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Política

Helena Felip: “Derogar la ley del servicio diplomático sería un retroceso”

Helena Felip, directora General de Política Multilateral de la Cancillería Nacional y presidenta de la Asociación de Diplomáticos (ADEP). (Gentileza).

Helena Felip, directora General de Política Multilateral de la Cancillería Nacional y presidenta de la Asociación de Diplomáticos (ADEP). (Gentileza).

Helena Felip, directora General de Política Multilateral de la Cancillería Nacional y presidenta de la Asociación de Diplomáticos (ADEP), dio una extensa entrevista a El Nacional sobre temas de gran relevancia que involucran a la función diplomática. Uno de ellos y el más controversial en el sector actualmente, es la propuesta normativa que pretende derogar la ley del Servicio Diplomático y Consular, que ya cuenta con media sanción en la Cámara de Senadores y se encuentra en estudio actualmente en la Cámara de Diputados. Además, habló del trabajo que está llevando adelante hace casi ya 32 años de servicio y el empeño y dedicación que la llevaron hasta donde está actualmente.

La embajadora explicó que en caso de que la propuesta de ley se apruebe tal cual como llegó desde la Cámara de Senadores, significaría retroceder en el proceso de profesionalización; lo que, a su vez, causaría que la estructura del Ministerio de Relaciones Exteriores se resienta y se fragilice. “Volveremos a un periodo de menores exigencias porque los jóvenes más capacitados ya no tendrán incentivo suficiente para volcarse a una carrera incierta”, detalló.

En este sentido, señaló que, desde la Asociación de Diplomáticos, han puesto a consideración modificaciones dirigidas a continuar con el proceso de profesionalización de la carrera, que ya fue iniciado hace 23 años, y que, a su vez, describe como un pilar fundamental para el fortalecimiento institucional del Ministerio de Relaciones Exteriores. “En caso de que las modificaciones se acepten y se envíen a la Cámara de Senadores, podremos vislumbrar una ley que mantendrá el equilibrio entre el sector diplomático y el político”, explicó.

“A su vez, todos los sectores de la Cancillería contarán con una normativa del mismo nivel (actualmente el escalafón administrativo está regulado por decreto), manteniendo siempre el mérito, tanto en lo que respecta a la formación académica como a la trayectoria profesional, como criterio fundamental sobre el cual se seguirá fortaleciendo la institución”, precisó.

“Quiero remarcar que en todo momento hemos apoyado las reivindicaciones salariales de los compañeros que no pertenecen al escalafón diplomático y consular. Para el efecto, consideramos que es necesario el fortalecimiento tanto del escalafón administrativo como el de la carrera civil”, expresó.

“No obstante, la posición que mantuvimos es que por la naturaleza de las funciones que cumplen cada uno de los mencionados servicios, lo más apropiado sería que estén regulados por normativas separadas. Además, cabe recordar que la carrera diplomática y consular está establecida en la Constitución Nacional”, agregó.

Es miembro fundadora de la ADEP

Por otro lado, Felip señaló que de la dirección a su cargo dependen las direcciones de Organismos Internacionales, de Cooperación Internacional, de Foros Regionales y la Unidad de Desarrollo Sostenible y Medioambiente, desde donde se articulan y coordinan las posiciones y acciones del país en las áreas mencionadas.

La diplomática es además miembro fundadora de la Asociación de Diplomáticos (ADEP), donde también ejerce la presidencia. Destacó que desde allí, además de la defensa de la carrera diplomática y consular, están en proceso de construir un Centro de Estudios Internacionales y Diplomáticos, el CEID “Benjamín Aceval”.

La embajadora Helena Felip. (Gentileza).

Su inicio en el Ministerio de Relaciones Exteriores se da en el año 1990. “Este año cumpliré 32 años de servicio”, relató con expresión de orgullo y satisfacción. “Presenté mi Currículum Vitae porque había escuchado que Paraguay sería sede de la XX Asamblea General de la OEA y que se estaba contratando a jóvenes para atender a las delegaciones participantes. Un hecho que se inscribía en el marco del retorno a la democracia y que constituye uno de los hitos de nuestra inserción a la región. Si bien no tuve suerte, mis datos quedaron registrados. Para mi sorpresa, meses después llamaron a avisarme que había salido mi decreto y que debía presentarme. La decisión se había tomado porque necesitaban una dactilógrafa”, contó.

Reconoció que, aunque la categoría era la más baja de la administración pública y el salario de noventa mil guaraníes (varias veces menor al que recibía en el sector privado), lo tomó como una oportunidad de iniciar en el sector público, con la ilusión de crecer profesionalmente y lo más importante: aportar su grano de arena en el desarrollo democrático del país.

“Faltaba poco para terminar la carrera de Derecho en la UNA y consideré que tendría que probar suerte con la expectativa de algún futuro. Siempre recuerdo las grandes esperanzas que mi generación tuvo en los albores de la democracia. Creíamos que se abría una gran ventana de oportunidades y estábamos cargados de entusiasmo para aprovecharlas”, recordó.

Proviene de una familia de clase trabajadora. Reconoce nunca haberse afiliado a ningún partido político, y está fielmente convencida de que “los ciudadanos deben ser participativos y contribuir en la construcción de una sociedad más justa, así como también que la diplomacia debe responder a la defensa de los intereses del Estado paraguayo”.

En toda su carrera, cuenta que coleccionó innumerables anécdotas. “Algunas entrañables, otras totalmente olvidables. También se sortean muchos obstáculos y se va madurando tanto en lo personal como en lo profesional. Creo que optar por una carrera como la diplomática conlleva un gran compromiso con el país, ya que la vocación de servicio no es un aspecto menor si se decide incursionar en ella”, dijo.

“En el campo personal, se enfrenta al desarraigo, que con el transcurrir del tiempo va adquiriendo un peso específico en sinsabores. Uno deja seres queridos cada vez que se acostumbra a ellos y las ausencias prolongadas nos obligan a adaptarnos tanto a otros países como al propio, ya que cada vez que uno vuelve nada es igual. En lo profesional, considero que la extensión de áreas y temas que se deben manejar, y que nos obliga a un estudio y aprendizaje constante, es una de las mayores exigencias”, expresa.

Finaliza reflexionando que “si pudiera resumir de alguna manera los desafíos de un diplomático diría que, en lo personal, fomentar la versatilidad como cualidad y en lo profesional, es esencial que desarrolle una visión sustancialmente amplia”.

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