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Opinión

Un país en crisis: pobreza educativa y escándalo de la alimentación escolar

Cada gobierno que se inaugura, valga la redundancia cada 5 años, es para que el nuevo equipo arranque y pueda desarrollar políticas públicas para el bienestar de la nación. Cada 5 años, la sociedad está expectante ante el nuevo andamiaje que les espera, pero lo letal en cada período que se inaugura son los 100 días de luna de miel que la población, en cierta manera, le da al nuevo gobierno para ajustar las estrategias y gestiones que realizarán durante esos años. Aunque son 5 en realidad, hay que restar, por lo menos, 1,5 años en procesos electorales tanto para las municipales como para las nacionales. Por lo tanto, concretamente, solo son 3,5 años de gobierno real; el resto se diluye paulatinamente, y al final, el gobierno pide “hora, réfere” para terminar el experimento que se repite cada 5 años.

Uno de los ministerios más esenciales es el de Educación y Ciencias, pues en este ministerio se concreta la fuerza para desarrollar las mentes del país. De esta manera, el país irá desarrollándose y quizás algún día alcanzará niveles de otros países de la región y del mundo. Pero, lamentablemente, una vez más, este gobierno no acierta en la tecla con este ministerio. Según lo que se percibe de estos meses de gobierno, poco o nada se ha hecho para satisfacer las demandas de los maestros, tanto en infraestructura edilicia y tecnológica, salario, capacitación, jubilación automática, materiales y otros puntos que hacen que el andamiaje educativo no despegue en el país.

Esto es lamentable, pues ya van tres décadas de democracia y, en teoría, las situaciones deberían estar mejor, principalmente en la gestión y en el uso del dinero público. En este sentido, hace unos días estalló una bomba en una escuela pública de la ciudad  Mariano Roque Alonso, en la que, mediante reportes de medios de prensa, se ha visibilizado la calidad de la comida que se sirve a los niños. Aunque el caso ya está aclarado, me refiero a los tachos de pintura, pero no así a la calidad de los alimentos que se sirven a los niños, a tal punto que el famoso programa Hambre Cero se queda desprestigiado ante tanta falta de tacto y profesionalismo en el servicio de este programa, implementado por el gobierno y que supuestamente debería traer alivio a los padres de familia. Y por ende, esto reduciría una mayor concentración y productividad de los niños en la escuela. Pero la historia salió completamente al revés, pues el alimento en cuestión era el famoso “kure caldo”, picadito con carne de cerdo y de postre, banana. Según se ha divulgado en los medios de prensa.

Esto exacerbó a algunos congresistas, que incluso uno de ellos fue personalmente a verificar el hecho. Uno de ellos mencionó a la prensa que los niños deberían servirse “tapa cuadril con arro kesu”, pues entendemos que se refería al presupuesto que maneja este programa, y que, según otro legislador, se había enfatizado en una sesión ordinaria del Congreso que una sola familia estaría percibiendo la friolera de 280 millones de dólares. Esto es realmente exorbitante y con esto los niños tendrían un excelente servicio de alimentación escolar, pero la realidad es totalmente otra.

Desde la precaria situación en la que se sirven los niños, algunos en el piso, otros apiñados en los pasillos y algunos en sus salas de clase, que no están equipadas para consumir alimentos. No se puede hacer tareas comiendo un “kure caldo” en la sala de clase. En fin, uno puede fantasear con un sinfín de posibilidades por las que este programa debe ser supervisado y controlado exhaustivamente.

Y hablando de control, llama la atención que, según un documento emitido por el Viceministerio de Educación Básica, los maestros no están autorizados a controlar la calidad de los alimentos, sino que eso corresponde exclusivamente a la empresa.

Este documento fue refrendado por una persona brillante, a quien personalmente admiro mucho por sus investigaciones en el área de educación. Creo que es el único que realiza investigaciones en la historia de la educación en Paraguay, David Velázquez Seiferheld. Al enterarme de esto, se me ha caído un ídolo, como se dice en la jerga juvenil. No puede ser que semejante documento haya sido firmado por él, conociendo a fondo la historia de la educación paraguaya, y que, junto con ello, se coarte la libertad de los maestros que han sufrido durante décadas el sometimiento del régimen dictatorial, en el cual no podían alzar la voz.

En fin, un ministerio esencial, clave para la nación, está pasando por una mala gestión. Desde el inicio, con el escándalo de la transformación educativa, luego de los ayunos intermitentes y ahora con este escándalo del “kure caldo”.

Solo se espera que pronto termine este gobierno para, nuevamente, creer que el siguiente será mejor. Mientras tanto, los padres seguirán hablando de que en Paraguay se consume “poroto pytâ” o “poroto San Francisco” y, de ninguna manera, el “flechaun”.

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