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Vacío político en Caacupé
La misa central en honor a la Virgen de Caacupé, uno de los eventos religiosos más emblemáticos del Paraguay, dejó al descubierto la indiferencia de gran parte de las autoridades del Estado. Con varias filas de sillas vacías reservadas para políticos y funcionarios, el acto evidenció un preocupante distanciamiento entre la clase dirigente y la ciudadanía, en un momento donde el país demanda mayor compromiso y cercanía.
Ausencias notorias
A la ceremonia asistieron solo unas pocas autoridades, entre ellas el fiscal general del Estado, Emiliano Rolón; el gobernador de Cordillera, Denis Lichi; y el intendente de Caacupé, Diego Riveros. Sin embargo, el gran ausente fue el presidente de la República, Santiago Peña, quien adelantó su visita a la Villa Serrana para participar del octavo día del Novenario, antes de partir en una gira internacional que lo llevó a Uruguay, Francia e Israel. Este viaje suma el número 36 desde que asumió el cargo el 15 de agosto de 2023, generando cuestionamientos sobre sus prioridades frente a las demandas nacionales.
Mensaje crítico desde el púlpito
Durante la misa, monseñor Ricardo Valenzuela no dejó pasar la oportunidad para dirigir fuertes críticas a la clase política. En su homilía y en la lectura de su tradicional Carta al Pueblo Paraguayo, el obispo cuestionó con dureza el autoaumento salarial de los parlamentarios, calificándolo como una falta de sensibilidad hacia las necesidades del pueblo.
“El servicio político exige una vida moral a toda prueba en la gestión transparente del poder”, afirmó Valenzuela, enfatizando la importancia de una ética intachable en el ejercicio del poder público.
El mensaje también incluyó un llamado a la fe y a la esperanza, instando a los fieles a buscar en María una guía espiritual en tiempos de incertidumbre. Sin embargo, las palabras del obispo resonaron con fuerza en un contexto donde la ausencia de las autoridades dejó entrever un distanciamiento creciente entre el Gobierno y la ciudadanía.
Un acto de fe empañado por la indiferencia política
La misa central, que reunió a miles de fieles en la Basílica Menor, se convirtió en un símbolo de devoción popular, pero también en un recordatorio del desencanto ciudadano. Las sillas vacías, reservadas para las principales figuras del Estado, no solo reflejaron la falta de compromiso de las autoridades con la Iglesia, sino también con el pueblo que representan.
En un país marcado por desigualdades y necesidades urgentes, la desconexión entre los líderes políticos y la ciudadanía parece acentuarse, dejando un vacío no solo físico, sino también moral. El evento, que tradicionalmente une a los paraguayos en torno a la Virgen de Caacupé, evidenció este año una grieta profunda entre quienes gobiernan y quienes depositan en ellos su confianza.
Mientras la Virgen de Caacupé sigue siendo un faro de fe y esperanza para el pueblo, las ausencias en la misa central fueron una dolorosa muestra de cómo, en lugar de acercarse a sus raíces y a su gente, muchos dirigentes optan por priorizar sus intereses y agendas personales. Una desconexión que no solo genera indignación, sino que demanda respuestas y cambios urgentes.
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