Opinión
El valor humano es necesario para que una sociedad sane
Si el valor de nuestras acciones define de alguna manera el rumbo, sinceramente creo que tenemos una posibilidad absoluta de modificar el universo en que nos encontramos. Según Fito Páez estamos viviendo una “demencia social”.
Respiramos un mundo que corre con el individualismo como eje, en un consumo desmedido como bálsamo para nuestro espíritu carente de elevación y utopías que agonizan en la desaparición de las ideas.
Para los estoicos el concepto del universo como un todo nutrido de una interrelación, es parte de una armonía donde todo converge en un bien común y cada parte asume un rol y una función en amplia convivencia con el todo.
Nuestra sociedad en los albores del siglo XXI está cayendo en la maquinaria del individualismo metaversiano, donde las partes se disocian en un camino sin retorno hacia la automatización de los comportamientos, convirtiéndonos en marionetas de nuestros aspiracionales, se entregan a los algoritmos y el consumo de realidades como forma de integración a pertenencias que nos den validación en un mundo que va hacia estándares de estrés inimaginables.
Hombres que nos percibimos perros, hordas que quemamos iglesias para defender nuestros derechos. Jugamos día a día a ser dioses, creamos nuestras fantasías como reacción a la impotencia de metas que nacen de imposiciones dirigidas por quien sabe qué interés.
Los ejes de nuestro sistema tiemblan en la caída de la identidad del ser como tal y sus instituciones, las bases son víctimas de ataques constantes a las costumbres que nos han definido como sociedad.
La libertad debe ser un principio absoluto y no una herramienta de manipulación de quienes logrando conquistas van por más.
Soy un liberal filosófico con una profunda fe y como ser de contradicciones respeto a cabalidad las diferencias, los gustos y las opciones, pero desde ese respeto no tolero ninguna imposición que socave el derecho a mantener mis valores y sueños.
La inclusión social no debe ser una cuestión snob de grieta política sino un fin sublime que busque la igualdad de oportunidades y sin olvidar que un género u origen social no nos marca, lo que nos define son nuestras capacidades , nuestra fuerza y. nuestro compromiso.
Nadie es quien para discriminar ni para imponer o cuotificar lo que debe surgir de la capacidad misma.
La sociedad debe buscar sanarse, encontrar en los semejantes el camino para un nuevo reto, para un nuevo paradigma. Debemos trazar un rumbo solidario “Humano más Humano” Puliendo la piedra, amando la fe; de la unión de las ideas buscar lo mejor de cada uno para apuntar a un nuevo Pacto Social.
Hoy más que nunca, podemos construir desde la base la nueva solidaridad, pensar más en lo que tenemos y disfrutar, dejar falsas quimeras y levantar realidades, en consumir lo que necesitamos y no dejar que nos arreen falsos mesías.
Los valores son la base de nuestra coexistencia en sociedad, no somos ganado somos seres humamos.
Somos la imagen de lo mas grande, somos la ciencia, somos la cultura, somos el amor.
La vida nos da a cada segundo la posibilidad de ser héroes, tendamos la mano. No neguemos las herramientas, pero no seamos esclavos de las mismas.
Seamos seres profundos, sencillos, fraternos, espirituales. Los valores son la construcción de milenios de soles y ocasos.
Hagamos la diferencia, no seamos de Manual, seamos los arquitectos de una sociedad más justa, más sensible, más solidaria y equitativa.
Los grandes cambios no se hacen disruptivamente, se hacen en los pequeños actos.
Amémonos y valoremos y que ese espíritu nos lleve a mejorar el universo en que vivimos.
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