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Agenda Cultural

Sobre el origen de las colecciones y los museos en Paraguay

A pocos días de la “Noche de los Museos 2023”, que se llevará a cabo el próximo sábado 11 de noviembre, consideramos oportuno revisitar este artículo que recorre los mojones en la historia de los museos y del coleccionismo en el país.

Museo Nacional de Bellas Artes ca. 1911. Arsenio López Decoud. Cortesía

Museo Nacional de Bellas Artes ca. 1911. Arsenio López Decoud. Cortesía

En la segunda mitad del siglo XIX Paraguay no estaba ajeno al desarrollo museológico del viejo continente. Publicaciones de 1859 en El Semanario de Avisos y Conocimientos Útiles se hacían eco de las adquisiciones de los grandes museos europeos, ya fuera el Louvre, el Museo Real de Madrid o el Museo de Londres. Sin embargo, hasta ese momento el país carecía de una política cultural específica para museos o, por lo menos, no han podido ser identificados documentos oficiales que indiquen alguna iniciativa en este sentido, como sí la hubo para la creación de una Biblioteca Nacional, en ese mismo año.

El historiador Carlos Pusineri Scala refería, no obstante, que en el año 1863 Francisco Solano López conformó el primer museo en la antigua Casa de los Gobernadores, a partir de una colección compuesta por mil monedas provenientes de todo el mundo y minerales que adquirió de Montevideo, junto a sus respectivos muebles. A este museo se habían ido agregando trofeos recolectados durante la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870), pero todo desapareció luego de la contienda. Según Pusineri Scala, documentos relativos a este hecho obraban en propiedad de Juan Bautista Gill Aguinaga.

Semanario de Avisos y Conocimientos Útiles, 1859 y 1862

Semanario de Avisos y Conocimientos Útiles, 1859 y 1862. Cortesía

Desde 1858 funcionó en Asunción un Museo Diorámico. A pesar de su nombre, éste tuvo más relación con una sala de cine –o con las experiencias inmersivas actuales– que con un museo, pues se trataba de una sala de proyecciones ópticas. El diorama es una imagen tridimensional, pintada, opaca o traslúcida, sobre superficie transparente, de un paisaje o acontecimiento histórico o cultural, sobre el cual se generan efectos de luz, oscuridad, niebla, nubes en movimiento, cascadas o tormentas, mediante un foco de iluminación frontal o posterior. Esta invención debe su creación a Louis Jacques Mandé Daguerre (1789–1851) y Charles-Marie Bouton (1781–1853), ambos franceses. Surge en París en 1822, desde donde rápidamente extiende su popularidad a otros países, llegando al Río de la Plata.

Las primeras funciones se iniciaron en abril de ese año, por emprendimiento del italiano José Baliano, quien llegó desde Buenos Aires en el mes de enero a bordo de la goleta argentina “Bella Vázquez”. Los dioramas llegaban desde Buenos Aires por medio de diferentes vapores y las presentaciones se realizaban en un inicio los domingos, jueves y sábados, posteriormente hubo funciones diarias, el precio de la entrada era en inicio de un real y para 1862 se pagaba ya dos reales. En esa época el salón de exhibición estaba ubicado en “la acera de la casa que fue Club Nacional, en frente la obra del Nuevo Teatro” [1].

Diorama con el golfo de Nápoles y el Monte Vesubio, Louis Jacques Mandé Daguerre (1787-1851) y Bouton. De Les merveilles de la photographie, de Gaston Tissandier, París, 1874

Louis Jacques Mandé Daguerre y Bouton, en Gaston Tissandier, Les merveilles de la photographie, París, 1874. Diorama con el golfo de Nápoles y el Monte Vesubio, Cortesía

La Guerra de la Triple Alianza determinó un corte en el incipiente desarrollo cultural de la capital del Paraguay. Warren describe así la situación al final de la contienda:

Cuando los aliados ocuparon Asunción, la ciudad era un desierto cultural: no tenía ninguna escuela, ni academia de ciencias, ni bibliotecas, ni librerías, ni museos; tampoco jardines públicos, fuentes ni plazas agradables. Los paraguayos, muy conscientes de esas carencias, se dedicaron con admirable determinación a dar nueva vida a una cultura por la cual había hecho tanto Carlos Antonio López [2].

Asunción ocupada. Calles Palma y 14 de mayo. Perestrello, ca. 1869. Colección Javier Yubi.

Asunción ocupada. Calles Palma y 14 de Mayo. Perestrello, ca. 1869. Colección Javier Yubi

Asunción ocupada. Estación Central del Ferrocarril, ca. 1869. Dominio público

Asunción ocupada. Estación Central del Ferrocarril, ca. 1869. Dominio público

La Constitución de 1870 no contempló el aspecto cultural como parte de la política del Estado más que en un artículo referido al fomento de la inmigración americana y europea como medio para “introducir y enseñar las ciencias y las artes” (art. 6°). En noviembre de 1870 se creó el Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción Pública, que tenía como una de sus funciones la promoción “por todos los medios posibles, de la instrucción y educación superior e inferior, estando a su cargo todos los establecimientos de este ramo”.

Cinco años más tarde, en plena época de ocupación del ejército brasileño, llegan a Asunción los italianos Guido Bennatti y Vicente Logatto, quienes junto al francés José Carlos Manó [3] conformaron la Comisión o Sociedad Científica Médico-Quirúrgica Italiana, cuyo fin principal era la cura de enfermos y la de “ilustrar la especie humana”.  El diario La Patria –donde escribía Manó– informó en enero de 1875 sobre la llegada de la comisión, y anunció sus servicios, además de un obsequio: los restos fósiles de un megaterio que habían sido hallados en los alrededores de Asunción. La donación fue aceptada por el presidente Juan Bautista Gill y a partir de ella se creó, por ley del 17 de enero de 1875, el “Museo Nacional” anexo a la Biblioteca Pública.

Es interesante señalar que Benatti, quien fungía de presidente de la Comisión, ya había recorrido parte de Sudamérica y, según sus propias afirmaciones, se ocupaba de reunir objetos curiosos y de interés histórico por encargo de algunos museos europeos. Años antes de arribar a nuestro país ya contaba con una importante colección conformada por piezas arqueológicas, paleontológicas e indígenas, la cual siguió acrecentando, hasta crear en Buenos Aires, en 1883, el “Museo Científico Sudamericano”, que contaba con restos fósiles procedentes de nuestro país. Parte de este acervo fue adquirido en 1884 por el Estado argentino para el Museo de la Plata.

A pesar del nombre, el “Museo Nacional” de 1875 era de administración municipal. La Ley de Municipalidades promulgada en junio de 1882 establecía que “la conservación y cuidado de los museos” eran parte de las atribuciones municipales.  El 20 de setiembre de 1887 se promulgó la ley que creó la “Biblioteca y Museo Nacional” y, al año siguiente, el 1 de marzo de 1888, se creó la “Comisión encargada del fomento, inversión e inspección de los fondos de la Biblioteca y Museo Nacional”, que posteriormente tomó a su cargo la Biblioteca Pública y el plantel del Museo creado en 1875, cumpliendo una disposición del 28 de febrero de 1891. Según Pusineri Scala, los trofeos de guerra devueltos en 1885 por el Uruguay habían pasado a conformar el acervo del nuevo Museo Nacional a partir de 1887.

Las últimas décadas del siglo XIX se caracterizan por un creciente interés hacia la investigación científica y el coleccionismo. En este período surgen colecciones particulares sobre las que posteriormente se fundarían dos de los museos más importantes de nuestro país.

El Museo de Arte Sacro Juan Sinforiano Bogarín –abierto al público en 1981 en su sede actual, al costado de la Catedral– debe su nombre y su acervo al primer arzobispo de Asunción quien, siendo aún seminarista, desde 1880 se ocupó, en medio de sus labores pastorales, de recolectar, inventariar y conservar objetos de interés histórico-cultural, cuyo valor en ese tiempo aún no era suficientemente apreciado. Hasta hoy se conservan en los archivos del museo los inventarios de los objetos que de puño y letra elaboró monseñor Bogarín.

Museo Juan Sinforiano Bogarín, sede actual.  Cortesía

Juan Silvano Godoy, personaje controversial de nuestra historia, entra en escena apenas finalizada la guerra y, viéndose envuelto, junto a su hermano Nicanor [4], en el complot de asesinato del presidente Juan Bautista Gill y de su hermano, desaparece del país, retornando en 1894 con una importante colección de libros y obras de arte, entre las que se encontraban óleos de Murillo, Carbonero, Tintoretto, Rusiñol y Guillermo Da Ré, entre otros, que habían sido adquiridos en Europa y Buenos Aires. El origen del dinero invertido en esa colección sigue siendo hasta hoy motivo de especulaciones.

Durante los años siguientes, Godoy solicitó al Estado poner al servicio público sus colecciones. El 10 de enero de 1903 fue nombrado director general de la Biblioteca, Museo y Archivo Nacional. Como tal, se encargó, junto a Manuel Franco –director del Colegio Nacional–, de evaluar y catalogar las bibliotecas y documentos de Enrique Solano López y del doctor Blas Garay, cuya compra para la Biblioteca Nacional se había autorizado por decreto del 9 de julio de 1906.

Finalmente, el 28 de marzo de 1909 se abrió al público el “Museo de Bellas Artes e Histórico Godoy”. Según una publicación del periódico El Diario, del 24 de marzo de 1909, la inauguración tendría lugar en un local de la calle Estrella 277 que constaba de siete salones. Por el alquiler de la casa el Estado pagaba, en el año 1914, la suma de 3.000 pesos mensuales. En este museo, Godoy fusionó su colección particular con la del Museo Nacional y con donaciones de artistas paraguayos. Esta institución dio origen al Museo Nacional de Bellas Artes.

Según una anécdota paradójica recogida por Pusineri Scala, el arma con que fue asesinado el presidente Gill en 1877 –una escopeta de dos caños, calibre 16, sistema Lafucheau– fue entregada al museo creado por él mismo, según constaba en el inventario de 1886, cuyo documento original estaba en poder del historiador. Luego de la fusión de las colecciones, la escopeta volvió a manos del supuesto asesino intelectual. Años después, fue adquirida por Juan Bautista Gill Aguinaga, nieto del asesinado presidente.

Juan Silvano Godoy retratado por Teófilo Castillo, 1901. Colección MNBA © Laura Mandelik

Juan Silvano Godoy retratado por Teófilo Castillo, 1901. Colección MNBA © Laura Mandelik

Notas

[1] Semanario de Avisos y Conocimientos Útiles (sábado 1° de febrero de 1862). Tercera época, Año X, N° 410, p. 4.

[2] Warren, Harris Gaylord (2009). Paraguay y La Triple Alianza. La década de posguerra: 1869-1878. Asunción: Intercontinental, p. 248.

[3] Manó se unió a la Comisión en 1875. Fue secretario del Congreso durante la presidencia de Jovellanos, en diciembre de 1871, y miembro del Consejo de Instrucción Pública en 1873. Desde 1874 escribía en el diario oficialista La Patria.

[4] Nicanor Godoy fue el autor material del asesinato del presidente Gill en 1877. Huyó a la Argentina y en 1899 fue preso por el asalto a mano armada de la sucursal del Banco de la Nación en Corrientes, según publicó la revista Caras y Caretas, en su número 53, del 7 de octubre de 1899, p. 26.

 

Nota de edición: Este artículo fue originalmente publicado, en la sección Cultura de nuestro diario, el domingo 28 de mayo de 2023.

 

* Silvia Rey Méndez es arquitecta, máster en Valorización de bienes arquitectónicos y ambientales, docente en las áreas de Historia y Patrimonio de la FADA-UNA.

2 Comments

2 Comentarios

  1. Prof Arq. Sofia Gill - Escobar

    28 de mayo de 2023 at 14:37

    Excelente teaajo realizado por la colega de la FADA, Arq Silvia Rey, cuya formación continua como docente es es digna de admiración, en lo que a mí respecta. Aplaudo este escrito, al que su autora Silvia Rey acompaña con las fuentes bibliográficas que corresponden.

  2. Martin Romano Garcia

    1 de junio de 2023 at 14:39

    Pues entre las fuentes no figura que lleva a la autora a decir que “el origen del dinero… sigue siendo hasta hoy motivo de especulaciones” Todos los papeles de Godoi se pueden consultar online, y confirman que hizo muchisimo dinero con el loteamiento en Bs As, de los barrios Flores y Caballito. Si tiene otras versiones fundadas, apreciaria mucho que las vertiera aqui, en vez de dejar esa mancha flotando…
    Mil gracias

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