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Opinión

Kailasa, Clivia, Boliguay y Paraguay

Se viralizó en las redes sociales y en los medios de comunicación la supuesta firma de un acuerdo con los Estados Unidos de Kailasa, país de ficción inventado por un tal Swami Nithyananda de la India. Por cierto, al recurrir a los motores de búsqueda en la red, saltan informaciones sobre esta extravagante idea del indio y, agregando un condimento a esta noticia, se afirma que sería un fugitivo del gobierno indio por supuestos hechos delictivos, según el canal de noticias www.indiatoday.in.

Cayó como anillo al dedo este tema para que la usina de memes se activara automáticamente, pero eso es lo de menos, pues estamos acostumbrados a reírnos de nuestras propias miserias, quizás debido al famoso teko místico de los guaraníes que nos convierte en individuos tan nobles, resilientes y esperanzadores de una vida mejor.

En este tren de miserias, lo pernicioso y denigrante es que nuevamente se tenga que poner a Paraguay ante la diplomacia internacional como un país kachiãi y desorganizado. No se puede aceptar este tipo de errores y, principalmente, de un funcionario de alto rango. Se podría entender que en este gobierno, con los errores a cuestas en estos cien días, los funcionarios quieran ponerse a tono con la cúpula del gobierno y, quizás también, con el presidente del partido oficial del gobierno, pero bajo todo punto de vista es inaceptable.

No es el primer error grave que ha puesto a Paraguay en la lista de gobiernos desorganizados, corruptos y kachiãi. No olvidemos al embajador itinerante en épocas pasadas, que tenía la venia oficial para firmar cualquier convenio en nombre del Estado del Paraguay. Además de esta historia que ha dejado mutilada económicamente a mucha gente, también la nueva generación debe conocer algo de la historia del “bello cónsul”, un alemán que se hacía pasar por cónsul aprovechándose de la fragilidad de los controles del Estado. Este “bello cónsul” también vacunó a muchos y muchas, según cuenta la historia de esa época.

El gobierno de Marito también tuvo su cuota de humor, pues aún está en la retina y memoria de la población el famoso representante de Lamborghini con el fin de crear una fábrica de autos de esa gama. Al final, solo fue una payasada, como ya estos gobiernos fantoches nos tienen acostumbrados con estas tonterías que solo sirven para crear contenidos para los tiktokeros.

Kailasa se anota en la lista de peculiaridades de este país, y esto parece no importarle a los referentes de cada gobierno, quizás porque algunos no pueden salir del país, ni siquiera a Clorinda, pero los que estamos alejados de nuestra tierra, por un millón de razones, tenemos una visión un poco más simplista y a la vez preocupante de lo que ocurre en el país, puesto que desde lejos se puede analizar con más objetividad el andamiaje de los gobiernos que pasan.

Como punto de comparación se toma el país de recepción, que está mucho mejor de lo que actualmente ofrece Paraguay. A modo de ejemplo, un simple viaje a Buenos Aires le da los insumos al viajero para analizar lo atrasado que estamos en varios ejes del país, y de yapa, al regresar, uno se encuentra con un choque cultural impresionante: basura, suciedad, coimeros, desorganización y la inseguridad en las calles, que son algunas evidencias que atestiguan que este país urgente necesita articular un desarrollo sostenible para una mejor calidad de vida de sus ciudadanos.

Según el histórico de errores aquí relatado, la tendencia es que seguirían apareciendo situaciones jocosas que pondrán al país en el pedestal de un Estado desorganizado y poco creíble.

A propósito de este tema, convendría escudriñar un poco qué hay en la literatura para relacionarlo:

Nico Dostal (1896-1981), un compositor austriaco que llegó a ser famoso por su magistral opereta Clivia, presentada en el año 1934. Esta opereta, ambientada en el año 1930, fue puesta en escena un poco más de cien veces en los escenarios europeos. Hasta hoy en día, esta opereta, muy graciosa por cierto, es un meme vivo actual de las peculiaridades de gobiernos latinoamericanos, es decir, una parodia de la corrupción empotrada en los gobiernos latinoamericanos.

Una versión muy resumida de la trama de esta opereta es la siguiente: un magnate financiero, un tal Patterton, mantiene conexiones comerciales dudosas con la República de Boliguay, un país ficticio, pero quizás Nico Dostal se haya referido a Bolivia, Paraguay o Uruguay, por el sufijo “guay”. En ese país de ficción aconteció una revolución y proclamaron al general Juan Olivero como presidente, esto frustra los planes de Patterton, claro, de sus negocios turbios. Como este magnate tiene mucho dinero, entiende que todo se puede arreglar con dinero, y funda una compañía cinematográfica, en cuyo equipo está la bella actriz Clivia Gray, el equipo se dirige a Boliguay para filmar una película, pero los guardias fronterizos no le permiten la entrada al país.

El equipo hace una parada en una estancia de un caudillo de Boliguay, este sugiere que una dama del equipo, en este caso, Clivia, se case ilegalmente o fictivamente con un ciudadano boliguayo con el fin de obtener la ciudadanía boliguaya y de esa manera tener permiso para que todo el equipo pueda realizar la filmación en el lugar. Patterton elige a Clivia, pero esta capta que él no tiene buenas intenciones; a pesar de todo, decide casarse. El reportero de Chicago Times es el encargado de buscar al galán que estaría dispuesto a casarse con Clivia. Encuentra a Juan Damigo (¿quizás haciendo alusión a Juan Domingo Perón?), un gaucho, este rechaza el dinero ofrecido al ver la belleza de Clivia (¿quizás Eva Duarte de Perón?) y acepta casarse con la bella Clivia.

En fin, en los siguientes actos se tejen las locuras de cómo funciona un gobierno de fachada y qué tan corruptibles los funcionarios pueden llegar a ser. Sin querer espoilear más, invito al amable lector a que se informe sobre esta hermosa, hilarante y divertida opereta que describe con una verosimilitud de realidad aumentada 4.0 lo que hoy se vive actualmente en el país.

Hace unos años recibí una especial invitación del teatro de opereta de Berlín para asistir a esta obra. Me impresionó muchísimo la calidad interpretativa del elenco y, por sobre todas las cosas, que pudieron representar casi sin errores la constelación política que se vive en Latinoamérica, aspecto que hace de esta pieza una obra universal, claro, por el momento, hasta que nuevos vientos soplen y especialmente en lo que le toca a Paraguay.

Sería más que interesante que la Municipalidad de Asunción contacte con el teatro de opereta de Berlín (existe y no es Kailasa) dependiente de la Municipalidad de Berlín, quizás con el fin de importar esa maravillosa obra para su puesta en Asunción, aunque también algún grupo de teatro podría tomar esta iniciativa para lograr la puesta.

Definitivamente, en caso de realizarla, sería un éxito rotundo, y quizás le ganaría en taquilla a la puesta de la otrora obra San Fernando en el Teatro Municipal.

*Correo electrónico: [email protected]

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