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Opinión

Percepción de corrupción

Según la publicación del Índice de Percepción de Corrupción (IPC) en el mundo, realizado por la organización Transparencia Internacional (TI), el color de la corrupción se representa en color colorado, cuyo origen etimológico proviene del latín “coloratus”. Esta acepción, muy arraigada en la variedad del castellano paraguayo, está en constante lucha con el color rojo, que también tiene sus raíces en el latín, siendo “russus”. [1]

En una escala del 0 al 100, los países se clasifican según el nivel de corrupción, donde el nivel 0 corresponde a la máxima percepción de corrupción, mientras que el valor 100 indica la ausencia de corrupción, o al menos una situación más limpia.

De acuerdo con este mapa de color vermelho en portugués, el país más corrupto correspondería a Somalia, mientras que Dinamarca ostenta la posición de ser el país menos corrupto. En nuestra región, de mayor interés, Venezuela se encuentra entre los países más corruptos de Sudamérica, ocupa el puesto 14.  Por otro lado, nuestro país ocupa el puesto número 28 entre las naciones que han adoptado el color rojo de la corrupción.

Fuente imagen: https://es.statista.com/

La publicación de este índice de corrupción se remonta a 1996 y es elaborada anualmente por la oenegé Transparencia Internacional. Hasta la fecha, se han publicado 27 informes, lo que de

alguna manera indica la tendencia de la corrupción en el mundo. Esto implica que el índice debería orientar a los gobernantes a reducir la brecha de la corrupción. Sin embargo, en la mayoría de los países, la corrupción va en aumento, y prácticamente el globo terráqueo está teñido de color sangre.

El IPC del año 2022, disponible en www.transparency.org, revela que la corrupción es un mal endémico a nivel mundial. Delia Ferreira Rubio, presidenta de TI, destaca que:

“La corrupción ha convertido al mundo en un lugar más peligroso. Los gobiernos, de manera colectiva, no han logrado contrarrestar este fenómeno, exacerbando así el aumento de la violencia y el conflicto actuales. La única salida, según Rubio, es que los Estados enfrenten la ardua tarea de erradicar la corrupción en todos los niveles, asegurando que los gobiernos trabajen para todas las personas y no solo para una élite reducida”.

Las afirmaciones de Rubio no se compadece con ningún país ni mucho menos con sus gobernantes, ya que señalan lo que, en el caso de nuestro país, apenas se ha hecho para reducir la corrupción, o más bien, nada. El fracaso de los gobiernos en esta democracia solo ha llevado a la creación de grupos corporativos cuyo objetivo parece ser expoliar al Estado. ¿Cómo es posible?, pues un ensayo de respuesta sería: mediante el ingreso de estos grupos corporativos al sistema político, con una fachada de democracia, con el fin de captar la mayoría de “vototontos” posibles. Ningún gobierno democrático postdictadura ha limpiado el patio trasero; las prácticas de soborno, prebendarismo, amenazas y una serie de estrategias perversas fueron constantes en estos gobiernos.

En los dos últimos periodos presidenciales, tanto el de Cartes como el de Abdo Benítez, se ha incrementado la desigualdad, la violencia, la inseguridad, la precarización y el debilitamiento de las instituciones, junto con el aumento de grupos fácticos que campan a sus anchas por todo el territorio del país.

Este nuevo gobierno que comienza da señales de que hará poco para cambiar el tono del mapa de corrupción que afecta a nuestro país. Los recientes acontecimientos que sacuden al país ponen en riesgo a toda la población de un país que no puede ver la luz del desarrollo.

Es inadmisible que Paraguay se haya convertido en una guarida de narcotraficantes y, además, en el centro de operaciones del tráfico de armas. Un cóctel malévolo y perverso: narcotráfico y armatráfico.

Además de este tema que enluta a todo el país, en estos días, la sociedad tuvo que salir nuevamente a las calles para evitar el ataque que este gobierno, de los “más capaces”, quería llevar a cabo contra la jubilación de los trabajadores. Este país, con un modelo político anacrónico, ya no aguanta más.

¿Cómo hemos llegado a esto? La culpa recae en estos gobiernos “democráticos” que no supieron leer los deseos del pueblo ni interpretar los vientos de cambio que la humanidad precisa.

Correo electrónico: [email protected]

Fuentes consultadas:

[1] www.rae.es

[2] www.transparency.org

 

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