Opinión
La carrera de medicina bajo la lupa
La propuesta de suspender temporalmente la creación de nuevas carreras de medicina ha sido rechazada por la Cámara de Senadores, lo que implica, desde mi perspectiva, un gran retroceso en el fortalecimiento del sistema de educación superior en el país. Aquellos que han trabajado en este proyecto se sienten algo defraudados porque la propuesta no ha sido tomada en serio, según algunos comentarios provenientes del Congreso.
La legisladora Blanca Ovelar lamentó que “todo esté enfocado en el negocio y no en la formación”. Por otro lado, la legisladora Esperanza Martínez señaló a un medio de prensa: “Es un negocio que puede poner en peligro vidas”.
Entiendo que el actual procedimiento para la habilitación de universidades sigue estos pasos:
- El proyecto de creación de una universidad se presenta en el Congreso, y este aprueba o lo rechaza.
- Una vez aprobada la universidad por ley, pasa al Cones para su habilitación respectiva.
- Con la habilitación del Cones, la universidad puede ofertar carreras y matricular estudiantes.
- Posteriormente, la Aneaes se encarga de la acreditación de las carreras ofertadas por la universidad habilitada por ley, un proceso que normalmente lleva un periodo considerable hasta obtener la acreditación respectiva.
- La habilitación implica el inicio de actividades, pero no garantiza una infraestructura adecuada ni la calidad educativa apropiada.
Desde mi perspectiva, considero que, desde la aprobación del Congreso por ley, la universidad debe cumplir con todos los requisitos obligatorios para su apertura, sin conceder un tiempo de gracia para reunirlos, como sucede actualmente. No se puede aprobar una universidad por ley y luego otorgar un periodo de tiempo para que la nueva institución cumpla con todos los requisitos.
Dado que ahora el gobierno cuenta con un asesor científico, es posible que este señor pueda arrojar luz sobre cómo el sistema de enseñanza superior puede lograr una adecuada integración a la red de educación superior a nivel regional e internacional.
Retomando el tema de la medicina, una carrera esencial en la que se confía la vida a profesionales, es preocupante que, debido a una preparación precaria, se ponga en riesgo la vida de la población. Ante esta incertidumbre, la población está despertando y exige ser atendida por verdaderos profesionales con una buena formación, es decir, una carrera que haya pasado por el control de calidad, en este caso, la Aneaes, que certifica la calidad de las carreras en las universidades del país.
Paradójicamente, algunas carreras no están acreditadas por la Aneaes, pero siguen funcionando, y lo patético de esta situación es que los estudiantes se gradúan sin que la carrera haya sido acreditada. En resumen, no se puede confiar en profesionales que hayan egresado de una carrera sin el correspondiente control de calidad. Esta situación llevaría, a partir de ahora, a destacar en el título de qué universidad se ha graduado el profesional, debido a la desconfianza general hacia los profesionales, especialmente en el caso de la carrera de medicina.
El rechazo de la suspensión de la carrera de medicina es grave, ya que se necesita tiempo para ordenar la casa y, sobre todo, para que las universidades ofrezcan a los estudiantes la infraestructura adecuada para desarrollar sus estudios. Me refiero específicamente a la necesidad de contar con un hospital escuela obligatorio donde los estudiantes puedan practicar y adquirir la competencia de calidad requerida. Aunque la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional y la Universidad Católica tienen sus hospitales escuela, no se sabe si las demás universidades cuentan con ellos. Esta carencia también se refleja en las prácticas que realizan los estudiantes en hospitales públicos como el IPS, entre otros.
A modo de anécdota, en una ocasión, un familiar tuvo que ser internado en el IPS por un cuadro complejo que solo podría diagnosticar un médico con vasta trayectoria. Sin embargo, la realidad fue totalmente diferente: apareció un estudiante practicante de medicina de una universidad para diagnosticar o, al menos, evaluar la situación del familiar. El acompañante del familiar no permitió que el practicante tocara al pariente de la historia, ya que, como he señalado, sufría de una dolencia muy compleja.
Este incidente ilustra la falta de hospitales escuela por parte de las universidades privadas, que saturan los hospitales públicos donde solo deberían atender profesionales con experiencia. De lo contrario, se convierte en una falta de respeto y un peligro para los pacientes.
Solo por la falta de hospitales-escuela, las facultades de medicina deberían ser suspendidas hasta poner en orden la infraestructura requerida, así como contar con un selecto personal docente con amplia experiencia.
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