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Editorial

Nuestro voto, nuestro destino

En las últimas décadas hemos visto cómo los candidatos a los diferentes cargos de responsabilidad en el gobierno, en todas sus instancias, son “vendidos” a la ciudadanía como productos que la publicidad intenta imponer en el mercado electoral.

Grandes campañas, despliegues mediáticos, apelación a recursos visuales, todo busca concitar la atención del electorado apelando al color partidario, a eslóganes “pegadores”, a imágenes amables de los aspirantes. A esto se suman las prácticas reñidas con la ética, como la distribución de alimentos o medicamentos, muchas veces de parte de instituciones públicas, que vinculan la dádiva con el nombre del candidato o la candidata. En un estado de necesidad, en muchísimos casos extrema, en el que viven millones de compatriotas, esta acción reprobable se multiplica. Y todavía no hablamos de las trampas que siempre aparecen el día de las elecciones y los siguientes.

La desastrosa gestión de la pandemia nos demuestra con crudeza la importancia de saber elegir. El voto es decisivo. Nuestro destino, por un lapso de cinco años, se juega en el acto íntimo de marcar una papeleta o apretar un botón. No es una operación ligera; por el contrario, es el momento más comprometido de la vida ciudadana. Es el instante en que sellamos el rumbo de la sociedad, de la nación.

Estamos en vísperas de una elección crucial para nuestras ciudades. Del resultado de las internas del 20 de junio dependerá el resultado del mes de octubre a nivel nacional. Y, según los especialistas, las elecciones municipales serán el termómetro de las generales de 2023.

¿En quiénes depositaremos nuestra confianza? El voto es un derecho, pero también es un deber. Y en el sentido de ese deber está la obligación que todos tenemos de estudiar las propuestas, más allá de los artificios publicitarios o de las “ayudas” que solo encubren prácticas prebendarias. Todos los candidatos, sin excepción, hacen promesas. Al cabo de cinco años comprobamos, casi siempre, que no han sido cumplidas. Es oportuno, además de estudiar las respectivas plataformas, que en la mayoría de los casos no son lo suficientemente difundidas, analizar la conducta de los postulantes en plena campaña. Hemos visto infracciones a las disposiciones sobre propaganda electoral y, lo que es peor, actos proselitistas con aglomeración de personas en plena pandemia. ¿Cuál es la responsabilidad que van a mostrar estos candidatos al frente de sus comunas si ya desde el principio manifiestan desdén por las normas establecidas, poniendo incluso en peligro la vida de la población?

Los próximos comicios municipales llevan ya una postergación de un año y serán la primera experiencia electoral bajo un estado de emergencia, con una crisis sanitaria, económica y social sin precedentes. En medio del clima de incertidumbre y desesperación que vivimos, sin la inmunización garantizada y con muertes que aumentan cada día, el acto de votar se hace más decisivo que nunca. ¿Cuál será el porcentaje de participación en esta oportunidad?

El paso previo, las internas, es clave. Las ciudades del país demandan atención inmediata en materia de servicios y planificación urbana. Asunción es un caos que necesita medidas correctivas inmediatas en los diferentes aspectos de su funcionamiento. El voto es una obligación ciudadana con rango constitucional, que signará nuestro bienestar o nuestra desgracia durante los próximos cinco años.

D.D.W-S

 

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