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Política

Silvia Paéz Monges: “Un asesor político debe ser capaz de marcar el rumbo correcto”

Silvia Páez Monges. Foto: Archivo

Silvia Páez Monges. Foto: Archivo

A medida que se acerca la fecha anhelada en la que se realizarán los comicios generales para elegir al nuevo inquilino del sillón presidencial, el ambiente político está enrarecido y existe cierta confusión en el electorado general. Las declaraciones y sanciones impuestas por el gobierno de los EE. UU. a importantes referentes políticos dejan un halo misterioso de lo que podría pasar.

En esa línea, El Nacional se ha puesto en comunicación con Silvia Páez Monges Guanes, quien tiene vasta trayectoria en el asesoramiento político.

Páez Monges es asesora política, comunicadora, docente universitaria y escritora. Estudió Ciencias Políticas (U.N.A) y se especializó en Estudios de Estado, Historia y en Tecnologías en el Instituto de Altos Estudios Estratégicos; la Facultad Politécnica Nacional; la Universidad de Guadalajara (México) y la Universidad de Austin- Texas (EE.UU). En su amplio espectro profesional, Paéz Monges es asesora política de presidentes, congresistas, intendentes y concejales. Su último libro coeditado es Prensa y Estado en América Latina. También es periodista de medios desde el año 2000, en el SNT, Última Hora, Infobae (Grupo Clarín), y actualmente, conductora del programa radial “El Día Perfecto”, por la 780 AM radio 1°de Marzo. Ha hecho especializaciones en Historia, TIC aplicada a la Didáctica, Derecho, y en Gestión Parlamentaria. Es tutora virtual de las Cátedras de Historia Diplomática e Historia del Paraguay en la Facultad de Derecho-UNA y docente en Maestrías de Gobierno y Gerencia Pública.

¿Cuál es la función de una asesora política?

La asesoría política calificada tiene la misión de orientar a una persona o entidad en las distintas áreas que compete la gestión del poder. El objetivo no solo es alcanzarlo, sino mantenerlo; y para eso se precisa de personas capaces de integrar equipos que sostengan el poder alcanzado con consistencia. Una de las áreas más determinantes es la comunicación política, que indefectiblemente debe responder a una estrategia política; ya que si la cabeza de comunicación es incapaz de discernir una comunicación de campaña, ante una comunicación de Estado, Gobierno o pública, ese gobierno puede convertirse en un eterno bucle electoralista, un loop infinito de reacciones de barricada, un constante foco de crisis autogeneradas, como está sucediendo.

Un asesor o asesora política debe ser capaz de marcar el rumbo correcto en cada coyuntura aunque no se lo siga. Allí entra a jugar justamente la solvencia académica, técnica y de experiencia en terreno, que es irremplazable. Pero ante todo, la capacidad de sostenerse en lo correcto aunque esté sucediendo lo incorrecto. Esa actitud requiere mucha seguridad profesional, integridad personal, inteligencia emocional y valentía; porque se pone en juego la permanencia en ese puesto o círculo, pero hay que ser capaz de contradecirle al propio presidente de la República si es necesario. Cosa que por cierto, ellos respetan y -con el tiempo- valoran.

¿Qué segmentos del área política recurren a tu asesoramiento?

En la amplitud de las dimensiones que tiene la asesoría política, hasta hoy me dieron su confianza presidentes, congresistas, intendentes, concejales, ministros, autoridades nacionales. En todos los casos fue por las buenas consideraciones personales sobre experiencias en procesos electorales, con estrategia política, comunicación política, tecnologías o defensa nacional. Tengo la bendición de ser comunicadora desde el año 2000 en los distintos grandes medios nacionales e internacionales. Estudié Ciencias Políticas y me especialicé en Estado y Tecnologías, por lo que me resulta muy gratificante desarrollar esas posiciones, ya sea en campañas electorales, gobiernos o gestiones. Confieso una infidencia, por si alguien esté dudando aún y pueda ayudarle: cuando inicié la carrera en la Universidad Nacional, no visualizaba un futuro concreto ni siquiera una salida laboral específica para ella. Pero me apasionaba la política porque desde que nací, viví en fuertes entornos políticos y académicos. Lo determinante, fue la capacidad de asumir que una sola carrera no sería suficiente. Que era imperativo, por ejemplo, transversalizarle tecnologías a la política, la comunicación, el Estado, o cualquier estudio que sume a lo largo de toda la vida. Especializaciones en historia o literatura, por ejemplo. ¿Qué tienen que ver con la política? Cualquiera diría “nada”; pero gracias a eso, pude aportar siempre lecturas más precisas de mapas políticos o expresiones más asertivas para cada coyuntura. Un diferencial importante en lo electoral y gubernativo. Abriendo la mente a aprender de todos y de todo fue que pude ensamblar una maquinaria útil y necesaria para el mercado, pero muy gratificante en lo personal. Así que mi consejo, si me permiten; planifiquen sus metas estratégicamente, pero no dejen de hacer lo que les apasiona.

Steve Jobs dijo algo cierto a respecto: “No se pueden unir los distintos puntos mirando para adelante; únicamente mirando hacia atrás”. Confíen en el proceso.

Actualmente, la política paraguaya tocó fondo, en el sentido de que no hay figuras políticas con honorable reputación, ¿qué factores han incidido para que la política se haya convertido en politiquería?

Disiento en ambas percepciones para empezar, porque si abordamos de esa forma pesimista, aunque suene tragicómico, el fondo no existe, siempre es posible caer más bajo. Y luego, ¿quién nos dice que no hay figuras con honorable reputación?, ¿las dirigencias partidarias, la prensa, las agendas internacionales, las empresas, quién lo pretende dictar? Según cada uno de ellos, somos todos válidos o inválidos en mayor o menor medida en la escala de sus intereses, o en el mejor de los casos, de sus ignorancias. Incluso para votar o ejercer el derecho a la libre expresión hoy esas fuerzas pretenden evaluar merecimiento.

Que alguien no conozca sobre la existencia de una persona capaz de ser un líder, no significa que no exista. Como docente universitaria en la Nacional y otras universidades privadas, me cupo ver de cerca a personas excepcionales, con capacidad de integrar el Ejecutivo, Legislativo o Judicial. Ni qué decir en la política, en cada gobierno, ente o gestión en la que me cupo colaborar hasta hoy mismo. Que hayan tenido espacio político, oportunidad, recursos suficientes para la “real politik”, al menos reconocimiento o buena asesoría integral para lograrlo, es otra discusión. Y es eso lo que sucede. Simple, pero así de complejo.

Además, juega lo personal, por ejemplo, en tiempos de internet, es muy difícil estar dispuesto a someterse -y someterle a tu familia, amigos y entorno- a todo lo que conlleva la siempre violenta e invasiva puja electoral. Paradójicamente, es algo que no se suele evaluar en su real dimensión antes de lanzarse al abismo electoral. Pero es fundamental, desde el principio, analizar todas esas aristas y responderse con la verdad: ¿estoy dispuesto a pagar el precio?

No es romántico, pero entrar a la política es encarnar lo escrito por T. Roosevelt: el único que cuenta es “… el que agota sus fuerzas en defensa de una causa noble, el que, si tiene suerte, saborea el triunfo de los grandes logros y si no la tiene y falla, fracasa al menos atreviéndose al mayor riesgo, de modo que nunca ocupará el lugar reservado a esas almas frías y tímidas que ignoran tanto la victoria como la derrota”. Hay que estar dispuesto a sangrar.

Desde tu experiencia en el asesoramiento político, ¿considerás que a la ciudadanía paraguaya le falta una sólida formación cívica y conocimiento de sus derechos?

Si nos referimos a los resultados electorales, una cosa no es directamente vinculante a la otra, aunque sea políticamente incorrecto decirlo. Una prueba: hubo declaraciones de quien trató al pueblo de ignorante por haber votado a Horacio Cartes, pero ni bien este le ofreció ocupar un ministerio, se presentó de inmediato a las órdenes del expresidente. La honestidad intelectual obliga a tomar esos hechos como muestras del cinismo ante la falsa premisa. Además, en Ciencias Políticas, desde hace tiempo está probado que el voto es un acto emocional, más que racional. Por ello hay candidatos excelentes pero que no prenden y otros que fuera de toda lógica, generan simpatía y ganan elecciones por liderazgo y carisma propios. En un régimen democrático como el nuestro, la representatividad se define por votos libres. Que el electorado ejerza su derecho al voto legitima cualquier candidatura electa como corresponde: por mayoría simple. ¿Entonces, por qué pondríamos en tela de juicio resultados obtenidos de forma legítima en ese proceso electoral?, ¿por qué insultaríamos al electorado? Ese es un vicio mesiánico que debe ser corregido.

La meritocracia es muy buena, pero cuando se la pretende utilizar para invalidar la voluntad popular legítima se convierte en un foco de oligarquía. En las cuestiones electorales, no podemos normalizar las ansias aristocráticas de personas o grupos que se sienten por encima del bien y el mal, inconstitucionales pero merecedores inherentes e indiscutibles de espacios de poder. Tanto, que el sistema de listas actual, reconfirmó que existen partidos y movimientos que no realizan elecciones reales, sino repartijas de cargos según negociación interna. ¿Tiene la misma legitimidad que una elección realizada por otros partidos con las actuales exigencias legales? No. Aunque se trate de una supuesta casta de iluminados.

Por otra parte, nunca será suficiente lo que debamos aprender de cultura cívica y derechos, porque es una ciencia viva, se transforma, modifica, renueva. Y lejos de ver un retroceso, hoy los datos concretos, medibles, hablan de un mayor acceso al ejercicio de derechos sociales y políticos. Una mayor carga académica en esas áreas desde la educación básica, media hasta universitaria. Y ni hablar del acceso directo a la formación y a las oportunidades de conformar organizaciones que representen valores, luchas o derechos de los distintos grupos sociales desde la irrupción de Internet. Siempre hará falta más, reitero; pero no es poco el avance sostenido, y una de las muestras categóricas, es justamente haber logrado el desbloqueo, aunque sea parcial, de listas. Se comprendió que debemos pelear y defender la conquista del  “derecho a elegir”, no solo a votar.

La función esencial de los legisladores es la de legislar para el beneficio del pueblo, en cambio, en los últimos años se han sancionado leyes muy populistas que solo benefician a los intereses particulares de los legisladores, ¿cuál es tu reflexión al respecto?

Está por verse cómo resultará el nuevo Congreso, a partir del nuevo sistema de listas, pero soy más optimista porque al menos se rompe el eterno statu quo. Al presidente se le prohíbe la reelección, sin embargo, un congresista puede vegetar en el cargo por añares, como está pasando con varias y varios. Algunas y algunos al fin se retiran porque se percataron de que por vía legítima electoral, esta vez no lograrían una banca por la representatividad nula que se les delata en cifras de votos alcanzados. En ese sentido entonces, hay grandes esperanzas. Ahora bien, sobre lo hecho en periodos actuales y pasados, no queda nada más que aprender, sacar lecciones. Allí sí puede evaluarse la formación cívica y en derechos, ya que fueron Congresos sacudidos por las manifestaciones populares inéditas, por ejemplo, las originadas por indignaciones masivas en redes sociales. No olvidemos que mediante esos fenómenos de repudio en internet, fueron removidos ministros, desaforados parlamentarios, procesadas autoridades, etc.

Uno de los reclamos que hoy es más fácil de hacerlo, evidenciarlo y solucionarlo, es el de la inutilidad parlamentaria. La desidia criminal e inmoral de no ejercer el poder –y la influencia que te otorga la investidura- para transformar la vida de esa población que representás. Si fuiste electo como representante de un departamento, ¿qué logros para ese territorio conseguiste o al menos gestionaste? No tiene lógica ni perdón que haya grandes comunidades del interior que jamás recibieron ni un solo camino, escuela, ley, algo trascendente que haya sido impulsado por su diputado o senador nacional.

La veeduría popular se fortificó mediante las redes sociales, y hoy es un poco más complicado no ser expuesto en negociados con ropaje de proyectos de ley, de licitaciones o pactos de acuerdos políticos por cargos para sus familiares o allegados. Antes lo manejaban con mayor libertad y conciencia de impunidad, porque había pocos medios o periodistas con los cuales negociar silencios o alianzas. Las benditas redes sociales les hicieron perder completamente el control de la información.

Los políticos actuales culpan siempre a la “prensa” de manipular la opinión pública y llevar aguas al molino de un determinado candidato, ¿qué tanta fuerza tiene la prensa actualmente en la decisión de las intenciones de voto de los ciudadanos?

Los medios de prensa tradicionales, ante todo las grandes corporaciones, tienen menos peso directo que en décadas pasadas. La balanza fue equilibrándose más por distintos factores, pero nuevamente el determinante fue Internet. Y no hablemos solo de la militancia directa por la elección de un candidato o partido. Hablemos también de los cupos de poder directo que, por ejemplo, en este periodo se le otorgó al Grupo Vierci, entregándoles nada más que el propio y caudaloso Ministerio de Comunicaciones y Tecnologías. Los negocios editoriales con los distintos gobiernos ya fueron sobradamente evidenciados, como las grandes licitaciones otorgadas o lo más básico: la pauta publicitaria indiscriminada e innecesaria. Durante el Gobierno de Raúl Cubas, se expuso por primera vez qué medios y qué periodistas recibían qué caudal de dinero, y fue cortado ese desfalco. Pero como no existían aún plataformas como Twitter, Facebook, etc., en las cuales la ciudadanía podía explotar en escraches como hoy ocurre, el siguiente gobierno -de Duarte Frutos- cedió nuevamente a la presión y extorsión de los grupos de prensa. Cifras bochornosas de millones de dólares volvieron a los bolsillos de medios y periodistas.

Hoy no solo políticos culpan a la prensa de corrupciones, sino la ciudadanía con criterio propio, que ya perdió en gran medida el clásico “miedo a la prensa”. Y eso es muy saludable, porque en ese divorcio de la prensa con la ciudadanía, abandonaron el rol natural de contrapoder, para autoerigirse como un apócrifo poder del Estado.

¿Otro ejemplo? El acceso a la información pública. ABC Color y Última Hora militaron activamente, para que esta ley fuera archivada en el año 2013. La estrategia fue denominarla “Ley mordaza”, con el afán de confundir a la gente, tergiversar la propuesta y amedrentar con persecuciones a quienes la impulsaron. El rentable negocio del manejo de la información estaba en riesgo, así que lo pelearon salvajemente.

Esto debe quedar en claro, porque después de la batalla aparecen muchos generales: no fue el Poder Ejecutivo ni el Congreso, sino el Poder Judicial el que otorgó a la ciudadanía el fallo histórico mediante el cual un ciudadano común, auspiciado por el primer defensor del Pueblo, logró que se sienten las bases y jurisprudencia para la ley. Muy a pesar de la prensa, la ciudadanía venció. Las ideas de acceso a la información pública y transparencia gubernamental se plasmaron en el Acuerdo y Sentencia n.º 1.306 de la Corte Suprema de Justicia, el 15 de octubre de 2013.

Con la declaración de significativamente corrupto por parte de los EE. UU. a un expresidente, ¿cómo este hecho ha debilitado la fuerza del Poder Ejecutivo, en cuanto a control de los asuntos internos?

Estados Unidos tomó medidas concernientes a su moneda y sistema financiero, no sobre los nuestros. En puridad entonces, hay derecho y no intromisión. Ahora bien, el contexto electoral local puede ser propicio para distintas apreciaciones; pero el propio embajador durante el último anuncio, también dejó en claro que trabajarían en normal cooperación, de cerca, con el candidato que resultara electo presidente.

No tiene sentido pretender lecturas categóricas parciales, porque cuanto más se analizan actitudes y hechos, lo único que se ratifica es la premisa geopolítica: no existen enemigos ni aliados eternos, existen intereses comunes. Paraguay hoy es una pieza clave en el tablero geopolítico estadounidense, no solo porque Argentina ya tomó posición entregando bases territoriales a China; sino también por la existencia local de uranio, metales y tierras raras.

Los semiconductores, los chips, son hoy el elemento detonante. Allí entran a jugar posiciones de Taiwán, Corea del Sur o Japón. Se define el dominio del mar de China y el nuevo orden mundial en lo económico y geopolítico. En ese contexto, la situación actual de EE. UU. con Rusia y China, está agravada por Ucrania, así que nos afecta directamente en lo comercial y político. Ergo, las jugadas de una de esas potencias mundiales no pueden ser reducidas a una mínima expresión local. Deben ser únicamente evaluadas en su real dimensión.

Por parte del Poder Ejecutivo, está por verse lo que el nuevo titular hará a respecto.

El escenario político en nuestra región se inclina hacia ideas de la izquierda, ¿cómo repercutiría esto en caso de ganar la Concertación, considerando que este movimiento simpatiza hacia esas ideas?

En este momento ya no se trata de comprometer solo una región, el Sur, sino tomar posiciones de Oriente y Occidente. Sin tiempo para correcciones políticas ni eufemismos, debemos entender que el próximo Gobierno definirá posicionamientos estratégicos –que comprometen lo recién mencionado- en el tablero mundial. Efraín adelantó que está jugado a favor de China. Peña aclaró que proseguirá cercano a Taiwán, ergo, EE. UU. La ciudadanía deberá entender y resolver rápidamente, sobre la marcha, qué tipo de país quiere, y votar por ese modelo ofrecido por cada candidato. Qué tipo de Paraguay, no solo de economía y política, sino de cultura cívica, relaciones internacionales, y hasta qué clase de ciudadanos queremos ser.

 

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