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Política

Hugo Vigray: “El gobierno debe escuchar a sus asesores de comunicación”

Periodista Hugo Vigray. Foto Gentileza

Periodista Hugo Vigray. Foto Gentileza

Los últimos desaciertos comunicacionales desde el Gobierno Nacional hicieron analizar a más de uno el serio problema que existe en el Gabinete Presidencial para informar a la ciudadanía sobre las disposiciones que rigen sobre todo en lo sanitario.

Esta debilidad se agudiza cada vez más al punto de perder la credibilidad de lo que se informa desde las altas esferas gubernamentales, consecuencia de una evidente improvisación y la falta de estrategia interinstitucional en la tarea de coordinar una reacción ciudadana en contra de la propagación del COVID-19.

Ante esta situación El Nacional converso con Hugo Vigray, periodista de vasta trayectoria, escritor y asesor de comunicación. Actualmente se desempeña como director asociado en Esencia Comunicación Estratégica.

Vigray confirmó la tesis ya descrita sumado a que la pandemia no fue asumida desde la Presidencia de la República como una situación que ameritaba la instalación de un Comité de Crisis Permanente. A su criterio este órgano debió llevar las riendas de la comunicación y no los asesores políticos del presidente Mario Abdo Benítez.

¿Porque le cuesta tanto al Gobierno comunicar con precisión ante tanta incertidumbre?

-A todos los gobiernos les cuesta la comunicación. Porque deben lograr que su información sea recibida con empatía ante todos sus públicos, incluida la oposición. Y eso no es fácil. Pero lo que aquí pudo haber ocurrido es que la crisis del coronavirus no haya sido encarada como una situación de crisis comunicacional, lo que implica esfuerzos de coordinación entre los estrategas de comunicación de todas las instancias alcanzadas por la crisis: Salud, economía (Hacienda),  educación, fuerzas públicas, transporte, etc. Esto incluye la instalación de un comité de crisis permanente, que debe estimar todas las vulnerabilidades de lo que se vaya a comunicar, realizar una medición del día a día y tener un plan de contingencia ante las reacciones. Y, ojo, este comité debe autorizar la comunicación de las acciones del gobierno y no del revés: salir a tratar de corregir los errores comunicacionales que no han sido suficientemente analizados.

¿La falta de experiencia en el manejo de crisis sería el principal problema?

-Nadie tiene experiencia para enfrentar una crisis como la que estamos viviendo. La última pandemia fue en la segunda década del 1900. Que conste que la primera parte, al inicio de la declaración de pandemia del coronavirus, fue exitosa, incluso celebrada por la OMS con las directrices de Mazzoleni y Sequera, recomendando la cuarentena absoluta, con acompañamiento del Ejecutivo. Pero ese éxito se sustentó en la credibilidad de Mazzoleni y Sequera. Pero con el tiempo esa credibilidad se fue desgastando, en algunos casos por factores no atribuibles a las autoridades de salud: indicios serios de corrupción en algunas instituciones estatales, malas decisiones en las compras, y como consecuencia de ello, la falta de equipamiento de los hospitales, que fue la promesa. Esto derivó en que Mazzoleni e incluso Sequera pasaran de héroes a villanos de la noche a la mañana. Porque la credibilidad sube por escalera pero baja por ascensor. De hecho se debe entender que la comunicación no depende de una o dos personas, sino de un esfuerzo interinstitucional.

¿Cómo observas los medios estatales con relación al trabajo de acercar a la ciudadanía las decisiones del gobierno?

Los medios estatales son poco creíbles porque son más medios propagandísticos que de información. Pero no es un problema solo paraguayo. Digamos que es de nuestra región. Están casi siempre al servicio del gobierno de turno y de su partido, pero no del estado. Nos falta mucha gimnasia para estar a la altura de los medios públicos de Inglaterra o de Dinamarca, donde sí los medios estatales están muy avanzados.

A tu parecer. ¿Qué tipo de plan comunicacional debería aplicarse ante esta realidad?

Debe ser interinstitucional. Fue un error que el propio Ministro informara al principio el estado de la pandemia y su avance. Se percataron de ello más tarde cuando aumentaba la cantidad de fallecidos y se le encargó institucionalmente al ministerio el informe diario, que debió ser desde el principio. Creo que perdieron la oportunidad de fortalecer la TV pública, por ejemplo. Los ministros y viceministros se pasaron yendo a canales privados abiertos para apagar incendios. Cuando que no creo que haya sido imposible comunicar a través de las radios y Tv del estado, con libertad absoluta de que los canales y radios privados tomaran la señal. Por otro lado, el gobierno debe aprender a escuchar a sus asesores de comunicación. Sé de buena fuente que muchas veces han privilegiado las voces de sus asesores políticos contra las de los asesores de comunicación.

De continuar esta mala comunicación. ¿Qué tipo de situación podrían darse a nivel social?

Más que su problema comunicacional debe preocuparle al gobierno su problema de gestión. Espero de corazón que puedan corregirse todas las deficiencias de administración del gobierno para que su comunicación sea mejor recibida. Porque hasta ahora, se pasan informando y corrigiéndose a sí mismos un par de horas más tarde.  Si mejora su gestión, pueden evitarse problemas sociales más agudos, como los que ya se han registrado, por ejemplo, en Ciudad del Este, donde el gobierno tuvo que, una vez más, revisar sus medidas.

Finalmente. Un pensamiento tuyo sobre la realidad de nuestro país con relación al periodismo y los medios de comunicación

El periodismo paraguayo y sus medios viven su propia crisis de credibilidad. Claramente tenemos un país diferente en cada medio de comunicación. Es la consecuencia del manejo de la información por parte de grupos económicos muy fuertes, de los que claramente hay tres que se llevan la posta. El grupo Zucolillo, que aún maneja muy bien lo que se llama Agenda Setting, el grupo Vierci y el grupo Cartes, que tiene también su propia agenda. Así es difícil que surja un periodismo verdaderamente independiente. Lo que no quiere decir que no haya periodistas independientes. Creo que los hay, y muchos. Los que pelean desde adentro de sus medios por un periodismo de calidad. Y por otro lado, el público. Las redes sociales potenciaron a un público que se hace sentir, un público díscolo, iconoclasta, rebelde. Y como si fuera poco está el grupo de los militantes del odio, que son antitodo: antiderechos, antivacunas, anticuarentena.

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