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Política

La pandemia de la inseguridad, un mal irremediable para Abdo

Mario Abdo Benítez y Arnaldo Guizzio. Foto: Gentileza. Archivo.

Mario Abdo Benítez y Arnaldo Guizzio. Foto: Gentileza. Archivo.

Sin lugar a dudas, la inseguridad fue uno de los males que aquejó durante todo el año 2021 a millones de paraguayos, producto de un avanzado arraigo del crimen organizado, sicariatos, asaltos a mano armada y otros hechos delictivos no menores, pero de mayor connotación social como el libre actuar de los “motochorros”. Todo esto gracias a un Estado ausente e inoperante en materia tan imprescindible para una mínima calidad de vida, que llevó a la población a cuidarse más al desplazarse por las calles o al momento de apagar la luz para acostarse a descansar.

Así como el implacable Covid-19 golpeó duramente a la sociedad, también se sintió de manera severa la pandemia de la inseguridad. El 2021 fue un año plagado de asesinatos por encargo, asaltos tipo comando (por no decir de película), incesantes robos en la vía pública y en unidades de buses, familia enteras quebrantadas, madres y padres llorando a sus hijos, y viceversa.

El 2021 fue un año para repudiar en cuanto a seguridad, donde el dolor, la impunidad, la delincuencia, el terror y el caos se apoderaron de las calles del país, gracias a la casi nula presencia de las fuerzas de seguridad y del orden, las cuales deben garantizar la posibilidad de que los ciudadanos lleve adelante sus actividades cotidianas sin el temor a ser despojados de sus pertenencias o ser asesinados por fríos criminales.

La responsabilidad en esta situación podría hasta ser compartida, pero el mayor porcentaje de culpabilidad pesa sobre el Gobierno nacional, con los visibles nombres de Mario Abdo Benítez como presidente de la república y su ministro del Interior, el tan cuestionado Arnaldo Giuzzio. Autoridades nacionales que no supieron no solamente lograr algunas mejoras, como por ejemplo, elevar la sensación de seguridad en las calles, sino que también no concretaron un solo cambio efectivo que repercutiera en la mitigación de la delincuencia.

Un ministro atornillado al cargo

El tan impopular ministro del Interior, Arnaldo Giuzzio, se aferró durante todo el año al cargo y cuenta, hasta el momento, con la plena venia y confianza del presidente Mario Abdo Benítez.

Gracias a este escenario, sumado a que las fuerzas de seguridad sufren la histórica problemática de la limitada capacidad operativa, varios hechos de inseguridad azotaron con todo el territorio nacional, teniendo incluso algunas zonas consideradas como “liberadas” para el accionar de los delincuentes. La Policía Nacional, totalmente debilitada como para responder a la demanda de la ciudadanía, la cual fue hasta el hartazgo por perder todo el fruto del trabajo diario o la vida misma, en tan solo unos segundos.

La institución encargada de velar por la seguridad de todos los ciudadanos se encuentra actualmente sin la capacidad de recursos humanos y de equipamientos para poder responder a la altísima demanda de controles, patrullajes e instalación de puestos de vigilancia que se requieren para reforzar la prevención de hechos delictivos.

Mientras la Policía intenta dar respuesta con lo que tiene a mano, y la ciudadanía se encuentra en vilo total, el presidente Abdo Benítez, nunca tomó cartas reales en el asunto e incluso confirmó, en varias ocasiones, que su ministro del Interior —responsable directo de la seguridad nacional— continuaba en el cargo a pesar de la falta de respuestas y los reclamos por mayor atención por parte de la población.

Se anuncian cambios recién este 2022

Recién al finalizar el 2021, desde el entorno del Jefe de Estado se comenzaron a filtrar versiones de movidas en el Gabinete del Ejecutivo nacional, que se empezarían a dar en enero de este año nuevo.

Una las principales figuras a ser cambiadas sería la de Arnaldo Giuzzio, a quien se le adjudica la mayor cantidad de cuestionamientos en su pobre gestión. De hecho, el secretario de Estado optó por tomarse unas vacaciones para disfrutar del descanso con su familia, mientras muchos paraguayos siguen falleciendo diariamente en manos de delincuentes que operan con total libertad.

Para su reemplazo, uno de los nombres más sonados es el de la ministra de Justicia, Cecilia Pérez. Sin embargo, la alta funcionaria negó en varias ocasiones que se mudaría al Ministerio del Interior y aseveró que, frente a la cartera que maneja, tiene demasiados objetivos que necesitan de su total atención y compromiso.

Mientras tanto, en el cargo está interinando el ex concejal de Asunción, el político colorado Daniel Centurión, quien dejó el Viceministerio de Asuntos Políticos, de manera momentánea, para continuar con la improvisación del Estado paraguayo en el asunto de la seguridad nacional.

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