emergente de la escena nacional, incentivando la producción, formación, capacitación y exposición del arte en todas sus manifestaciones. Este impulso se materializa a través de dos ejes de acción: 1) un concurso de fondos y 2) espacios formativos a través de talleres, conversatorios y, desde el 2023, una residencia artística para 24 proyectos seleccionados. Desde sus inicios, en 2019, esta iniciativa se dedica a descubrir y potenciar talentos de todo el país, ya que nuestro objetivo es el de hacer realidad sus proyectos artísticos. Hasta la fecha hemos impactado positivamente en más de 1.000 artistas que están comenzando sus carreras y eso es algo que nos emociona mucho.

Adjudicados por el programa "Emergentes" 2024. Cortesía

Adjudicados por el programa “Emergentes” 2024. Cortesía

Sonidos de la Tierra. Menciono este proyecto por la fuerza que tiene, dado su alcance nacional y el impacto en miles de niñas, niños y adolescentes que año a año pasan por esta red de escuelas de música y de vida a lo largo y ancho del país. Este programa, que nace con el impulso del maestro Luis Szarán, es muy completo, ya que elabora estrategias que buscan contribuir a la creación de oportunidades a través de la adquisición de habilidades socioemocionales y musicales. Se da un involucramiento muy fuerte con las comunidades a través de plataformas académicas como la Escuela de Liderazgo, las Escuelas Comunitarias de Música, la campaña de participación comunitaria #SomosH20 y otras plataformas masivas como seminarios y festivales. Este año, por citar apenas un ejemplo, en un solo evento en Caaguazú participaron 1.200 músicos de 68 comunidades de los 17 departamentos del Paraguay, además de músicos de Bolivia y Colombia.

Sonidos de la Tierra. Cortesía

Proyecto “Sonidos de la Tierra”. Cortesía

—¿Qué desafíos enfrenta el sector cultural hoy?

Creo que el sector cultural en Paraguay enfrenta desafíos bien complejos. Desde el rol que Fundación Itaú asumió hace 10 años, entendemos que el desafío más importante es la sostenibilidad de los proyectos. Por ejemplo, tenemos 16 aliados a los cuales venimos acompañando con recursos desde hace 10 años y la pregunta es: ¿qué pasa si no cuentan con estos ingresos de un año al otro? Probablemente, la mayoría de los proyectos desaparecería y otros tendrían que reducirse drásticamente. Suena muy bien decir que un proyecto debe ser autosustentable pero, finalmente, la pregunta es ¿cómo se va a autosustentar para lograr el mismo o mayor impacto que el obtenido con nuestro apoyo o el de otras organizaciones que vienen apostando a la cultura y la educación? Sería muy interesante, como Fundación, ser una plataforma de despegue de proyectos, que cuenten con nuestro apoyo durante determinados años con el compromiso de sostenerse luego por cuenta propia o con otros fondos; lastimosamente, el problema es más complejo que esto y allí aparece la oportunidad de trabajar de manera conjunta con las instituciones gubernamentales.

Buscando un segundo desafío, podría mencionar la falta de un público que consuma arte y cultura. En un contexto donde el día a día está marcado por largas jornadas laborales, sueldos insuficientes y prioridades inmediatas, formar audiencias interesadas en arte se convierte en un desafío muy grande.

—¿De qué manera las políticas culturales del ámbito privado pueden complementar o, incluso, impulsar las iniciativas del sector público? ¿Existen áreas donde la colaboración entre ambos sectores puede ser más efectiva?

Creo, sin lugar a duda, que existen áreas donde podemos colaborar de manera más efectiva y eficiente. Las políticas culturales del ámbito privado, como las impulsadas por nuestra Fundación, pueden complementar e impulsar las iniciativas públicas, especialmente en aquellas áreas donde el sector estatal no logra cubrir todas las necesidades o enfrenta limitaciones. A través del financiamiento de proyectos que promueven la diversidad cultural, la educación artística y el acceso equitativo a espacios culturales, el ámbito privado puede aportar recursos, experiencia y visibilidad, potenciando el impacto de estas acciones.

Las alianzas público-privadas son especialmente efectivas en la creación de programas educativos que mejoren la comprensión lectora y fomenten la apreciación del arte en escuelas y comunidades. Asimismo, resultan fundamentales en la preservación del patrimonio cultural, financiando iniciativas que rescaten tradiciones e identidades locales.

Otra área crítica es el acceso a la cultura, donde estas colaboraciones permiten extender eventos y actividades a sectores que, de otro modo, quedarían excluidos.  En conjunto, esta sinergia entre sectores no solo amplía el alcance de los proyectos culturales, sino que también contribuye a su sostenibilidad a largo plazo, garantizando que la cultura sea accesible a todos/as, porque sabemos que la cultura es un derecho humano, no un privilegio. De hecho, y como ejemplo de esto, me parece importante mencionar el convenio que firmamos este año con la ministra de Cultura, Adriana Ortiz. Como siempre existe el temor de que los convenios queden solo en fotografías y firmas bien estampadas y no se lleven a la práctica, podemos citar esta alianza que hemos iniciado este año con la Secretaría Nacional de Cultura dentro del Centro Cultural del Puerto, donde hemos desarrollado ya cerca de cinco actividades bien concretas y para el 2025 buscaremos tener un espacio fijo de exposiciones artísticas temporales.

Fachada del restaurado edificio del Puerto de Asunción. Cortesía

Cntro Cultural del Puerto de Asunción. Cortesía

—¿Cómo concibe usted, personalmente, la gestión cultural?

Para mí, la gestión cultural desde el rol que me toca asumir hoy en la fundación va más allá de “apoyar” proyectos; se trata de crear puentes entre aliados, proyectos y comunidades, de trabajar en el territorio, en contacto directo con las personas… ¡allí donde habita el sueño! Nosotros trabajamos en colaboración con los aliados, no somos un simple “presentador” o sponsor. La gestión cultural, creemos, es un proceso de colaboración que busca integrar diversos actores, tanto del sector público como privado, con el fin de promover el acceso a la cultura, preservar las identidades y generar un impacto transformador.

Desde la fundación, tenemos posibilidad de trabajar individualmente con nuestros aliados, pero, a la vez, generar un vínculo cuando vemos la potencialidad que podría tener el trabajar juntos. Algunos ejemplos de nuestra concepción de gestión cultural como “creadores de puentes” podrían ser las alianzas que hicimos con la Federación Juntos por la Inclusión y con Sonidos de la Tierra en el lanzamiento del “Himno de la Inclusión”, un proyecto de la federación que fue potenciado con toda la estructura de Sonidos; o la manera en que fusionamos “Emergentes” con “Cine de Barrio” para crear el programa CIBA Emergente, que apoya a cineastas nacionales que comienzan su trayecto. Estos proyectos son una muestra clara de cómo la gestión cultural puede activar alianzas estratégicas que promuevan la creatividad, la inclusión y el desarrollo de nuevas narrativas, al tiempo que fomentan la participación de la comunidad. La clave está en salir de nuestras oficinas, escuchar las necesidades del territorio y actuar en consecuencia, generando espacios que realmente respondan a esos sueños comunitarios.

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