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Opinión

¡Cristo ha resucitado!

Este domingo se conmemora la resurrección de Cristo, quien se une a Dios, nuestro Padre. Claro, esto es lo que los cristianos católicos aún tienen indeleble en esa fe instalada de manera inherente al ser humano, es decir, la idea de Dios está inserta instintivamente en los corazones de los individuos de fe. Sin importar la fe o religión a la que esté ligada, pues de ahí viene la etimología de religión, ligada a algo. También los musulmanes y judíos, junto con los cristianos, que son las religiones más populares en el planeta, tienen esta búsqueda innata hacia un ser superior.

En la fe cristiana se acostumbra guardar silencio en estos días por respeto hacia la muerte de Cristo; este tiempo debería servir de reflexión interna para todos los individuos, sin importar siquiera la fe que profesen, pues es un momento ideal en el que el ritmo y la vorágine del trabajo se desaceleran, y uno puede ponerse en modo de reflexión y recuperar sus capacidades esenciales, como la abstracción, la contemplación, el diálogo interno y otras potencialidades escondidas durante el fragor del trabajo y las relaciones sociales, más aún en estos momentos en que el país está sumido en una crisis de identidad social, en la que no se sabe hacia dónde se dirige la nación.

Y justamente, cuando las papas queman, el individuo que ya no tiene ningún soporte o contención terrenal, acude instintivamente hacia ese ser supremo creador de su entidad. Eso lo palpamos en nuestra sociedad, aún conservadora, que se arropa con el manto divino de la fe hacia un ser superior, con la esperanza de buscar aliento, paz y consolación ante los embates de la vida.

Negar esto a cualquier individuo podría considerarse incluso como blasfemia, pues es la única salida que le resta a ese individuo abrumado de problemas terrenales, de los cuales no puede salir sin la ayuda divina, que en este caso, se encuentra en la religión.

Conviene escudriñar las escrituras para darle sustento hermenéutico a esta reflexión:

“Yo estaré contigo, y no te abandonaré hasta cumplir lo que te he prometido. Te cuidaré por dondequiera que vayas, y te haré volver a esta tierra” (Génesis 28:15).

“Sé fuerte. Sé valiente. No temas delante de ellos, porque el Señor tu Dios estará contigo, no te dejará ni te abandonará” (Deuteronomio 31:6).

“No temas ni te desalientes, porque el propio Señor irá delante de ti. Él estará contigo; no te fallará ni te abandonará” (Deuteronomio 31:8).

En la resurrección de Cristo se renueva ese cordón umbilical que conecta al individuo con su Dios creador.

A mis lectores seguidores, les deseo un feliz y reconfortante Domingo de Resurrección o de Pascua.

Correo electrónico: [email protected]

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