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Opinión

La proclama del Gral. Rodríguez cae en saco roto

El 3 de febrero de 1989, el país estaba convulsionado por el golpe de Estado. Cada minuto, los medios informativos reproducían la proclama del líder del golpe, el Gral. Rodríguez. Algunos, aun sin notar el cambio, estaban con el “de pronto flash” en sus oídos de la pegajosa canción de Luis Miguel, “El Sol”, quien actuó esa noche en el Club 3 de Febrero de Itá, un lugar icónico de fiestas de esa época.

Para los millennials y centennials que quizás aún no hayan leído o escuchado la proclama del golpe, aquí va:

“Queridos compatriotas, apreciados camaradas de las Fuerzas Armadas. Hemos salido de nuestros cuarteles en defensa de la dignidad y del honor de las Fuerzas Armadas; por la unificación plena y total del coloradismo en el gobierno; por la iniciación de la democratización del Paraguay; por el respeto a los derechos humanos; por la defensa de nuestra religión cristiana, católica, apostólica, romana. Esos son los que yo les estoy ofreciendo con el sacrificio del soldado paraguayo a nuestro querido, valiente y noble pueblo paraguayo, y espero que los camaradas de las Fuerzas Armadas me acompañen en esta circunstancia, porque estamos defendiendo una causa noble y justa que redundará en beneficio de nuestro heroico y noble pueblo paraguayo. Gracias.”

Andrés Rodríguez, Radio Primero de Marzo, 03/02/1989

Si leemos detenidamente este heroico y patriótico texto, se pueden rescatar varios elementos que contribuyen a la unificación de un pueblo que ha sido postergado por tres décadas y un lustro. No pretendo explicar desde un punto histórico los pormenores del golpe que desembocó en un cambio radical en la convivencia de la nación. Lo interesante que se debe destacar, desde mi punto de vista, de esta transformación política, es que este cambio no llegó por una lucha directa y frontal de la sociedad civil, y quizás nunca se hubiera dado por ese canal, sino que llegó por cuestiones netamente personalistas de dos hombres del estamento militar.

Regresando al análisis de la proclama del Gral. Rodríguez, cito los siguientes, bajo mi criterio, elementos esenciales:

  1. La dignidad del paraguayo: A pesar de haber transcurrido 35 años del golpe, aún no se vislumbra ningún cambio sustentable para que el paraguayo tenga una vida de calidad y digna. Sigue en las mismas miserias; por ejemplo, el ciudadano común sigue viajando colgado de vetustos colectivos del transporte público e inhalando humo negro contaminante de estas carcachas ambulantes. Esto se puede tomar como un ejemplo vivo de la involución en la que se encuentra nuestro país.
  2. Honor de las FF. AA.: Dada la naturaleza subordinante que le toca a las Fuerzas Armadas, es complejo analizar este punto. Sin embargo, se puede reflexionar sobre la necesidad de modernizar esta entidad para no dejar al país huérfano y obsoleto en términos de protección militar. Un código militar obsoleto, personal que necesita equipamiento y buena instrucción, y la falta de inversión en la salvaguarda de la integridad del soldado paraguayo y la protección de las fronteras del país, son temas críticos. Paraguay, según los últimos datos, es una vía fácil para el narcotráfico, y las fuerzas militares poco o nada pueden hacer para solucionar este flagelo. Además, la creación de las Fuerzas de Tareas Conjuntas (FTC) para luchar contra el EPP no ha dado los resultados esperados.
  3. Unificación del coloradismo: Craso error de la proclama, ya que el partido Colorado es solo uno de los muchos partidos políticos que integran el entramado político del país. Quizás Rodríguez aún mantenía la esperanza de atar el partido Colorado al Estado. Hoy en día, esto tiene sentido, puesto que con las maniobras del movimiento Honor Colorado, este grupo instaló al partido Colorado como uno de los partidos con mayor representación parlamentaria en el actual periodo legislativo. Al igual que en la dictadura, la aplanadora hace lo que quiere y como quiere, sin abordar los problemas del país, sino para beneficiar personalmente a los miembros de élite de dicho movimiento.
  4. Iniciación de la democratización del país: Sin lugar a dudas, en ese día comenzó la democratización del país. Se vio a Laíno en las calles hablando y expresando su alegría por el nuevo amanecer político. Laíno, una figura política icónica, se enfrentaba al sistema. También la prensa, como Abc Color, clausurada en los últimos tramos de la dictadura, volvía a imprimir sus letras con tinta democrática. Lo que se ha ganado es la libre expresión hasta nuestros días, aunque algunos antipatriotas de este actual periodo gubernamental quieren acallar las voces del pueblo. Aún falta mucho para que Paraguay esté en el correcto andarivel de la democracia. La sociedad civil y grupos sociales escrachan a los corruptos, esto es un bálsamo en estos tiempos.
  5. Respeto a los DD. HH.: Los derechos humanos han experimentado altas y bajas, pero lamentablemente, no han progresado mucho en beneficio de la población. La atención sanitaria básica, así como la libertad de expresión, son derechos inalienables del individuo que, en estos momentos, se intenta censurar. O mejor dicho, acallar las críticas de ciudadanos que buscan un país mejor.
  1. Defensa de la religión católica: La Constitución Nacional de 1967, aún vigente en la época del golpe, establecía que la religión oficial es la Católica, Apostólica, Romana. Sin embargo, hoy en día rige la CN del 92, iniciada y promulgada en la era democrática, que establece que Paraguay es un Estado aconfesional. Esto debe ser un tirón de orejas a los referentes de la Iglesia católica y otras confesiones que quieren entrometerse en los asuntos del Estado.

Esta breve retrospectiva del golpe de Estado sirve, a grandes rasgos, para entender lo que está ocurriendo actualmente en nuestro país. Según se puede observar, sigue una estructura corporativista, saqueando las ilusiones del pueblo de tener una mejor calidad de vida en el país.

Lo acontecido en el Congreso en estos días es una bofetada más al pueblo, que desvía los designios de la nación y no va en consonancia con la proclama de Rodríguez.

Imponer candidatos a rajatabla, violando la Constitución Nacional, es una práctica que debería pertenecer al pasado oscuro de la nación. Aceptar que un congresista imputado y con arresto domiciliario pueda ir a votar en el Congreso no tiene ninguna explicación lógica ni ética; es una llamada de atención al sistema jurídico del país y algo que debe reformarse de manera urgente.

El mensaje que emite el Congreso al pueblo es pernicioso, ya que da a entender que el electorado es ignorante y vota por el trapo, sin importar las consecuencias a futuro. Otro aspecto lamentable es el caso de dos congresistas que supuestamente tienen títulos de dudosa certificación legal, y que siguen votando en representación del pueblo.

Ante esta no muy halagadora pintura, me pregunto: ¿merece el paraguayo tanta flagelación e involución de sus derechos ya adquiridos durante estos años de camino a una verdadera democracia?, ¿merece el pueblo las recurrentes riñas de gallos y gallinas en el Congreso cuando estos señores y señoras deberían comportarse como caballeros y damas, y sobre todo, velar por el voto de los electores?, ¿merece el pueblo paraguayo estar en vilo por los chanchullos de un individuo que fue declarado significativamente corrupto por los EE. UU.?

Según mi simple entender, el pueblo no merece nada de lo relatado en los párrafos anteriores; todo lo contrario: este pueblo merece una vida digna, un país libre y próspero que pueda legar a sus hijos y nietos, un trabajo estable y salud básica. Estos son los reclamos diarios que estos congresistas deben atender, no sus intereses particulares ni salvar el pellejo a un individuo.

Jeremy Bentham, el padre del utilitarismo, inmortalizó su teoría en “Felicidad y tristeza”, que implica la suma de acciones que llevan a la felicidad o tristeza del individuo. Según esta teoría, un solo individuo no puede llevar a la tristeza a toda una nación, lamentablemente, es lo que se percibe actualmente en el país. Puedo estar equivocado en mis apreciaciones, pero si el amable lector puede darme un indicio del camino que nos lleve a la felicidad, se lo agradeceré.

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