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Opinión

Consumo de drogas: el fracaso del ver venir

POR Genaro Riera Hünter
Psicólogo clínico y psicoanalista.

¿Por qué aumenta el consumo de drogas? Aumenta porque el malestar singular de la época lo propicia. ¿Y cuál es el malestar específico? El malestar central es vivir una vida acelerada y saturada de satisfacción. Esta característica es lo que impulsa el incremento del consumo: salir rápido, como dicta la era tecnológica, de cualquier malestar.

Este aumento del consumo nos dice algo sobre la prevención, sobre el prevenir (ver-venir). Nos dice que el “ver venir” de la prevención no funciona. Esta crisis en la prevención nos está indicando que el sujeto de la época es un sujeto sin norte, un sujeto desnorteado, sin orientación. Y está desnorteado por el protagonismo de los objetos impuestos por el mercado, por la sobreoferta para cada goce que existe y, sobre todo, porque ese goce se genera y fomenta sin cesar.

El deseo de seguridad y de “vivir mejor”, si cabe este término, lleva al sujeto a tropezar con un punto de imposibilidad. No es posible el todo único ni continuo. La resolución surge en este punto: tapar frustraciones (fracasos, naufragios, etc.) sin moderación. Llevar una vida maratónica se convierte casi en una obligación para cubrir esas frustraciones.

Las estadísticas sobre los tipos de consumo y su incremento no son suficientes. Es necesario percibir vidas sintomáticas, es decir, vidas cargadas de excesos de goce. Asimismo, no se debe ignorar la ambigüedad en los discursos de las políticas de Estado sobre estos temas. Discursos orientados al aumento de las locuras pueden ser una gran cortina de humo; y el humo impide ver venir lo real, impide ver el goce desplegado detrás de esa cortina. Por ello, es fundamental para el psicoanalista tener presente la pantalla veladora; por eso, muchas veces sus respuestas parecen esquivas. Parecen esquivas porque deslizan sus contestaciones hacia otros aspectos con mayor incidencia.

Es necesario aclarar que la prevención no es una mala palabra para el psicoanalista. El problema no está en ese significante, sino en cómo se manipula y combina para convertir el tema de la droga en un gran distractor. Sin embargo, debatir sobre prevención —los psicoanalistas, digo— es importante, a mi modo de ver, pues muchas acciones preventivas pueden generar condiciones para el desarrollo del psicoanálisis en el campo de las toxicomanías. La prevención debe enlazarse con el psicoanálisis; la prevención no garantiza la ausencia de las llamadas recaídas.

Toda prevención será rechazada si en el sujeto no habita la ética de su deseo, es decir, el compromiso de identificar lo que su inhibición encubre. Si no se descubre una inhibición, el riesgo es la explosión en otros trastornos. ¿Por qué? Porque lo que reprime un deseo genuino enferma al ser. Enfermamos cuando no tenemos, o no conocemos, la causa que nos mueve. Y cuando se vive sin una causa interna consentida, se vive “a-causa”, por decirlo así, y el otro nos conduce a su antojo. El otro del mercado nos arrastra, sin ningún soporte, mar adentro. Estar desnorteado es no tener causa.

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