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Opinión

¿Qué mañana nos espera?

“El futuro es la razón de ser del presente”. Esta sentencia señala un punto importante: si bien es sabido que el futuro es consecuencia de las acciones en el presente, estas acciones del presente pueden ser determinadas por un ideal de futuro. ¿Cuál es el futuro del Paraguay? ¿Qué imaginamos para las próximas generaciones? ¿Hacia dónde apuntan las políticas de Estado de aquí a dos o tres décadas?

En otras ocasiones hemos señalado ya la importancia de una estrategia que oriente los destinos de la nación con un horizonte amplio en el tiempo. En situaciones como la que hoy nos toca vivir, de emergencia sanitaria y crisis social, que exigen respuestas urgentes y oportunas, se pone en evidencia, más que nunca, la improvisación que ha caracterizado las gestiones de gobierno en las últimas décadas.

Las marchas y contramarchas del gobierno en todos los órdenes manifiestan la falta de una hoja de ruta inteligente y precisa, que contemple los intereses de todos los habitantes del país. Una conducta espasmódica, con medidas solo destinadas a calmar momentáneamente los reclamos de los diferentes sectores, como ha sucedido con las vacunas o con los fondos sociales de las binacionales, es justamente lo que no necesitamos.

“Ninguna tormenta dura todo un día”, decían los antiguos chinos. Las crisis, que obligan a doblegar esfuerzos e inteligencia, no solo no impiden una mirada a largo plazo, sino que la reclaman. La salud es prioridad número uno, como la economía. Pero también lo es la educación. Este impasse generado por el Covid-19 marcará un antes y un después en la preparación cientos de miles de compatriotas. Y esto afectará todos los ámbitos de la vida social. ¿Cuál es la respuesta del gobierno frente a las necesidades educativas de nuestro país y frente al desafío que impone la sociedad del conocimiento?

En estos momentos se está desarrollando un modelo híbrido que combina clases presenciales con clases virtuales. Sabemos que las primeras están siendo impartidas de modo errático, habida cuenta de los riesgos de contagio. ¿Qué se ha hecho para afianzar y desarrollar el sistema de clases virtuales? A más de un año de ensayo-error necesitamos saber cómo seguir adelante.

Si la educación pública y gratuita se imparte vía internet, pues internet debe ser público y gratuito. Esta deducción elemental parece no haber sido considerada por las autoridades. La conectividad es hoy una necesidad y el derecho a internet es un derecho humano, tanto como el derecho a la salud, a la educación y a la vivienda. Este es un tema que demanda respuesta inmediata.

¿Qué rendimiento escolar puede tener un niño que realiza sus tareas con extrema precariedad tecnológica? Esto, sin hablar de otras condiciones sociales lamentables. El mundo ya es digital. Por la red transitan hoy el conocimiento, las relaciones humanas, el comercio, el trabajo… Si el Paraguay se queda en el “apagón tecnológico”, decía hace unos días una experta en educación, no habrá futuro.

El sistema educativo paraguayo debe ser reformado. Necesita un cambio estructural, tanto en sus contenidos como en sus formatos y modalidades de acceso. Esto exige superar los diagnósticos para pasar a una etapa propositiva, con vistas a lograr todas las competencias mediante las herramientas imprescindibles, como son los dispositivos adecuados y la conectividad. Disponer clases virtuales en todo el país sin acceso irrestricto a internet es un despropósito.

D.D.W-S.

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