Bofetadas para el pueblo antes de Navidad

Esta semana ha estado marcada por noticias emblemáticas que sacudieron la escena política del país. Sin ánimo de competir con las crónicas de noticias, aquí van mis apreciaciones sobre tres casos que la sociedad no debe tolerar ni permitir bajo ningún sentido.

Las desafortunadas declaraciones del presidente del Congreso, Beto Ovelar, tratando vanamente de justificar el nombramiento de su hijo en la Cámara de Diputados, y bajo el silencio del presidente de dicho estamento. Lo deleznable de este caso es que, una vez más, este honorable legislador dio una tremenda bofetada al sufrido pueblo al manifestar sin tapujos: “Mi hijo es brillante porque estuvo en un colegio top y no en escuelas públicas”. Además, disparó con soberbia y altanería, menospreciando a los estudiantes del interior de escuelas públicas y a los docentes, tildándoles de mediocres. Este legislador, devenido a “filósofo” por citar a algunos de estos sabios, ha citado al filósofo contemporáneo, Michael Sandel, nombrando la teoría de la ventaja comparativa, aunque esta teoría fue concebida por el economista británico David Ricardo a principios del siglo XIX. No estoy seguro de si el legislador entiende lo que dice, pero sus expresiones sugieren que debe ser sancionado por cometer nepotismo, una clara violación a la Ley N.º 5.295 sancionada por el Congreso, del cual es presidente, irónicamente.

Esta humillación al pueblo debería llevar a su desafuero y la retirada de su investidura, ya que hay suplentes capaces de cumplir mejor con el papel que implica la presidencia de un poder, representando a toda la ciudadanía y no solo a un grupo político específico, como es el caso del movimiento Honor Colorado.

El Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados (JEM) ha generado polémica al abrir una investigación preliminar al juez Silvio Corbeta por su actuación en el caso de la Gobernación del Departamento Central. El exgobernador, Javier González, “El número 2”, enfrenta una acusación por lesión de confianza. Enrique Berni, con escasa argumentación jurídica, según expertos en el tema, leyó la decisión del JEM para iniciar la investigación a un juez que estaba desempeñando adecuadamente su trabajo. ¿Cuál es el propósito de este jurado? ¿Blanquear a amigos? ¿Utilizar la justicia como garrote contra aquellos que realmente desean un país mejor? La dirección política del país ya no está clara, y se percibe que los poderes del Estado podrían estar cooptados por fuerzas que responden a unos pocos, llevando consigo la carga de posibles grupos fácticos.

La retoma del control de la cárcel de Tacumbú fue otro caso que despertó la atención de la sociedad. La operación “Veneratio” no fue una cama de rosas y costó vidas que lamentamos, sin importar su vínculo. Lo triste es que nuevamente se recurrió a la violencia para restablecer el orden en un recinto que debería estar bien resguardado y controlado. Se han encontrado evidencias que sacuden a cualquier ciudadano. ¿Cómo es posible que se haya desviado de los cánones normales que dictan las leyes? ¿Funcionarios corruptos o amenazados por miembros de supuestos clanes que pululan en ese recinto, o amenazas a otro nivel? Nunca lo sabremos, ya que el acceso a datos de inteligencia, según funcionarios de alto rango, está fuera de nuestro alcance.

Estos tres casos emblemáticos y recientes tienen mucho en común, y comparten un eje transversal con el caso descrito en el punto 1 de esta reflexión: el paupérrimo sistema educativo que lleva décadas en un bucle del que no puede salir. Para contextualizar este tema, basta decir que han pasado casi 70 años desde la dictadura hasta nuestros días, y no ha habido cambios sustanciales en la educación.

Si analizamos la historia de la educación en el país, encontramos que no ha habido un sistema educativo estable ni sustentable que permita afirmar que el sistema educativo paraguayo pueda tener resultados auspiciosos. La precarización del sistema educativo se ha contrarrestado con la aparición de escuelas y colegios privados, que de alguna manera han ayudado a equilibrar el sistema público. Sin embargo, como bien señala el político convertido en filósofo, quienes acceden a instituciones privadas son aquellos con mayores posibilidades económicas, desde la preprimaria hasta la secundaria, y posteriormente, a nivel universitario. Con esta breve descripción, si el lector hace una suma de acuerdo a los aranceles actuales de los colegios privados, podría sorprenderse. Actualmente, la cuota mínima de un colegio privado ronda el millón de guaraníes, sin contar los gastos adicionales asociados a la formación privada.

La precaria educación recibida durante décadas se refleja en nuestra sociedad y, especialmente, en los poderes del Estado. Estos deberían ser los referentes más iluminados para aplicar políticas públicas sustanciales que impulsen el desarrollo y el progreso del país. Sin embargo, la realidad es otra y bastante dura.

El punto 1 se relaciona con los puntos 2 y 3, ya que la degradación del tejido moral, resultado de esta precaria educación recibida, ha permeado en todos los poderes del Estado. Llegamos al punto en el que resulta difícil concebir la idea de que los políticos se deben a la ciudadanía que los votó. En realidad, pareciera que solo llegan al poder para su beneficio personal. La corrupción ha ganado terreno, y la existencia de órganos como el JEM no parece estar al servicio de los intereses de la nación.

Con la presentación de las “12 Ciencias” del nuevo ministro de Educación, Luis Ramírez, podría esperarse algún cambio en estos años de gobierno. Sin embargo, las dudas persisten, dado que la estructura del Estado está corroída por la corrupción.

Una colega con experiencia en educación, a quien pregunté sobre cómo salvar la educación en Paraguay, respondió de manera patética: “incluso en 50 años no estaríamos a la altura de otros países”.

Es realmente lamentable, ya que el nuevo Paraguay, un país mejor, podría no ser una realidad para mí, sino quizás para mis hijos y nietos. Esto duele al mirar retrospectivamente y evaluar los esfuerzos individuales y ciudadanos para lograr una calidad humana mínima en la vida.

Si no hacemos nada hoy y no denunciamos las atrocidades cometidas por los representantes del pueblo, nos esperan muchos más años de “trato apu’a“, así como juristas que se presten a juegos perversos en beneficio propio, en detrimento del pueblo y desnaturalizando el Estado de Derecho. También seguiremos teniendo cárceles con despojos humanos hacinados y sin ninguna posibilidad de reinserción, más bien convertidos en expertos en criminalidad.

Espero que la llegada del Niño Jesús pueda tocar los corazones descarriados de nuestros representantes políticos.

¡Feliz Navidad!

Correo electrónico: [email protected]