Política
“No hay todavía República”
Alan Redick
“No hay todavía República”, esa fue una de las frases que dijo Euclides Acevedo al periodista de ABC, Enrique Vargas Peña. La interacción entre ambos se ha vuelto viral. Todo comenzó cuando el más celebrado periodista de ABC, en un arrebato de furia, profirió una serie de insultos muy fuertes contra el ministro del Interior. El tema que desató toda aquella agresión verbal fue por causa de que los campesinos sitiaron Asunción, y el ministro no había hecho nada para impedirlo.
Euclides por su parte, respondió después a los insultos del periodista con palabrotas también poco felices. Un ministro tendría que atender lo que dice, especialmente cuando está al aire en horarios en que incluso los niños escuchan.
Es verdad que, después de las palabras y amenazas de Euclides, el periodista cambió totalmente su tono de voz y pasó a tomar un rol pasivo. Pero creo que también se puede lograr un entendimiento sin exabruptos ni amenazas.
Con la excusa de que Vargas Peña no ha contribuido para la convivencia democrática el ministro lo amenazó diciéndole que le iba a coser la boca con hilo de pelota. Es verdad que, a palabras de políticos, como parte formal de la hermenéutica paraguaya, o el cómo interpretar, nada de lo que se diga puede tomarse en serio nunca; sin embargo, es preocupante que un ministro del Interior diga que puede ser tu enemigo y te vas a arrepentir toda la vida. Definitivamente, el efecto amedrentador que tuvo su discurso dejó sumiso y pavorido a un periodista exaltado y grosero.
Hay otra cuestión al margen de este hecho anecdótico, hecho que antes podía tildarse de rencilla entre comadres, pero que hoy día ya no sería políticamente correcto usar esa afirmación. La otra cuestión es entender qué pasó con la marcha de un sector de campesinos, donde una pequeña parte del pueblo parece que sometió a la gran mayoría del pueblo: El gobierno terminó al final entregando $ 25 millones.
En Tuiter no faltó alguien taimado que haya propuesto una marcha para sitiar la ciudad y exigir que todos los que están en Inforconf presenten un proyecto por el cual el Estado se responsabilice de las deudas (@mi_coronel_py). Pero ya previendo también de ese problema el preclaro ministro del Interior aseguró que “ya no se permitirá a grupos de manifestantes cerrar ni obstaculizar las calles”.
¿Por qué se permite a unos y a otros no? ¿Llegaron los del gobierno a la conclusión de que se han equivocado? ¿Quién paga por el error, o se dirá simplemente al final, como lo hizo Benigno López, que se aprendió mucho a costa del Estado? Ya salió el golpe y ahora hay que volver a la normalidad.
El mismo ministro cuestionó esta aplicación selectiva de la ley. De hecho, al evaluar la falta de acción de los policías, trajo también a colación el episodio de cuando se vandalizó el Panteón de los Héroes frente a algunos policías espectadores. ¿Se destituyó o castigó en la ocasión a alguien? Es justamente el ministro del Interior quien debe asegurarse de que las fuerzas del orden cumplan las leyes.
Al final, hoy en día nadie es responsable de nada. Se tiran la responsabilidad unos a otros. Que la culpa la tiene la fiscalía y también la prensa… Lo cierto es que siempre el pueblo termina pagando.
Hoy en día estamos viviendo momentos “interesantes”. El Congreso tiene a un senador como Lugo que abiertamente hace una apoteosis a uno de los asesinos más grandes, como lo fue Fidel Castro, responsable de más de 7400 muertes; sin embargo, sus alabanzas para este que sí fue dictador no es motivo de alerta para los medios de prensa.
El mundo está cambiando y no para mejor. En Estados Unidos algunos estados que han aplicado políticas más socialistas, como California y New York, ahora quieren que el gobierno federal se haga responsable de sus derroches. Por otra parte, Italia pide que se anule la deuda pública acumulada en la pandemia. O bien sigamos ese camino y busquemos la anulación de nuestras deudas y responsabilidades, o tomemos en serio nuestras responsabilidades.
En definitiva, Euclides tiene razón en algo, no somos más una República, o al menos si seguimos actuando de esta forma. Nos hemos convertido en un Estado feudal, donde los grandes señores feudales controlan todo a través de sus grupos, clanes o como se los llame. Es hora de reestablecer una nueva República.
El pueblo paraguayo necesita de un mecanismo por el cual pueda defenderse de sus malos gobernantes y de sus malas leyes, y así aproximarse a una democracia. Quienes gobiernan ya no representan al pueblo. Ojalá que el pueblo exija que su derecho a defenderse y sea reconocido a través de una segunda enmienda constitucional y que el plebiscito soberano sea parte de nuestro sistema republicano.
En los EE. UU. la segunda enmienda constitucional es el derecho a portar armas para defenderse del gobierno. Nosotros solo necesitamos una garantía constitucional para que la última palabra la dé el pueblo a través del plebiscito soberano.
Paraguayos, ¡República o muerte!
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