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Opinión

Paraguay necesita su propia Navidad

POR Esther Prieto
Jurista, especialista en Derechos Humanos por la Universidad de Estrasburgo, Francia.

Navidad es nacimiento, nacer, renacer, renovarse. Es el milagro de la propia reproducción de los seres de la naturaleza. Esta sagrada fecha no siempre es comprendida ni asumida en su significado emblemático. Cuando decimos Feliz Navidad, lo decimos en forma casi automática. Ojalá lo pronunciemos en su sentido genuino de mayor profundidad, y vivamos con ese pesebre tan nuestro, el emblema de redención y su mensaje de esperanza para todos, trayendo consigo el renacimiento de esta nación, que necesita renovarse y responder a los sueños de la gente.  El renacimiento de Paraguay es necesario, no se trata de una utopía, el renacimiento es posible. Un mundo mejor siempre es posible.

En estos días, el Poder Judicial ha dado muestra de una sentencia ejemplar, que ilustra con elocuencia “de donde sale” muchas veces la fuente de riqueza de unos cuantos, poniendo a la luz pública, la corrupción predominante. No se conforman, necesitan robar. Tres mujeres, ilustres magistradas, han dado condena ejemplar a uno de los íconos de la corrupción, les llevó 11 años de un minucioso trabajo de recolección de pruebas, gracias al honesto trabajo de un fiscal. Esa debe ser la regla. Estas tres mujeres magistradas honran a las mujeres, y deben ser un ejemplo para las demás mujeres que se hallan en lugares de decisión en los poderes del Estado.  Eso quisiéramos ver en todas sus actuaciones, ya que, si las mujeres queremos poder, hagamos uso de este poder, con la justicia, y con la igualdad de oportunidades para la gente.

Todos los días escuchamos comentarios, de que los indígenas están muy mal como nunca lo han estado, la cara más visible, cuando se ve a indígenas en la calle pidiendo ayuda, también cuando se ve a las niñas indígenas llevadas a la prostitución, pero es visible también cuando vemos en la prensa y en las redes la desaparición de hermosas niñas paraguayas buscando trabajo, y conducidas con su inocencia a la cruel trata de personas; y es visible también cuando vemos morir a la gente de enfermedades que pueden ser curadas, y es visible también cuando vemos a poblaciones rurales y urbanas sin tierra y sin vivienda… Y la gente termina haciendo actividades indecentes, porque necesita vivir y no tiene un trabajo decente, y no puede conseguir un trabajo decente, porque no tiene capacidad, y no tiene capacidad, porque el estado no cumple con su función de orientar la vida de la gente para el trabajo decente.

Y es cierto, los indígenas están mal, como lo está el 30% de los paraguayos y paraguayas, como consecuencia de las desigualdades económicas que siguen prevaleciendo en nuestro país. Mil veces lo hemos dicho, es uno de los países con más desigualdad en el mundo. Es aún peor, porque aquí, no solamente los ricos son ricos, sino que muchas veces, los ricos ostentan su riqueza, y se exhiben y se enseñorean con sus derroches, con prepotencia y abusos de poder.

Pero también tenemos una estructura formal de la función pública, ámbito del Poder Ejecutivo, que fortalece las desigualdades.  Existe en nuestro país la costumbre política de que las autoridades deben recibir un salario varias veces superior al de los subalternos, y a esto se suma una numerosa cadena de autoridades públicas, que cuesta mucho dinero. ¿Cuál es la lógica humana que sostiene esta gigantesca estructura en un país unitario? Comparto la idea de que en todo lo que sea posible, sin la reforma constitucional, se puedan eliminar los organismos innecesarios en esta estructura pública. Algunos ministerios más deberían ser fusionados en la marcha de este periodo gubernamental, borrando del escenario público los cargos superfluos que solo actúan como rellenos para dar lugar a “alguien”. Cada ministerio tiene un buen número de viceministros y viceministras, y a mayor rango mayor salario.

Es obvio que con la actual distribución del tesoro público, sobra bastante poco para las necesidades reales de la población, ya que, si se toma en consideración la cantidad de ministerios, viceministerios, secretarías de Estado, direcciones generales, gobernadores, juntas gubernamentales, intendentes, cerca de 300 municipios con sus juntas municipales, cada concejal con sendos salarios; y que han crecido como semilleros a un número absolutamente innecesario para seis millones de habitantes. Hay un número de cargos públicos, en extremo desproporcionado, cobrando sus lujillos del tesoro público, montado con nuestros impuestos.

¿Será que podemos alguna vez salir de este letargo, propio de la ignorancia, que se ha apoderado de nuestra nación? Estas desigualdades no son ciertamente la pretensión del modelo democrático, el que ha dado nacimiento a las igualdades y las libertades, poniendo fin a las monarquías absolutas.  Esa no es la democracia que pretendió la revolución francesa, con la Declaración de Principios del Hombre y del Ciudadano, libertad, igualdad, fraternidad, ni la independencia de Estados Unidos de América y su célebre Declaración de Virginia, ambas declaraciones fueron actualizadas después de más de cien años, con la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948.

Honremos los derechos humanos, seamos consecuentes con esta historia de la humanidad, en el propósito del bienestar para todos los paraguayos y paraguayas, para que “estar bien” sea para todos y todas. Paraguay necesita renacer. Paraguay necesita ser feliz. Paraguay necesita su propia Navidad. ¡¡Feliz Navidad para todos y todas!!

1 Comment

1 Comentario

  1. Fernando Robles

    7 de enero de 2024 at 21:04

    Sin pretender contradecir a la Dra. Prieto, estimo que las desigualdades económicas y sociales de nuestro país son más graves que el 30% que señala su artículo. No tengo cifras ciertas pero estimo que es una apreciación generosa si el quantum incluye extrema pobreza.
    Cuestión de consultar fuentes oficiales y estudios al respecto.

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